Por: Dr. Marco Antonio Rodríguez
En el principio y en el fin -¿eso dice San Juan en el comienzo de su Evangelio?- fue la Palabra: Alfa y omega del ser humano.
La palabra es violación del tiempo (eternidad). Por eso es perturbador que la palabra se haya desvanecido en el mundo hueco de lo light (de qué modo se está aventajando a nuestro idioma que- si no estoy equivocado- un anglicismo describe mejor que cualquiera de nuestros vocablos la puerilidad de nuestra época). Los libros que se hacinan en librerías y bibliotecas de colegios y universidades: aquellos que solo requieren avivar nuestra connatural codicia. Codicia en su más amplia y siniestra connotación (pragmática y espiritual). Son los famosos manuales de autoayuda que se refocilan persuadiéndonos de que la felicidad está allí en el próximo libro de los mismos autores; esoterismos a mansalva; colonias de hermosos ejemplares humanos que el instante menos pensado se tornan en vampiros buenos y malos (réplica de las películas del viejo oeste), niños superhéroes de todas las condiciones. Y entre Coelhos, Cuauhtémoc Sánchez, Chopras y Og Mandinos, aparece, – por decir un nombre- Basho, y los esnobistas de todas las edades adquieren insufribles poses, sin saber que la poesía del japonés es un camino hacia una beatitud instantánea que no excluye la ironía ni significa cegarse ante la realidad y sus miserias. Leyenda o no, Vera de Kohn me refirió alguna vez que alguien que se sumió en Basho (de escaso coeficiente intelectual se supone), convencido de que estaba en trance de levitación, fue a parar a una clínica de recuperación mental.
¿Quiénes leen en nuestro tiempo los libros que preguntan y confunden, libros que desazonan y alientan, pero que, sobre todo, inducen a pensar y a ampliar nuestros conocimientos? ¿Quiénes leen a Joyce, Miller, Genet, Céline, Coetzee, Perec, Pynchon, Auster… Blake, Celan, Carrera Andrade, Granizo Ribadeneira… Muy pocos. Y entre los filósofos de cepa Kant, Spinoza, Heidegger, Pascal, Nietzche, Sartre…? Tal vez en las facultades de Filosofía. Los autores que están a la vanguardia son aquellos que nos transportan a la excelencia humana, reducida a ejecutar los negocios más veloces y suculentos o a la perfección que, en realidad, no es más que un camino inacabable o, en todo caso, aquellos que entrañan la conmovedora vanidad de esperar, a finales de cada año –como propone Magris- un año más feliz que los anteriores, a los que también se esperó a su vez con la confianza de que traían consigo una felicidad que nunca llegó. Palabra, poesía, poetas, pensamiento. Poetas del amor, de la vida y de la muerte; potas de la poesía, de la soledad o del compromiso con el hombre nuevo (la peor poesía: la política. Neruda en sus desastrosos poemas políticos se torna panfletario, cartelista, ni siquiera político porque nunca fue militante). Poetas de Dios o del demonio, de la crueldad inocente (Sade) o de la nostalgia que no es sino la tristeza leve: Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Medardo Ángel Silva… La fiesta es lo que se espera, dijo Roland Barthes . Los poetas mueren esperando la fiesta de la palabra que está siempre más allá. “Un poema debe ser palpable y mudo/ Como una fruta redonda…/ Un poema debe ser sin palabras/ Como vuelo de pájaros/ … Un poema debe ser igual a: / No es cierto/ … Un poema no debe significar/ Sino ser”. Archibald MacLeish.
*Fragmento del discurso “Palabra y Arte” de incorporación del Dr. Marco Antonio Rodríguez como Miembro de Número a la Academia Ecuatoriana de la Lengua, la institución cultural más antigua y con mayor prestigio del país. La ceremonia se cumplió el miércoles 18 de julio de 2012.
Marco Antonio Rodríguez fue miembro correspondiente de la Academia Ecuatoriana de la Lengua desde 1998, y pasó a ocupar el sillón C de Jorge Salvador Lara por una resolución del directorio de la institución, esto en reconocimiento por su aporte a la cultura ecuatoriana e hispanoamericana y sobre todo al idioma.
• Doctor en Jurisprudencia, el escritor Marco Antonio Rodríguez ostenta también un doctorado en Filosofía y Letras y máster en Ciencias Políticas. Ha publicado Cuentos del Rincón, Historia de un intruso, Premio al mejor libro de habla hispana, Feria Internacional del Libro, Leipzig, Alemania, 1977; Un delfín y la luna, Premio Podestá, México, 1986; Jaula, 1992, los tres últimos con varios premios nacionales, traducidos a varios idiomas y considerados por la crítica nuevos clásicos de la literatura ecuatoriana y latinoamericana.
• En ensayo sus obras más representativas son: Palabra e Imagen, cuatro volúmenes sobre artistas plásticos ecuatorianos, Grandes del siglo XX (dos ediciones), Poetas nuestros de cada vida, doce ensayos sobre poetas ecuatorianos; Palabra de pintores Artistas de América (I); Palabra de Pintores Artistas del Ecuador (II); entre otras obras.
• Este 9 de agosto de 2012 finaliza su mandato como Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Nota del Director: La Academia Ecuatoriana de la Lengua tiene ciento treinta y ocho años de existencia, desde su fundación en 1874, pues es la segunda academia fundada en América, luego de la Academia Colombiana de la Lengua en 1871.