Por: Marco Vinicio Vásquez Bernal
El avance de la humanidad es el resultado de los logros humanos; es la inconformidad con lo circundante lo que hace que el ser humano construya nuevas circunstancias que van conformando la realidad, así se han construido las ciencias, las circunstancias sociales y el espacio natural que nos rodea.
Esa búsqueda del cambio hacia la mejora intriga al ser humano y lo hace proponente de alternativas que comprendidas o no dan sentido a la existencia. La inmovilidad conformista puede dotar al ser de tranquilidad temporal pero elimina el sabor vital a la existencia y es la innovación la que nutre de energía a las ideas.
Los miedos, siendo naturales y característicos del ser humano, pueden constituirse en la barrera más fuerte que limita los avances. El miedo a hablar, el miedo a lo nuevo, el miedo al error, pudiendo aceptarse como lógicos, deben obligarnos a dotar de calidad a cada uno de nuestros actos.
El miedo es positivo cuando nos obliga a precautelar el bienestar y la calidad; sin embargo, es absolutamente negativo cuando propone enquistarnos en realidades de confort.
El ser humano nace sin miedos, es la sociedad la que va introduciéndolos en la personalidad de los individuos con el consabido “no hagas aquello, te lastimarás”, construyendo así corazas que olvidan que hombres y mujeres son también seres de la naturaleza y por tanto su existencia es parte de un todo, es parte de un equilibrio vivencial y complejo donde la coexistencia enriquece por el compartir de las emociones, valores, conocimientos, aptitudes e ideas.
Más al ser humano le fue confiada una condición especial, ese libre albedrio que le permite decidir sobre sus acciones, acciones que terminan determinando el destino del universo, acciones que determinarán recompensas o castigos para la humanidad plena.
La creatividad no puede limitarse; la innovación debe romper todos los miedos; la innovación debe servir para generar equidad y bienestar. Es preciso que como sociedad se articule una definición para innovación que se fundamente en el humanismo y en el equilibrio con el entorno.
Los miedos a defender modelos de vida que respetan al ser humano como elemento decidor de un equilibrio natural ha permitido que la voracidad industrial devaste los elementos del medio ambiente. Los miedos nos hacen aceptar condiciones de vida rutinarias donde la única alegría deviene de la posesión de bienes materiales.
Innovar debe permitirnos construir un mercado donde el beneficio mayor ha de ser el bienestar colectivo, donde los conocimientos sirvan para destruir las brechas de desigualdad. La innovación ha de dotarnos de la capacidad para construir herramientas que hagan de la vida un tributo a la confianza del Hacedor de la Vida. Innovar ha de permitirnos romper los miedos y ser felices en nuestras personales y simples circunstancias.