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Invertir en investigación y contratar PhD

Por: Dr. José Manuel Castellano Gil

Previamente, con la idea de evitar cualquier duda o propiciar erróneas interpretaciones por parte del lector, quiero dejar sentado de forma muy clara mi posicionamiento sobre este asunto: me adhiero, firmo en su totalidad y me apropio de los argumentos expuestos en el editorial de EcuadorUniversitario de la pasada semana, intitulado “Hay que invertir en investigación científica y contratar profesores a tiempo completo, con título de PhD”.

No obstante, pongo a consideración pública una serie de puntos que deben incorporarse en ese debate, que debe subir de nivel y relevancia, para ahondar sobre el estado actual de la universidad ecuatoriana, más allá de esa simplona y banal propuesta que, aunque retirada en estos últimos días, pretendía reducir el nivel de exigencia formativa, académica y profesional, con la intencionalidad de facilitar el acceso a categorías superiores del escalafón universitario.

Sin duda, ese es un pensamiento radicalmente involucionista, que catalogamos de disparatado pero que puede tener cierta fundamentación lógica y pragmática desde otras perspectivas que no han sido contempladas en esa propuesta realizada. A nuestro modesto entender, ese planteamiento inicial responde a una cultura instalada de forma generalizada en la sociedad universitaria ecuatoriana, que intenta promover un “valor” que no reconoce como “virtud” el esfuerzo, la dedicación y el trabajo profesional.

En definitiva, una exaltación demagógica que reivindica el ascenso de la mediocridad al poder, donde todo soldado puede alcanzar directamente el grado de general; donde todo obrero puede pasar sin experiencia o formación a dirigir un holding empresarial; donde cualquier licenciado puede saltar cuánticamente a rectorar una universidad; donde todo enfermero puede realizar una intervención quirúrgica a corazón abierto; donde todo peón puede proyectar y diseñar de la noche a la mañana la octava maravilla del mundo. No obstante, debemos aclarar que estas licencias literarias descritas no es producto de una visión clasista o gremial por nuestra parte; simplemente queremos expresar que en toda profesión existe un procedimiento de aprendizaje, experiencia y una acumulación de conocimiento. Evidentemente, todo profesional tiene pleno derecho a ascender si demuestra su capacidad, experiencia y formación.

De modo que si el asunto es hablar seriamente del mundo real universitario ecuatoriano creo que deberíamos empezar por cuestionarnos su punto de partida: analizar su situación, detectar el papel que desempeña y los aportes que realizan los PhD en Ecuador independientemente de su adscripción territorial, además, de indagar sobre el estado investigativo en el país.

Estos son elementos que definen, en gran parte, a la comunidad universitaria ecuatoriana. En ese sentido, por los datos que disponemos, se puede afirmar con cierta contundencia que invertir en investigación y contratar a PhD en el mundo universitario ecuatoriano ha resultado una pésima gestión y una nefasta inversión: ha sido como sembrar sal en campos fértiles. Mire usted, no decimos esto de forma gratuita, porque estemos en contra del desarrollo investigativo, al que consideramos un aspecto clave en el desarrollo social, ni tampoco implica que estemos en contra de una política de contratación de especialistas. Revisemos y contrastemos inversión y resultados. Este es un asunto muy complejo que tiene muchas aristas.

Seguramente usted no contrataría ni retribuiría salarialmente a un arquitecto para que acarree piedra sino para que destine su tiempo a diseñar, proyectar y construir. Todo lo contrario sucede con los PhD, endémicos o foráneos, en el mundo universitario ecuatoriano. Una institución que se precie no contrata los servicios de un profesional universitario para que desempeñe funciones menores, como tareas de vigilantes o custodios de prácticas preprofesionales, para ahogarlos con trabajos administrativos de escasa relevancia, para asignarles elevadas cargas docentes o para crear un clima y unas condiciones adversas que impida su ejercicio investigador.

Esa desvalorización profesional encierra un grave complejo social que favorece un comportamiento de mediocridad absoluta, hace un flaco favor, un gran daño al desarrollo y al progreso del país y fomenta prácticas tramposas y corruptas.

Pero también existe otra cara oculta en esta problemática, donde conviven PhD, Magíster y Licenciados -endémicos o trasplantados- cuya presencia supone un desprestigio y una ofensa para la Academia, tanto en la docencia como en la investigación, derivado de unas deshonestas y malas prácticas, diversas y múltiples, empleadas en la obtención de esos grados.

Resulta evidente, que cada uno es un mundo pero no en todos los mundos existe vida inteligente. En definitiva, no se trata simplemente de contratar a un PhD o Magíster por un cartón, que en ocasiones es un indicador de nada. La tarea consiste, pues, en saber gestionar la incorporación de buenos profesionales en función a las necesidades y al aporte que se espera de ellos. Por tanto, nos encontramos ante una encrucijada clave y decisiva: apostar por crecer o aplicar una leve capa de barniz sobre una madera deteriorada. To be, or not to be: that is the question.

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