Investigación más desarrollo

«La expansión de la brecha tecnológica entre las naciones es una de las causas de la rápida expansión de la brecha socioeconómica entre los países pobres y los países ricos», dice una de las conclusiones citadas en los Propósitos del Milenio, documento elaborado por la Unesco en el 2004. De allí se desprende el papel definitivo de las universidades a la hora de pensar el futuro del país. Entre más lejos estemos de los altos niveles alcanzados por los centros de investigación en el mundo, más lejos estaremos de una sociedad desarrollada, justa y equilibrada.

Tan importante como una planta física adecuada, un excelente programa académico y un buen grupo de profesores es pues la existencia de grupos y líneas de investigación para constituirse como universidad. Por eso mismo, en los actuales procesos de acreditación que se están dando en la educación superior, el ítem de la investigación resulta ser uno de los más importantes.

Hay que responder como lo harían griegos y humanistas del Renacimiento: por el ser humano. Hay que formar investigadores no al estilo exótico de Giro Sin Tornillos, sino de profesionales calificados que hagan de la academia su opción de vida.

Si miramos el caso brasilero, nos encontramos con cifras que despiertan envidia. Cada año, las universidades públicas de este país gradúan más de ocho mil PhD y alrededor de veinte mil profesionales con maestrías. El resultado: Brasil cuenta con más de 15.000 grupos de investigación distribuidos en 268 instituciones. Más del 90% de estos grupos están bajo la responsabilidad de universidades y centros de investigación.

Lograr que los maestros tengan dedicación completa a un centro universitario es abonar el terreno para formar investigadores serios.

«La mayor parte de la actual generación de académicos deberá pasar al menos parte del tiempo como docentes e investigadores en contratos por horas y algunos pasarán toda su carrera de esa manera. Tales arreglos ofrecen pocos incentivos a los jóvenes para invertir en hacer una futura carrera en el medio académico», afirma Hebe Vessuri, en un artículo producido por el Comité Científico Regional por Latinoamérica y el Caribe del Foro sobre Educación Superior, Investigación y Conocimiento, realizado por la Unesco en el año 2003. Dignificar la labor del docente, invertir en recurso humano, es el primer paso.

En el ambiente general de la sociedad ecuatoriana no existe mucha claridad sobre el concepto de tecnología, innovación y sobre la relación de éstas con el progreso.

Todos lo sabemos: si en Ecuador no se hace un gran esfuerzo por ponernos al día en materia de investigación, estamos condenados al rezago internacional y a la postergación de un proyecto integral de desarrollo social. Si lográramos superar el conflicto interno y los recursos continúan destinándose a ciencia y tecnología, el país dará el brinco social que necesita.

El empeño debe ser tripartito: Estado, empresa privada y universidades deben aunar esfuerzos y trabajar en llave. Sin embargo, hasta el momento, la empresa privada no ha dado muchas muestras de confianza en la academia. Ésta, a su vez, ha procurado encerrarse en una burbuja intelectual que la aleja de las realidades prácticas del país. Pero hay excepciones como
bien lo destaca el informe de los Principales idicadores de actividades de Ciencia, Tecnología e Innvación ACTI 2012- 2014, elaborado por la Senescyt y el INEC.

El Pacto por la Innovación Tecnológica es un intento nacional por promover esa confianza. El objetivo es hacer que el país llegue al 2020 cumpliendo estándares internacionales de inversión en innovación y producción tecnológica nacional, para que Ecuador pueda alcanzar niveles favorables de competitividad en el mundo globalizado. Este tipo de convenios tienen antecedentes en países de reciente y acelerada industrialización como Irlanda, Corea, Israel y Japón.

Formar más recurso humano de alto nivel –maestrías y doctorados– para la investigación y la innovación, en áreas estratégicas de la ingeniería y la ciencia, y otorgar prioridad a la investigación requerida por el empresariado y en general por el sector productivo, es lo que deberían ofertar los ocho binomios presidenciales que participarán en los comicios de febrero de 2017.

EcuadorUniversitario.Com

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