Por: Dr. Luis Rivadeneira Játiva
La fresca y hermosa juventud de la poeta sangolquileña Rosa Mercedes Sosa Gordillo, engalanó el Recital de Poesía “Una historia, una vida, mil huellas eternas…” que, en su homenaje, se efectuó en el Salón de la Ciudad de Sangolquí, el día Viernes 31 de octubre del 2014, acto cultural organizado por el Arq. José Batallas.
Una aceptable concurrencia se congregó al auditorio del Salón de la Ciudad para participar del emotivo homenaje de la poeta. La Casa de la Cultura Ecuatoriana «Benjamín Carrión»- Extensión Rumiñahui, tomó en cuenta los valores de la cultura que dejaron sus obras, las cuales son un legado imperecedero en el campo de las letras y las artes, para comprender nuestra identidad.
“Sangolquí, faro y puerto de mi vida”, es la frase con la que Rosa Sosa Gordillo inicia uno de sus poemas que dedica a su terruño. Se la conoció como: “La Rosa de Sangolquí”. Maestra de los Colegios Juan de Salinas, Luciano Andrade Marín, Emilio Uzcátegui, La Presentación, Martín Cereré; rectora del Colegio Mydes y directora – fundadora del colegio Masay, de Quito.
Su hija Ivonne Andino recordó que el escritor uruguayo Mario Benedetti se refirió a su madre en estos términos: “La pluma de Rosa Mercedes Sosa es como un cincel para el escultor, modela, forma, etérea, eterna que reverbera en los tiempos con una reacción en cadena que desatarán: ¿quién sabe?…tempestades o apagarán: ¿quién sabe?… fuegos”.
Rosita funda el colegio “Masay”, institución llevada por el amor que tiene a los niños y llevada también por su magistral arte que llevaba dentro de sí, la literatura. Ese amor convierte al Masay en una institución donde se encuentra la alegría de aprender y ella llevada por ese amor deja esto para la posteridad.
Admirada por su belleza y por su poesía. Obtuvo el premio Parnaso en Venezuela (1978), con la obra: “Ven, Jesucristo”. Fue editorialista del periódico El Mundo, de Caracas; miembro honorífico de la Casa de la Cultura Ecuatoriana; miembro de la Asociación Latinoamericana de Escritores y fundadora del grupo Alborada.
Quienes fuimos sus compañeros en la Facultad de Filosofía de la Universidad Central y trabajamos con ella en su Colegio “Masay”, tuvimos la suerte de conocer a una mujer de espíritu noble, con una alma tan grande, que se ha quedado con nosotros por siempre.