Por: Fernando Naranjo-Villacís
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Cuando lo inviten a pasar a la mesa para compartir alimentos, debe tener presente aquello de “dejar por política”… es decir: no quede el plato limpio, que algo se vea, por educación. ”Dejar por política”, es el dicho popular que nos recordaban la abuela y los profesores en la escuela o el colegio, al referirse al manual de urbanidad y buenas maneras del político y escritor Manuel Antonio Carreño.
Usted amiga/o lector/a, ¿Qué opina?.. Pues, no faltará alguien que diga: -con lo caro que están los ingredientes, dejar algo es inadmisible.-Hay que comerlo todo-. O talvez decir: -hay personas que no tienen ni siquiera un bocado y yo aquí, voy a dejar esto como sobra o desperdicio -O la típica… -¡uuuyyy! hay que cuidarse del que dirán, no vayan a pensar que estoy -muerta/o de hambre.-
Esto de la política es un caso. La tenemos hasta en la mesa. En la misma sopa… Al no poner en práctica el famoso Manual de Manuel, podemos “meter la pata” y quedar como mal educados. Recuerdo que una amiga, me refería de la plática mantenida con unos compañeros de trabajo. Al hablar, precisamente, de estos modales, uno de ellos decía a toda voz: -Yo como con cuchara, soy socialista. Sólo esos de derecha, esos pelucones, se complican la vida con tenedores y cuchillos -Mi amiga se quedó de una pieza y dijo: Y eso, que tiene que ver con el socialismo. Yo soy socialista y uso todos los implementos necesarios, porque es parte de la buena educación familiar. Si comes con cuchara o cucharón es tu decisión, pero no metas en esto al socialismo… Bueno y parece que se iba armando el gran berrinche, sólo por esta preferencia del susodicho.
Y en realidad, esto de la política como que tiene un ingrediente culinario: el picor…el ají, el picante. Hay quienes necesitan de este intenso sabor para darle gusto a la comida. Hasta hay aquel dicho: “Comida mala con ají resbala”. La política requiere unas veces de salsa, otras de picante. Yo, quedaría a la espera del postre para que este encuentro gourmet concluya con algo poético al decir: el pastel de piña es como el cielo comiéndolo por cucharadas. Bueno, pero finalmente lo hice con la cuchara para que el “compañerito socialista” no ponga mala cara.
Por si acaso, yo pretendo ser humanista. En esto de la política hay que hilar muy fino, porque puede mal interpretarse e inmediatamente, surgen los comentarios. Nosotros aquí estamos en un ambiente de comen sales y no quiero comen zar una discusión por sólo haber referido esta anécdota de la cuchara.
En los aspectos de la vida familiar, social, empresarial y profesional, es bueno tener presente esto de la política, como sinónimo de diplomacia, principios, cortesía, habilidad, corrección. En el otro significado, el de gobierno, allí si, el tema es tormentoso, pues como decía el General Alberto Enríquez Gallo: “La política devora a los hombres”.