EcuadorUniversitario.Com

La recuperación del tren de Alfaro

Por: Vinicio Vásquez Bernal

La dignidad de los pueblos es un espacio tan especial como frágil, espacio donde no puede admitirse ni la lisonja ni la idea absoluta, más bien ha de construirse buscando siempre que el razonamiento inteligente y la autocrítica genere sus especiales puntos, mismos que han de pronunciar con voz clara y palabra robusta las verdades del ciudadano y de su entorno, y es allí justamente donde los mega proyectos de la Patria deben nutrir el sentido de identidad de los pueblos.

En tal virtud, satisface de sobremanera el ver cómo la recuperación del Ferrocarril Nacional va cumpliendo sus objetivos y reconstruyendo aquello que, desde muchas ópticas, es una de las obras emblemáticas de la identidad ecuatoriana.

Satisface, en primer lugar, por la recuperación de la enorme infraestructura que ha restituido, la operatividad, el color y la elegancia a la gran obra, aquella que en sus inicios surgió fruto de la conjunción de los sueños de García Moreno y Eloy Alfaro, obra cuya génesis está más allá de las diferencias ideológicas y responde más bien al afán de brindar desarrollo y bienestar al Ecuador.

En estricto sentido de justicia, debe indicarse que a este proyecto de recuperación del trn de Alfaro, es el componente de trato humano cordial y alegre lo que mejor lo caracteriza. Es que por razones personales de un investigación, tuve que acudir a las oficinas del proyecto en Quito, recibiendo un apoyo total y de gran calidez a mis inquietudes, lo que además me posibilitó que conozca de forma directa lo tangible del proyecto mencionado, mismo que enaltece el civismo de cualquier ciudadano de Ecuador, especialmente cuando entre esos hombres de decisión firme que surcaron los Andes para hacer realidad el gran sueño estuvo mi abuelo materno, Rafael Bernal Pinos, que en mi niñez, con la narrativa del amor me contaba mil y un historias de cómo el tren había llegado a la población de El Tambo, en la provincia del Cañar.

Mi abuelo relataba cómo había cambiado la vida de esa gente y de ese pueblo, cómo él, junto a ingenieros y la cuadrilla había “dado línea”, para que entre hierros, durmientes, clavos inmensos y valor, la gran maquina avance. “Con lo que allí ganaba ayudé al sustento de mi madre que era muy pobre”, me decía, más en mi entendimiento de niño, lo que más me impresionaba era cuando me narraba de los coches descarrilados o de los no pocos accidentes que se habían dado, que siempre terminaban con un hecho heroico de mi ancestro.

En fin, que grato que ese significado de identidad nacional donde confluye lo humano, lo personal, la historia de los pueblos y la realidad de nuestra Patria esté siendo recuperado como memoria histórica, como valor cívico y como generador de desarrollo.

Que satisfacción que quienes están al frente del mismo lo hagan fundamentándose en directrices de humanismo. El proyecto es tan grande, seguro que aquellas componentes que involucran el sentir de pequeñas poblaciones que surgieron y se desarrollaron en torno a la línea del ferrocarril, serán tomadas en cuenta en magnitud plena, en base de diálogos directos que permitan que la justicia histórica se imponga y se alcance así el desarrollo pleno, aquel que surge del respeto a la dinamia social y a la identidad de los pueblos. Para ello también es fundamental que las autoridades locales, vean más allá de lo simple y presenten propuestas viables que beneficien a todos.

Además, este proyecto busca mostrar al mundo la belleza de nuestra geografía y sus contrastes, donde el análisis costo beneficio no puede medirse en la frialdad de los números; debe evaluarse en la proyección infinita que resulta de contar con un atractivo tan significativo y que el mismo sea reconocido a nivel mundial. En tal virtud, merece el apoyo de todos, por diversas razones, especialmente porque el mismo responde a nuestra historia, proyecta nuestros paisajes y sobre todo asigna una justo valor a lo que es nuestra ecuatorianidad.

Salir de la versión móvil