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La Tsé-tsé y el DDT

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato

Se sabe que la mosca tsé-tsé es la transmisora de la “enfermedad del sueño: fiebre, inflamación de los nódulos linfáticos, compromiso del cerebro y la médula espinal conducen a una profunda letargia que desemboca con frecuencia en la muerte del infectado”. Esta mosca se proliferó en el África entre la maleza  y la fauna salvaje. Según dice el periodista investigador Jorge Orduna, a quien me estoy refiriendo y tomando datos de su libro Ecofascismo (Ed. Planeta, s.f.). Entran en escena los intereses y criterios de los “conservacionistas europeos” que impidieron a los nativos la quema de malezas y desmontes para cultivos y más bien fueron de la idea de generar la “áreas protegidas”  impidiendo a los nativos estos desmontes y  la caza de animales. Hasta en el negocio de las películas nos damos cuenta que fueron concebidos para distracción y recreo de los blancos dentro de los “parques naturales”, que además eran negocios del ecoturismo con gastronomía exótica. Desde luego que en el negocio entran los gobiernos disfrazados de defensores de la naturaleza.

El investigador evidencia que médicos como un doctor George Pretince había hecho denuncias ante el Ministerio de Asuntos Coloniales que “los responsables de las leyes de caza son los responsables de la presencia de la tsé-tsé…”. Los británicos, hace cien años (1925) tuvieron miedo e “implementaron  una política de control del ganado salvaje”. Sin embargo, los del negocio llegaron a decir que “la erradicación de la mosca tsé-tsé sería así una desgracia para el África…” y prohibieron la fumigación en los parques nacionales. ¿Qué se pensaba con esto? Pues que no importa que muera la gente, con tal que se conserve la naturaleza intacta que necesitan los empresarios ecologistas.

“Otro de los temas en que las grandes ecologistas han hecho sonreír a los partidarios de la reducción poblacional es la campaña contra el DDT. Principal enemigo de la malaria, pues mata al mosquito portador; el DDT fue denunciado por los ecologistas como nocivo  y se logró la prohibición  de su uso en Estados Unidos en 1972. Iniciaron esta campaña la WWF y Max Nicholson y pronto Greenpeace y The Environmental Defese Fund se sumaron a la condena radical al DDT. Como consecuencia la prohibición se extendió a diferentes países. El resultado fue que los índices de mortalidad por paludismo volvieron a crecer. Cada año, cerca de 300 millones de africanos contraen malaria, y para dos millones es la causa de muerte…” Hay más cifras en el libro que dan la idea de que esta política de control poblacional les está yendo en contra, razón por la cual:

“En los 30 años que duró la prohibición decenas de millones de personas murieron por causa de esta política. Lo peor del caso es que en 2005 tanto WWF como Greenpeace han revertido su posición contra el DDT, y viendo que los métodos alternativos que habían propuesto no funcionan, ahora reconocen que su uso es un mal necesario (según cita de una entrevista  en The New York Times, 2005). Nos equivocamos, pero no importa, ahora cambiaremos de actitud”, han dicho.

El periodista norteamericano Paul K. Driessen ha escrito en 2004: “Si los Estados Unidos fuesen golpeados por la malaria en el mismo grado en que lo está el África subsahariana, más de 100 millones de norteamericanos se verían infectados cada año y 500 mil morirían (la mitad de ellos, niños). Muchos quedarían incapacitados para trabajar durante semanas y meses por agónicos ciclos de fiebres…muchos quedarían con daño cerebral permanente…Exigiríamos la acción inmediata para terminar con la epidemia, incluyendo fumigación general con DDT y no toleraríamos objeción alguna de la comunidad internacional. Pero nosotros ya no tenemos paludismo. Principalmente gracias a los pesticidas…” Así funciona nuestro mundo con las pandemias. ¿Se dan cuenta en manos de quiénes estamos?

 

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