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Los antecedentes teóricos: Independencia y Libertad

Bicentenario:

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador-Cronista Oficial de Ambato

Hay dos cosas que se deben plantear para el desarrollo de esta reflexión:

1.- ¿Quiénes necesitaban independencia en América?, y particularmente en la vida colonial de lo que hoy es Ecuador.

2.- ¿Quiénes fueron sus ejecutores y por qué asumieron ese rol?

Estos dos criterios parten de un equívoco que está en el imaginario comunitario: se  confunde independencia con libertad. Si esto ocurre, por la sola deducción de antítesis, la independencia guarda más relación con le jerarquía de poder, puesto que los que no quieren depender, por ser subalternos a un orden establecido, son los que buscarían romper esa cadena. La Real Academia es la que ha vinculado este concepto con la libertad como “falta de autonomía, especialmente de la de un Estado” que resulta ser independiente “cuando no es tributario, ni depende de otro” (1)

La independencia entonces fue un logro político-administrativo que tenía que ver directamente con lo económico, puesto que toda gestión administra bienes y riquezas estructuradamente, están en favor de quienes en la cúpula de un poder, así pensado y organizado, que en este caso fue el monárquico-religioso (cristiano).

Curiosamente los diccionarios básicos no incluyen mayores detalles del concepto de independencia, que de paso resulta ser de mucha celebración y utilización en el ámbito de usuarios de la lengua española que estamos en hispanoamérica. Ni siquiera consta como de uso de los llamados americanismos, para referirse al hecho político de haber roto con la monarquía española. Hay que buscar en la Real Academia el concepto de dependencia, para darnos cuenta que el principio que nos mueve es la subordinación, esa jerarquía y autoridad que se impone desde la estructura social básica como lo es la familia; porque el hijo, hasta que se autoabastezca es un dependiente de su madre y de sus mayores. Po ello, la definición de la Real Academia dice que la dependencia “viene de un reconocimiento de mayor poder o autoridad”.

Preguntémonos entonces ¿ómo y en qué circunstancias ocurre esto? Respondamos que alimentan la idea de dependencia quienes son de alguna manera beneficiarios del poder, aunque sea de sus migajas (dependencia al FMI por ejemplo). La independencia en cambio es un estado de insurgencia estructural que resulta como consecuencia de una actitud intelectual de conciencia, desarrollada entre sometidos solidarios, o entre interesados en captar el poder. Así las cosas, dejemos hecha la pregunta: ¿Fue de indios y de negros la idea de independizarse o la idea de libertad que significa disponer de su libre albedrío? ¿Quiénes eran los que no querían ser subalternos a una autoridad? ¿Con qué claridad de conceptos operaban?

La libertad en cambio es un concepto más profundo. Tiene que ver con el espíritu y con todas las amarras que pesan sobre ella. La libertad, en el caso americano, la necesitaban y la necesitan los sometidos, los esclavos, los considerados sin derechos a ser reconocidos como parte de la especie humana. En este caso y en nuestro medio, en tal situación estaban los indios y los negros que, inclusive, fueron objeto de compra-venta pública, amparados por un camuflado concepto utilitario que desligaba la reflexión sobre el problema de la conciencia y del alma. Vendibles, azotables, sin voz ni voto ante las leyes y ordenanzas, considerados animales productivos de rostro humanoide, domesticables por la religión, manipulables por el racismo, víctimas condenables del machismo, descartables de la salud pública, encarcelables y azotables, etc. ¿tendrán derecho al concepto de libertad?

Un viejo diccionario de filosofía dice que la libertad, “es la exención de trabas” (2). Lo que busca un ser libre es “una cierta facultad de autodeterminarse espontáneamente” (3). Fue el suceso histórico del llamado descubrimiento de América y las subsiguientes etapas de conquista y colonia, las que dejaron a los nativos sin esa “facultad de auto determinarse espontáneamente”, víctimas del imaginario medieval. Esto se corroboró con la trata de esclavizados que se comercializaban desde África, que también quedaron sin esa “facultad de autodeterminarse espontáneamente”. Esto, no es que fue un hecho de una barbarie de pensamiento de la época, sino una trampa de la conducta que implantaron los traficantes de poder con miras a extorsionar a unos en beneficio de su poderío.

Ahora vayamos a los planteamientos iniciales: ¿Quiénes eran los grupos de población hispanoamericana que necesitaban auto determinarse para proclamarse libres? La respuesta está clara: Eran los indios y los negros. Le seguirán los mezclados productos del machismo con negras e indias a quienes en dos palabras llamaremos mulatos y mestizos.

¿Quiénes buscaban romper las cadenas de las utilidades administrativas y quedarse en el poder? Pues, claro está,  los independizadores a quienes hemos llamado próceres y libertadores, por seguir los conceptos dependientes de los procesos educativos. Así han sido llamados y reconocidos por sus círculos de beneficiarios, por sus intelectuales  salidos de sus úteros oligárquicos, hacedores y escritores de las historias sectoriales, que han vendido la idea de que la independencia fue un hecho paternalista de gran sacrificio patriótico, orientado a beneficiar a los esclavizados que vivían y viven al margen de su libre determinación.

¿Qué hicieron los independizadores con los esclavizados indios y negros, más toda suerte de sometidos mestizados en el crisol colonial, en el contexto revolucionario? Pues los utilizaron como carne de cañón y les dejaron anónimos y sin el procerato; sin los reconocimientos, ni las medallas, ni las propias funciones públicas por las que les hicieron entrar en las batallas. Al parecer solo  los próceres independizadores aparecen en la historia como personajes que tomaron las armas.

Por esto, estas rememoraciones deben ser tenidas como sucesos de gente interesada. Son ellos quienes tienen pleno derecho a una “celebración”, incluidos los acólitos bisoños que sin más reflexión caminan por los senderos de adulo y el oportunismo. A los grupos sometidos a las independencias y a la libertad les queda alimentar los procesos de reconstrucción de un nuevo orden social que beneficie a los de su clase, atentos al peligro de quienes son gente armada que usa la fuerza para mantenerse en el poder estructurado para las cúpulas calculadoras.

Sobre la segunda interrogante que nos planteamos de ¿Quiénes fueron los ejecutores y por qué asumieron ese rol?   De un modo sencillo digamos que buscaron la independencia los que administraban el poder colonial, o sus hijos que la heredaron. Los que se militarizaron con ese pretexto. Es decir, fueron asuntos de intelectualidades de familia, fueron asuntos de visión de las oligarquías de la época que estaban preparadas y habían sufrido discriminaciones a los rancios conceptos racistas y de nobleza que amparaban a los chapetones que por todos los caminos desacreditaban a los indianos, nacidos en Indias, aun cuando fuesen de mejor estatus económico-intelectual. En la pugna oligárquica están dos bandos con sus seguidores: los de la mentalidad rancia de ser nacidos en la cuna de la casa noble hispánica peninsular; y los menospreciados descendientes de ellos mismo que por haber nacido en sus colonias, eran tenidos como producto de sus establos.

Entonces, desde el punto de la sicología social o de la sociología, una de las motivaciones y razones  independizadoras fue el romper con esos criterios. También fue objetivo el quitarse de encima a los discriminadores que legalmente no fueron tenidos con igualdad ante la ley. El caso es que no lucharon por abolir las castas, sino que pelearon para anclarse en las estructuras de ese imaginario que lo emplearon en beneficio propio. Recordemos que luego de los sucesos militares de la independencia, las mismas leyes coloniales siguieron vigentes.

Si el solo hecho de nacer en Indias les desmejoraba el estatus del imaginario monárquico, así las cosas, la independencia también fue un producto de los resentimientos emocionales. Por esto,  bien se podría hacer una lista categóricamente clara de “nuestros” próceres, militares, condes, marqueses, miembros del clero, etc. que habiendo estado primero al servicio de su “adorado monarca”, se voltearon a defender la “causa de la independencia”. La lista es larga.

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