Los intelectuales orgánicos

Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Historiador – Cronista Oficial de Ambato

¿Qué son los intelectuales orgánicos en nuestro medio? Sin más rodeos, son los más listos que tienen las familias de poder en nuestros núcleos sociales. Pueden o no haber estudiado. Si lo han hecho, no es que vayan a defenderse con su profesión en el sustento diario, sino que necesitan título para su honoris causa de la manipulación. Estos ilustres orgánicos, hasta por inercia están dispuestos a ocupar los espacios directrices para ejercer un control ejemónico que apuntala al control de la economía. Provienen en nuestro caso de dos etapas históricas muy marcadas. Los más rancios o ancestrales, para no aplicarles un calificativo de quesos guardados y casi putrefactos, son herederos de las llamadas “estirpes” coloniales. Gente que deviene de apellidos que ejercieron control sobre la sociedad vencida y ultrajada. Los más frescos, de los que también tenemos a la orden del día, provienen de la manipulación ideológica de los heroísmos hiperbólicos, míticos, con que saltaron al pedestal de la república, en medio de las revueltas de la independencia. Son los descendientes de supuestos héroes, los que sacan el pecho en las rememoraciones de efemérides calendarizadas por ellos mismos, y que se han convencido de esa importancia que da la cantaleta, la que nos obligan a aprender hasta en la educación cívica.

Un intelectual orgánico tiene como cosa suya un pueblo, una villa, una ciudad, una provincia, una región. Y desde luego que los intelectuales orgánicos vienen manejando las instituciones del Estado. “En cada siglo o período histórico surgirán una o dos familias principales en torno a las cuales van a girar las familias secundarias constituyendo un tupido entramado de relaciones interpersonales, cuyos intereses como clase y como élite de poder serán coincidentes; el elemento aglutinador a nivel ideológico y político va a recaer sobre sus intelectuales orgánicos, cuya función principal será la de asegurar a su red familiar la hegemonía social y el control político, legitimando así su dominación en el bloque de poder”. (Ver: El papel de las redes familiares en la configuración de la élite de poder en Centroamérica, por Marta Elena Casaúz Arzú)

En nuestra experiencia, los intelectuales orgánicos, para camuflar su injerencia directa, han elaborado leyes, ordenanzas y reglamentos que les dan respaldo. Son escudos y parapetos que les aseguran su imagen de fondo. Es muy de nuestro comportamiento de subalternos el tener que hacerles la genuflexión verbal antes de cualquier declaración pública. Un intelectual funcional y crítico al frente de un organismo de su competencia les resulta molesto e incómodo si no menciona primero la dependencia y su condición de “favorecido” o de simple ejecutor de lo que ha sido “aprobado” por quien ocupa el trono del poder. Si algo tiene de intelectualidad algún burócrata, termina en apariencia, puesto que pasa a ser un peón orgánico del aparato del poder.

Los intelectuales natos no sirven para cargos de la burocracia. Sencillamente tendrían que operar en contra de estas estructuras si quieren dar rienda suelta a su creatividad. El intelectual funcional, de hecho tiene un sentido crítico de la vida y de su sociedad. El intelectual orgánico y sus peones o pajecillos, terminan desterrando la creatividad con la que se ilusionan llegar al poder para ocupar los cargos. Los intelectuales orgánicos, según Marta Elena Casaúz Arzú, utilizan su “capacidad de mimetismo y metamorfosis”. Tienen muy desarrollado su olfato y su capacidad de cálculo. Por eso entregan el caramelo de una función a sumisos y obedientes, con trayectoria en el adulo.