Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/ Cronista Oficial de Ambato
En el Archivo Nacional en Quito (fondo especial de la Presidencia de Quito, 1825), fui a dar con documentos relacionados con uno de los hermanos que se conocen de Eugenio Espejo, el Prócer de la Independencia. Muy poco conocidos son sus hermanos, el presbítero Juan Pablo y su hermana Manuela, quien escribió para las Primicias de la Cultura de Quito, bajo el pseudónimo de Erophilia, que quiere decir que era apasionada por la sabiduría, una amante obstinada de los saberes en medio de los campanarios quiteños.
En su partida bautismal que reposa en la iglesia de El Sagrario en Quito, se fija su nombre como María Manuela Dominga de Espejo y Aldaz, nacida el 20 de diciembre de 1753. Se recuerda que fue la quinta y última hija de Luis Espejo y Catalina Aldaz. Falleció en 1829 a los 76 años. Sobre el presbítero Juan Pablo, recuerdo haber publicado en nota periodística lo investigado en el Archivo Nacional. La biografía que ahora nos ocupa tiene que ver con este personaje promocionado por la “campaña” gubernamental como “Manuela Espejo”.
En el imaginario biográfico que maneja el ecuatoriano común, debido a la figura del hermano Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, hay un dejo sensiblero derivado del estigma indígena que nos contaron sobre el apellido “Chusig” de su padre, que tuvo que alterar su raíz étnica para volverse médico. Pero este cuento ya resulta mal contado, si miramos las actas y el mundo de relaciones de los Espejo, unido a su condición de intelectuales participando en las “vísperas” del festejo republicano. Preguntémonos, ¿Cómo así que el hermano Juan Pablo se hizo sacerdote, en una época en que las élites requerían muchas exigencias para ingresar a los conventos? Por otra parte, ahora se sabe también que los Espejo estuvieron muy vinculados al Barón de Carondelet, Presidente de la Real Audiencia de Quito en 1779. Vale el dato de la investigadora pelileña María Helena Barrera, (dejemos así su apellido, para que no pase como con los Espejo, porque María Helena se ha puesto un apellido compuesto: Barrera-Agarwall, que no tiene explicación en nuestro medio.- Mejía Secreto, 2013). El dato aclara que el famoso “Barón de Carondelet no era el típico burócrata borbónico”. Esta justificación no viene al caso sino como conjetura para establecer no sé qué simpatía de redacción con el coloniaje.
Manuela, según Wikipedia, “Contrajo matrimonio con el jurisconsulto José Mejía Lequerica en la iglesia de El Sagrario, siendo los padrinos del enlace Juan de Dios Morales y su esposa, María Oleas. Pese a la simpatía por las causas independentistas y científicas que el matrimonio tenía en común, y probablemente debido a que existía una notable diferencia de edad (Manuela era 22 años mayor), cuando Mejía se trasladó como diputado a las Cortes de Cádiz se olvidó de su esposa y entabló una relación con la joven andaluza Gertrudis Sanalova y Benito, a quien dejó como su heredera universal al morir”. Se ve que el matrimonio fue “conveniencia”, como se dice en nuestro medio. Sobre los Espejo hemos de seguir hablando.