La pandemia de COVID-19 llegó como llegan las cosas malas, inesperada y silenciosamente; sin que nadie haya estado preparado. Y se instaló en cada pliegue de la Tierra. También se ubicó entre nosotros para separarnos y recordarnos lo frágiles y finitos que siempre fuimos; hace que valoremos lo más importante de la existencia. De la noche a la mañana, debimos adoptar otros hábitos de convivencia, dejamos los espacios antes cotidianos, bulliciosos y compartidos. La voluntad personal y el hogar se convirtieron en fortaleza infranqueable, garantía propia y de los demás. Canjeamos nuestra libertad y privacidad por la seguridad o, al menos eso pensamos. La vida dio un giro inesperado.
Ante la emergencia, para vencer la adversidad cuidando la salud y cumpliendo la misión que tenemos, nuestra Universidad se adaptó responsablemente, pues contamos con especiales fortalezas, una propuesta académica sólida, crítica, acorde a la realidad, y con una comunidad comprometida, resiliente y solidaria de docentes, estudiantes, funcionarios y trabajadores.
Migramos por un tiempo a la modalidad no presencial; así, la tecnología y las plataformas digitales se convirtieron en las mejores aliadas; llevamos a casa el oficio y el estudio, la pantalla convertida en oficina y aula a la vez; pedagogía, comunicación y coraje convergen en el mismo espacio. Estamos distanciados físicamente, pero conectados como nunca antes.
Pero esta infortunada época pasará, como pasa el tiempo o el agua del río, y llegará la hora de reencontrarnos en el campus, para llenar los espacios, intercambiar palabras y tomar un café, rememorar que pese al infortunio no flaqueamos ni abandonamos proyectos, que cuando más se necesitaba arrimamos el hombro y remamos en la misma dirección. Habrá ocasión para reunirse y celebrar por el deber cumplido y las metas alcanzadas.
Lo dijo Benedetti: “No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros, y destapar el cielo… Vivir la vida y aceptar el reto… ”.
Finalmente, seamos conscientes de que enfrentamos algo extraordinario, que de alguna manera nos reinventamos para crecer juntos.
¡El ánimo y los brazos siempre arriba!
Reciban ustedes y sus familias, mi saludo fraterno.
César Montaño Galarza
Rector
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