Mi educación, nuestro futuro. Un compromiso para recuperar y proteger el aprendizaje en América Latina y el Caribe

América Latina y el Caribe enfrenta la mayor crisis educativa de su historia. A más de dos años de la pandemia, los 170 millones de niñas, niños y jóvenes de la región han vivido unos de los cierres escolares más prolongados del mundo.

Si bien muchas escuelas han reabierto sus puertas, la crisis educativa no ha terminado, solo se ha vuelto menos visible. A pesar de los esfuerzos significativos de los países, no todos los estudiantes de la región han regresado a las aulas y millones han perdido tanto en términos de aprendizaje que ahora están en riesgo de abandonar sus estudios.

Los graves impactos educativos derivados de la COVID-19 demandan acciones urgentes, coordinadas y a escala para rescatar el presente y el futuro de las niñas, niños y jóvenes de la región y, con ello, la esperanza.

El Banco Mundial, el Diálogo Interamericano, la UNESCO y UNICEF se unieron para hacer un llamado a todas las naciones de América Latina y el Caribe, y a todos los actores sociales nacionales e internacionales vinculados a la educación, para lograr la recuperación educativa a través de cuatro compromisos clave:

Colocar a la recuperación educativa en lo más alto de la agenda pública como factor clave para la recuperación social y económica tras la pandemia

Esto implica: (i) garantizar un adecuado financiamiento del sector; (ii) adecuar los marcos normativos en función de las acciones necesarias y urgentes para la recuperación; (iii) fortalecer la institucionalidad para agilizar la implementación de procesos y adecuada gestión de recursos; y (iv) contar con recursos humanos idóneos y suficientes en todas las instancias relacionadas al sector, desde las aulas hasta los ministerios.

Reintegrar a todos los niños y niñas que han abandonado la escuela y asegurar que permanezcan en ella.

Esto implica: (i) mantener las escuelas abiertas frente a nuevas olas de la COVID-19; (ii) poner en marcha estrategias para localizar a estudiantes fuera de la escuela e invitarles a reintegrarse; (iii) establecer sistemas de alerta temprana para identificar a aquellos en riesgo de abandono; y (iv) apoyarlos para que permanezcan en la escuela.

Recuperar el aprendizaje y asegurar el bienestar socioemocional de los niños y niñas.

Esto implica desarrollar e implementar sistemas de recuperación educativa a escala para millones de niños y niñas a través de: (i) diagnósticos con fines de mejora; (ii) la priorización curricular con énfasis en los aprendizajes fundamentales; (iii) estrategias pedagógicas orientadas a la nivelación y recuperación, aprovechando las tecnologías digitales, entre otras herramientas. También significa diagnosticar, acompañar y monitorear la salud y el bienestar de toda la comunidad educativa, tomando en cuenta el trauma y la pérdida que ha significado la pandemia para muchos.

Valorar, apoyar y formar a las y los docentes

Esto implica: (i) cuidar su salud y bienestar; (ii) reforzar sus competencias pedagógicas y digitales; (iii) apoyar sus habilidades socioemocionales para garantizar su propio bienestar y el apoyo a sus estudiantes; (iv) fortalecer la formación profesional con estrategias pedagógicas para la enseñanza en contextos cambiantes, las cuales demandan innovación y creatividad y, (v) resolver la escasez de profesionales que se ha hecho manifiesta en varios países de la región.

Las acciones que conforman este Compromiso por la recuperación educativa requieren de la inversión más ambiciosa en la historia de la región. Este mayor financiamiento está respaldado por la Declaración de París de la Reunión Mundial sobre Educación (2021) y por la reciente petición del Secretario General de las Naciones Unidas en su convocatoria a la Cumbre de Educación Transformadora (TES). Ambas instancias llaman a todos y todas a retomar las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 y desarrollar estrategias para garantizar una financiación adecuada y sostenible, adaptada a las necesidades de cada país.

Los esfuerzos de los Estados fueron considerables para asegurar la continuidad educativa a través de métodos a distancia. Tomando en cuenta las particularidades políticas, sociales y económicas de cada país y las limitaciones de conectividad presentes en millones de hogares en la región, urge redoblar los esfuerzos para eliminar las desigualdades y lograr una justicia educativa, priorizando a las y los estudiantes más vulnerables.

De no tomarse acciones urgentes, inmediatas y firmes para la recuperación educativa, millones de estudiantes en toda la región están en riesgo de abandonar la escuela por no tener el nivel de aprendizaje suficiente para seguir con sus estudios. Una generación entera podría sufrir consecuencias profundas y duraderas a nivel educativo, social y económico.

El Banco Mundial, el Diálogo Interamericano, la UNESCO y UNICEF instan a los gobiernos, organismos de cooperación internacional, y a toda la ciudadanía a un renovado compromiso  político y financiero, y a realizar acciones concretas ahora para evitar una catástrofe generacional.

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