Por: Carol Murillo Ruiz
Fue en Ciudad de México una tarde calurosa de agosto, hace pocos años, donde yo aclararía una confusión de décadas: don Mario, un humilde pero alegre chofer de taxi, me presentaba en su radio a uno de los mejores cantantes mexicanos con los que había pasado sus mejores noches de bohemia: Julio Jaramillo.¡Cuál sería su sorpresa al decirle que el tal ‘JJ’ no era mexicano sino ecuatoriano! Por supuesto, no me creyó. Tuve que hacer docenas de malabares probatorios luego para demostrarle que ‘Míster Juramento’ era más ecuatoriano que la sal prieta para que él cayera desolado oyendo otra vez sus inolvidables canciones.
Recuerdo la anécdota luego de mirar con pausa el excelente documental Si yo muero primero que Rodolfo Muñoz ha realizado sobre la vida artística de Julio Jaramillo y su recorrido por distintos países latinoamericanos. Todos conocemos de la acuciosidad de Rodolfo cuando investiga temas que le tocan y, sobre todo, aquellos que encierran eso que se sospecha es el ‘alma nacional’, pues esta vez registra con gran finura a un personaje muy conocido y no menos tratado, pero lo hace con una cercanía y un respeto a su arte, a las demarcaciones de su existencia social y humana, es decir, al centro de su razón de ser: un artista que halló la fama y el reconocimiento allá donde fuera, en los públicos más diversos y en las sensibilidades aún no tomadas por los embelecos del mercado de masas contemporáneo.
En el documental no solo escucharemos las canciones conocidas de Julio Jaramillo sino otras, tan bellas en sus letras y en su proyección poética que nos asombramos de que también nuestro cantor fuera autor y compositor de sus propias creaciones y paseara su talento por escenarios de alto renombre regional.
Uno de los prejuicios más repetidos en Ecuador es que Julio fue un cantante que solo gustaba en cantinas y sitios de poca monta. Criterio que desprecia, gratuitamente, una forma expresiva de lo popular que tanto dice de la pasión con que se vive el amor en situaciones límite (aunque el amor siempre sea una situación límite), y sus canciones, si se las escucha con prolijidad, le cantan más al desamor y la desilusión que al despecho. Aquellos prejuicios serán reducidos a la nada cuando ustedes miren el documental Si yo muero primero a partir del 22 de septiembre que estará en todos los cines comerciales del país.
Hay que destacar el tratamiento especial de cada dato y original encontrado aquí y en las ciudades que visitó Rodolfo Muñoz para armar este exclusivo filme. No fue fácil. Pero quienes tenían algo de ‘JJ’ lo atesoraban tanto que mostrarlo era como sacar una pieza de museo o revelar un trozo de su alma que el propio Rodolfo se eriza y se nota su angustia y su gozo al contarlo. Y en ese detalle, tras bastidores, me place ver y tocar a un realizador entregado completamente a su obra.
En el documental el espectador hallará, además, coleccionistas de discos de diferentes países, músicos que grabaron con ‘JJ’, recuerdos de viejos amigos, fotografías, viajes, conciertos, acogidas, modas. No descubrirá morbos, ni infidencias ni falsos ajuares. No se pierdan Si yo muero primero, les encantará.
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MENSAJE DEL DÍA DE www.EcuadorUniversitario.Com
En esta hora de incertidumbre para la Patria, cuando los valores morales, la verdad, la honradez, la amistad, el patriotismo, la justicia, han perdido vigencia, el libro MORAL INDIVIDUAL, de la autoría de Alfredo Pérez Guerrero nacido en Ibarra en 1901, y uno de los más grandes y eminentes personajes del Ecuador, tiene una enorme importancia, porque está dedicado por el autor “ …a los niños y jóvenes ecuatorianos, quienes construirán una sociedad nueva, más justa y más humana que la actual”.
Dice el maestro Alfredo Pérez Guerrero que: El espíritu tiene varios atributos: por la inteligencia nos hace conocer la verdad del mundo exterior según es percibida por nuestros sentidos. El sentimiento es una misteriosa energía que engendra emociones de dolor, amor o aversión. La voluntad, fuente de acción, facultad preciosa resultante de las otras dos, de cuya eficacia depende el provenir de los hombres y de los pueblos. La Moral Individual fija los deberes para cada una de estas facultades; observa las virtudes que la embellecen y los defectos que la corrompen.