Niñas y niños ecuatorianos: desnutridos, maltratados y abusados

Mónica Mancero Acosta

Por: Mónica Mancero Acosta

Cómo una sociedad trata a sus niños nos puede dar la medida de su talante, y la nuestra es de las peores sino la peor de toda América Latina. Y en esto todos somos corresponsables: padres, maestros y Estado.

Debería darnos vergüenza, el índice de desnutrición infantil que se mantiene imbatible desde antes del correísmo, luego de una década de él, en el postcorreísmo hasta el gobierno actual. El único consenso que en distintos proyectos políticos ha funcionado parece haber sido mantener desnutridos a nuestros niños y niñas. Según datos del UNICEF el promedio es de un vergonzoso 25%, es decir la cuarta parte de nuestros niños están creciendo con  desnutrición crónica desde hace dos décadas.

La desnutrición infantil no se combate con un vaso de leche  solamente sino que, al ser un problema estructural, se requiere de medidas más profundas como proveer de servicios básicos en los sectores donde residen familias que no tienen provisión de ellos. De ahí que el papel del Estado a nivel municipal y nacional es fundamental.

Las niñas ecuatorianas son madres, cerca de 2 mil niñas pequeñas en 2021 dieron a luz, mientras que adolescentes de 15 a 19 años alrededor de 40 mil dieron a luz. De esta manera, la tasa de embarazo adolescente solo es superada por Venezuela, de acuerdo a datos de Unicef. Estos embarazos precoces frustran los proyectos de vida de las niñas y adolescentes y las pone con una responsabilidad difícil de asumir a esa edad y las coloca en situación de pobreza.

Los niños y niñas son severamente maltratados en sus hogares y también en sus escuelas, según una encuesta reciente de Unicef,  uno de cada dos niños ha sufrido maltrato físico o psicológico: gritos, insultos, bofetadas, nalgadas.  La violencia en la que crecen se reproduce luego en la sociedad, muchos de ellos se enredan en una espiral de violencia en pandillas o crimen organizado.

En suma, esto que nos debería escandalizar ya nos estamos acostumbrando, pero no debemos permitir que se normalicesi hoy no hacemos nada, en cinco, diez o viente años estaremos peor que ahora, con una generación perdida, sin oportunidades, habiendo crecido sin un piso básico de capacidades intelectuales y personales, sin educación y como reproductores de violencia.

Sin embargo, de esta situación unos son más responsables que otros, así debemos preguntarnos ¿dónde están los programas del Estado para contrarrestar esta terrible realidad? ¿cuál es la inversión destinada a programas para desnutrición infantil, embarazo adolescente, violencia y maltrato infantil? ¿cuánto? ¿cuándo? ¿dónde? Si la respuesta es que se privilegia el pago de los intereses, de la deuda o el crecimiento de las reservas internacionales, significa que  por ahí no es, que no han entendido nada y que debemos dar un viraje enérgico frente a esta situación.