Por: Mateo Sebastián Silva Buestán
Estudiante universitario, Cuenca (Ecuador)
El pasado 24 de mayo, a propósito de los 199 años de la Batalla de Pichincha, tomó posesión como Presidente de la República del Ecuador el Sr. Guillermo Lasso candidato por la unión de los partidos políticos CREO y PSC. Esto tras una confusa primera vuelta electoral y un sorpresivo balotaje. Ese día empezó, como para todo fiel conservador, con una celebración religiosa en honor a su victoria ¨popular¨. Así, el Te Deum auspició una ¨fiesta¨ nacional en territorio laico. Por supuesto, García Moreno y la consagración del país al llamado ¨Sagrado Corazón de Jesús¨ en 1873 no tiene influencia alguna sobre esta peculiar hazaña.
Es necesario precisar que un par de días antes de esta nueva consagración, la Asamblea padeció múltiples desvaríos en tanto a la elección de sus representantes. En este contexto, se rompieron varias alianzas, para dar paso a otras. Se pudo atestiguar a la derecha reñir entre sí, a la ¨izquierda¨ disolverse, a los protagonistas del paro de Octubre buscar árbol que mejor sombra les dé y a unos tantos dizque independientes allí, en el fuego cruzado. Después, se hicieron pactos que, desde luego, no buscan la coalición, sino más bien el interés de un colectivo. Como dos y dos son cuatro, lo que estos excelentísimos señores contaron a la prensa fue que todo se hizo en nombre de la democracia y en aras de empezar con pie derecho el nuevo gobierno. Ahora, a ver que bando traiciona primero al otro, aunque entre gitanos no se van a leer las manos.
Habida cuenta de los hechos previos a la transferencia de poder, regresemos al día conmemorativo en el que se dice que Antonio José de Sucre con su ejército venció a las tropas realistas. Pompa y boato: alfombra roja, gigantescos arreglos florales, exuberantes vestidos, accesorios que denotan poder económico, uniformes de gala, lustre, apretadas corbatas, boinas relucientes, numerosas delegaciones y una caterva de oligarcas. Irónicamente, todos llevaban un trapo en el rostro que impedía revelar su identidad y que de seguro les sofocaba por la estrechez de sus trajes. Por un lado, pañuelos negros que despedían al presidente saliente; y por otro, lágrimas que recibían al jefe de estado entrante. Auditorio lleno, distanciamiento nulo, ambiente nebuloso.
Los invitados especiales, de especial no tenían nada. En primera fila, el presidente del gigante amazónico y el heredero de la corona española. La presencia de un fascista con delirios de grandeza -Bolsonaro- y la de un monarca de ¨sangre azul¨ -Felipe VI- marcan la ruta que tomará el país respecto a su ideología política y social. Afortunadamente, Duque no asistió al evento. Brasil, uno de los países más afectados a nivel mundial por la pandemia gracias a la desidia de su primer mandatario. España, país que en su momento pretendió conquistar todo el globo, cuyos invasores, no exploradores, lo último que hubiesen querido presenciar es el cambio de mando presidencial de una de sus viejas colonias.
América Latina, nuevamente, atraviesa un momento delicado en su historia regional. Particularmente, en el Ecuador cada acción que se tome debe ser manejada con experticia de cirujano. Problemas hay, como reza una parte del himno, ¨a millares surgir¨. No obstante, en su discurso inicial, el señor Lasso, no abordó temas esenciales ni alcanzó las expectativas de los ecuatorianos y extranjeros que residen en el país. Sus varios intentos por evocar la figura de Roldós Aguilera y tratar de igualar su oratoria resultaron banales. No importa cuanto dinero haya gastado tratando de pescar el voto de los ciudadanos, la conciencia histórica prevalece. Se le inculpa como uno de los principales involucrados y responsables del feriado bancario de 1999, atroz acontecimiento que no se borra publicando una investigación que supone su inocencia.
Una parte del sermón predicado por el nuevo presidente decía ¨gobernar para todos¨ ¿Quiénes son todos? ¿El estrato social que nos ha ultrajado desde tiempos de antaño? ¿Las élites que curiosamente aplauden el triunfo del neoliberalismo? ¿Las multinacionales que siempre ganan el concurso público? ¿Los ministros que han dicho que la única solución es la privatización? A día de hoy, la frase que decora la banda presidencial ¨Mi poder en la constitución¨ nunca ha sido más explícita y peligrosa. La palabra ¨todos¨ involucra al pueblo. Ese pueblo que se ha visto entre la espada y la pared y que por temor, más que por voluntad ha colocado en el poder a la Banca, al Opus Dei, al salvaje capitalismo, a la censura de lo más preciado que tiene el Hombre: su libertad.
Finalmente, es oportuno citar un fragmento de una popular canción que tuvo su apogeo durante las protestas indígenas en la década de los 90´s. Canción que lleva por título ¨Hace ya 400 años¨. Dice:
El 24 de mayo, carajo,
Nos cambiaron de patrones, carajo.
Desde entonces son los gringos, carajo,
Que nos roban el petróleo, carajo.
Ahora también son los chinos, carajo,
Que nos roban nuestro oro, carajo.
Punto y final…