Por: Dr. César Ulloa Tapia Ph.D.
Vicerrector del Instituto de Altos Estudios Nacionales -IAEN-
Miles de madres adolescentes, homicidios y suicidios en jóvenes, desnutrición crónica infantil, deserción escolar, imposibilidad de los jóvenes para continuar con los estudios superiores, la ruralidad desatendida y olvidada, hospitales desabastecidos, entre otros tantos etcéteras. Esa es la radiografía de un país que no tiene agenda social desde hace algunos años. No es de ayer, es de siempre. ¿Acaso lo social no importa?
Después de Venezuela, nuestro país cuenta con el mayor número de adolescentes embarazadas, principalmente en los segmentos que registran condiciones de pobreza y en la ruralidad. Alrededor de este problema hay varias explicaciones como la composición del tejido social y la estructura económica. Ahí debe llegar el Estado en alianza con las alcaldías y las prefecturas, en una estrategia que combina educación, salud, bienestar social, economía. ¿Por qué no se hace lo necesario?
Después de Guatemala, Ecuador padece de desnutrición crónica infantil. Pese a que hay un despertar motivado por las organizaciones de la sociedad civil, todavía queda mucho por hacer en una asociación entre el sector público, privado, la academia, las organizaciones no gubernamentales, los colegios profesionales y los gobiernos locales. No podemos sacrificar el futuro de millones de niños y niñas.
En los dos últimos años, las principales causas de muerte en los jóvenes son los homicidios y los suicidios. Problemas de alta complejidad, pues en el primer caso, incide la presencia de las bandas y el crimen organizado, la pobreza y el afán de escalonamiento económico, y en el segundo caso, la dificultad que tienen los jóvenes para construir un sentido de vida, pues escasean las oportunidades de todo tipo. Un ínfimo porcentaje le hace caso a la salud mental.
Sigue siendo recurrente que los hospitales no cuentan con las condiciones para atender, entregar medicina, intervenir y dar continuidad a los tratamientos. Por todas estas realidades, un acuerdo nacional debe ser una agenda social para salvar lo más importante que tenemos como país: nuestra maravillosa gente. Ojalá tomen nota los candidatos, aunque no hay ninguna garantía que lo hagan.