Nos apasiona lo que hacemos

Todo niño o joven estudiante o deportista, por ejempo,  lo puede conseguir todo con horas de esfuerzo y mucho sacrificio.

Sin tesón, esfuerzo y fuerza de voluntad es complicado llegar a ninguna parte. Quien algo quiere, algo le cuesta, ¿no? Cuando te sacrificas por lo que merece la pena, no hay pérdida de tiempo porque el sacrificio forma parte de tu sueño, de tu ilusión. Desde luego, se necesita valer y ser bueno, pero las ganas por hacer lo que verdaderamente quieres son las que te llevan lejos.

En el mundo del deporte y en toda profesión es muy importante ser optimista y aprender a ser un buen profesional. En todos los años de tu niñez y juventud, más que mejorar en el conocimiento del juego y triunfar en las competencias, crecerás mucho más como persona.

Decidir siempre nos cuesta, pero hay que hacerlo. A los grandes y talentosos deportistas de elite como el ecuatoriano Antonio Valencia que triunfa en Inglaterra, les gusta asumir los retos y los cambios.

Para estar arriba trabaja con constancia, disciplina, inteligencia y entrega plena.

La vida de un deportista de elite está llena de disciplina. Desde fuera puede parecer demasiado bonito el “que bien viven estos”, pero todo este ritmo cuesta y mucho. La rectitud, las órdenes, el trabajo duro, cada entrenamiento, con cada partido de una competencia, hay que esforzarse siempre, si no es imposible.

Los futbolistas tienen jornadas largas, muy intensas, no solo ejercitan la técnica y el juego sino también la cabeza, observan jugadas, analizan estrategias y aprenden de otros. Están todo el tiempo así, trabajando duro, con presión, con mucha responsabilidad. Lo mismo sucede en las otras profesiones. Hay que ser bueno el lunes, el martes, el miércoles… No se puede bajar el listón.

Como personas, todos tenemos en común dos cosas: la pasión por lo que hacemos y las ganas de trabajar cada día mejor. Nos apasiona lo que hacemos. Es la clave.

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