Nuestro poder Sanador

Por: Fernando Naranjo Villacís
fnaranjo@gye.satnet.net

Si hay algo que anhelamos con todo nuestro ímpetu, es mantenernos sanos y vivir en paz. Nada más, es lo que personalmente considero prioritario, vital, el resto, llega por añadidura.

Los recientes movimientos telúricos con sus devastadoras consecuencias, nos ha llenado de dolor, angustia y nerviosismo permanente. Aún estamos con las réplicas que no dejan de preocuparnos. Nos alertaron ante la posibilidad de un nuevo sismo para el 28 de mayo, pero gracias a Dios, solo fue una falsa alarma.

Me impresionó ver en diario El Universo, al médico Dr. Leonardo Viteri, quien perdió su clínica en Bahía de Caráquez, allí, junto a su derribado centro hospitalario, atendiendo en un improvisado consultorio, con una mesa de plástico y dos sillas prestadas, ofreciendo sus servicios médicos para atender a sus coterráneos afectados por el movimiento telúrico y desde su vehículo, adecuado como farmacia, les entregaba medicinas de manera gratuita.

Desde el 16 de abril, venimos observando en Manabí y Esmeraldas, estas ejemplares muestras de solidaridad, especialmente de la sociedad civil que ha estado presente con su ayuda para de alguna manera contribuir con su ayuda generosa. Así varias entidades sociales, religiosas, empresas, industrias, gobiernos central y seccionales. Países amigos también llegaron con sus donaciones para socorrernos.

Es en casos como los que nos toca vivir, cuando damos especial valor a la generosidad, al enorme esfuerzo para actuar con bondad. La necesidad del bien es urgente, actuar como si se tratase de un cercano ser querido. Ofrecernos desinteresadamente. Decir presente, con nuestros recursos personales, nuestro tiempo y esfuerzos.

La mejor manera de incrementar nuestra paz, salud y felicidad, es compartiendo con los demás, especialmente ahora, en estos momentos de dura prueba. La generosidad con la que actuemos multiplicará lo que poseemos y nos dará lo que necesitamos. Si somos indolentes ante el dolor ajeno, veremos decrecer lo que poseemos.

Mantengámonos espiritualmente alertas para tratar de hacer en cada día un acto de bondad, muchas veces por esto solo escucharemos un: “Dios se lo pague”, “Dios lo bendiga” o “Dios se lo multiplique”… Pues bien, hay quienes no valoran estas humildes expresiones, que en realidad, tienen una potente carga de energía celestial y espléndido poder sanador, porque viene de gente sencilla, amable y buena, que nos da su sincero y amoroso pago con multiplicación de bendiciones.
La vida puede cambiar en un instante, testimonio de aquello está en el recuerdo del reciente 16 de abril. Tengamos siempre presente que la fortuna mayor no está en la acumulación de bienes y dinero, sino en la capacidad de obrar con auténtica generosidad.

Deja una respuesta