Por: Dr. Luis Rivadeneira Játiva
Los nuevos rectores, para el siglo XXI, deben estar preparados para dirigir eficientemente las universidades y politécnicas del país.
Ese nuevo perfil tiene que ver con el modelo de gestión para la formación y desarrollo de los directivos académicos universitarios, es decir, necesitan de entrenamiento.
Requieren de conocimientos de su área del saber, de pedagogía para la educación superior, formación en dirección universitaria a nivel de postgrado y experiencia en cargos de dirección universitaria. Son los estudios de postgrado los que permiten la formación de los nuevos rectores, los post-títulos y el cumplimiento de los requisitos exigidos para desempeñarse como rector, entre los cuales constan las publicaciones de libros académicos y su condición de docentes principales con título de PhD. o su equivalente. Administrar y gestionar una universidad constituye un saber, es un aprendizaje, que requiere detenimiento, para lograr conducir una universidad o politécnica.
En cuanto a saberes y nuevos conocimientos, deben formarse en los siguientes aspectos: el enfoque de competencias, expresado en la formación de cualidades cognitivas y afectivas integradas hacia un mismo fin; lo estratégico, para concebir la formación partiendo de los retos que esta enfrenta; deben acoger un modelo educativo que refleje: flexibilidad y dinamismo, descentralización, implementación y participación activa de todos los implicados en las tareas de la educación superior.
Es recomendable que los rectores tengan visión de futuro, para emprender en nuevas metas para la educación superior. Ser investigadores de la realidad de la universidad ecuatoriana y, especialmente, de su propia universidad, ya que la conocen de cerca y saben de sus problemas y necesidades, a más de que pueden escribir la historia de su propia institución de educación superior y proyectarle hacia el futuro.
Es fundamental que tengan un programa de publicaciones de calidad arbitradas por la universidad o politécnica, realizadas por todos los docentes, ya que para ello se han creado las horas de investigación y gestión, de las cuales deben rendir cuentas a su propia universidad y a la sociedad. Deben enfrentarse a los nuevos desafíos de la educación superior.