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¡Oremos por Francisco!

Por: Rodolfo Bueno

Absolutamente todo lo que dijo el Papa en la ONU es crucial para el destino del planeta, sin embargo, recalco lo más impactante. “Dar a cada uno lo suyo, siguiendo la definición clásica de justicia, significa que ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de otras personas”. Requisito sin el cual la justicia es imposible de lograr.

Sostuvo que “existe un verdadero derecho del ambiente” porque cada ser tiene un valor de “existencia, de vida, de belleza y de interdependencia con las demás criaturas”, que toda religión cree que “el universo proviene de una decisión de amor del Creador, que permite al hombre servirse respetuosamente de la Creación para el bien de sus semejantes y para gloria del Creador”, que “las nefastas consecuencias de un irresponsable desgobierno de la economía mundial, guiado solo por la ambición de lucro y del poder, deben ser un llamado a una severa reflexión sobre el hombre”, que “el afán egoísta e ilimitado de poder y de bienestar material lleva tanto a abusar de los recursos materiales disponibles como a excluir a los débiles”, que si no se reconocen “límites éticos naturales” y no se actúa inmediatamente, “el ideal de salvar a las futuras generaciones del flagelo de la guerra y de ‘promover el progreso social y un más elevado nivel de vida en una más amplia libertad’ corre el riesgo de convertirse en un espejismo inalcanzable o, peor aún, en palabras vacías que sirven de excusa para cualquier abuso y corrupción o para promover una colonización ideológica a través de la imposición de modelos y estilos de vida anómalos, extraños a la identidad de los pueblos y, en último término, irresponsables”.

Sostuvo que “la guerra es la negación de todos los derechos y una dramática agresión al ambiente”, que los gobernantes deben tomar medidas inmediatas para “preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado”. ¡Bravo! Así se habla. Hizo un llamamiento para que “los organismos financieros internacionales velen por el desarrollo sostenible de los países y la no sumisión asfixiante de estos a sistemas crediticios que, lejos de progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia”. ¡Bravo! A lo perfecto no se añade ni una coma.

Francisco habló en nombre de los excluidos de los beneficios del desarrollo científico tecnológico, o sea, de los olvidados de siempre. Como resumió nuestra compatriota Yolanda Kakabadse, presidenta del Fondo Mundial para la Naturaleza: “El mundo necesita una nueva era de cooperación global para asegurar su supervivencia”.

Personalmente me declaro más papista que el Papa y hago un llamado a cumplir con su pedido de orar por él. ¡Oremos por Francisco!

Quito, octubre 5 de 2015

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