Papel de los intelectuales en las universidades

Por: Dr. Luis Rivadeneira Játiva

En la antigua Grecia, eran los filósofos quienes cumplían este papel, en el marco de lo que se denominó la Paideia como un ideal de culturas universal. En la Edad Media fueron los monjes y sacerdotes quienes cumplieron el rol de celosos guardianes de la sabiduría y la verdad. Hoy más que nunca su función debe rescatarse, en la medida en que la construcción del nuevo proyecto histórico de las clases dominadas y subalternas exige la confluencia de intelectuales – como sector autónomo – militancias partidarias y movimientos sociales, para elaborar las teorías alternativas al capitalismo neoliberal.

Para Gramsci, “en todo trabajo físico, aún en el más mecánico y humilde, existe un mínimo de actividad intelectual creadora, por lo que todos los hombres y las mujeres son intelectuales, pero no todos ejercen en la sociedad una función de intelectuales. Aunque las categorías especializadas en la función intelectual surgen en las relaciones con las clases sociales, por su propia naturaleza puede haber una cierta autonomía de los intelectuales con la clase que los engendra”.

De estos planteamientos gramscianos, que tienen una gran influencia en el pensamiento de Paulo Freire, podemos extraer algunos puntos como son: “la dimensión política que, implícita o explícitamente, conlleva la práctica intelectual, la determinación histórico-política de la práctica intelectual, que al desarrollarse en una sociedad concreta, no puede ser analizada al margen de la sociedad en la que nace y a la que dialécticamente corresponde”.

En este sentido, es esencial que tomemos en cuenta para nuestro debate la especificidad del contexto universitario, que inmerso en una sociedad concreta, guarda una relativa autonomía respecto a ésta, lo que muchas veces se expresa en complejas contradicciones.

Entre éstas, podríamos señalar la dicotomía entre teoría y práctica en los espacios universitarios, la pretendida falta de definición política de los académicos (supuestamente debido a la “neutralidad” del conocimiento científico) que se contradice con el ejercicio de su función de poder en el salón de clases. La praxis freireana ha sido radical en la denuncia de estas falsas posiciones, en especial ha enfatizado el papel político que desempeñan los educadores en cualquier proceso formativo.

Una universidad, entonces, no puede funcionar sin intelectuales, porque gracias a ellos existe la producción de libros académicos, proyectos y propuestas de mejoramiento cualitativo de la educación superior.

Fuente: Paulo Freire, “El papel de los intelectuales” (resumen de sus intervenciones), en la educación Superior. Un diálogo en la UNAM.

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