Por: Ing. Francis Salazar Pico
Máster B.A; Magister B.A.
La aceleración del tiempo histórico y sus impresionantes cambios, la preeminencia tecnológica en prácticamente todas las actividades de la interacción humana así como la enorme masa de información disponible al respecto, son tres de los rasgos distintivos de la época, esta aseveración es compartida por quienes juzgan el acontecer contemporáneo desde los ángulos más diversos y por supuesto los educadores tampoco están al margen de ello.
Precisamente los actores del accionar y los procesos de toma de decisiones en el ámbito educativo, no pueden en consecuencia ignorar el panorama complejo del entorno global y las exigencias perentorias que el aprendizaje para toda la vida es el requisito, es la herramienta básica para poder enfrentar las incógnitas del mundo en que vivimos.
Es un hecho real que nunca en la historia de la humanidad han existido tantas personas aceptablemente instruidas y provistas de una increíble extensión, información y conocimiento lo que a un gran número de individuos ha permitido disfrutar de un nivel de vida optimizante, dadas las enormes posibilidades de interacción entre culturas, viajes y comunicaciones. Sin embargo, el mundo sigue enfrentando disyuntivas de carácter localizantes y globalizantes, además de severos cuestionamientos hacia los propios sistemas educativos, que permanentemente están en la búsqueda de institucionalizar una orientación permanente hacia una educación funcional y asertiva, que copen con los problemas obsecuentes de hoy como la degradación de las relaciones familiares, la guerra, la pobreza, la destrucción ecológica y más, donde cada individuo juzga y juzgará su papel decisivo, ya sea como destructor o como creador de nuevos ingredientes de supervivencia humana.
La Educación del Siglo XXI obliga a mirar a nuestras experiencias pasadas como un refuerzo en nuestras condiciones y situaciones de temporalidad, pues toda especulación prospectivista resultará insuficiente si no se consideran adecuadamente las consecuencias de los fenómenos de cambio imperantes, incluso respecto al carácter y personalidad de las personas, aspecto fundamental que nos releva de no proyectar el pasado sobre el futuro inmediato o a largo plazo, dados los cambios estructurales en la dinamia operacional del mundo en que vivimos.
Un enfoque de educación innovador necesariamente debe estar fuera de esquemas teóricos y poco prácticos con una tendencia a normativizar el pensamiento; mas bien debe estar direccionado hacia aprendizajes cualitativos que permitan a los individuos disponer de herramientas y procesos para enfrentar en la solución de inminentes problemas que aquejan a las naciones, matizados por la destrucción ambiental sin conciencia ecológica, la explotación irracional de recursos naturales degradando ambientes, la creciente disminución de poder institucional y soberano por países, el incontrolable éxodo migratorio, los fenómenos de xenofobia por razas y edades, los fracasos y extrañas fenomenologías destructoras de valores que atentan a la familia nuclear. Necesitamos establecer un sistema de aprendizaje a tono con esta compleja perspectiva de la sociedad contemporánea, por lo que la inversión en el campo educacional estará precedida por verdaderos cambios de actitud de los mentalizadores y ejecutores del proceso formativo, aplicando la premisa básica que el conocimiento acumulativo obtenido en los años de estudio dentro de currículos estructurados, hoy resultan insuficientes en cuanto a su funcionalidad en un lapso promedio de 7 años posteriores a la graduación de un estudiante, a menos que este se encuentre preparado para actualizarse en forma activa mediante aprendizajes significativos.
Una educación plena de significado es la que borra de la mente de los individuos que creen saberlo todo, una vez que ha concluido la etapa final de su educación; siendo el fruto de un proceso pleno y consistente aquel que lleva a los estudiantes instruidos a un desafió intelectual permanente a través de aprendizajes continuos que despierte siempre la necesidad de saber y conocer más, a medida de la experiencia que les revele en nuevas áreas y facetas ignoradas. Se debe corregir el errado concepto social que mientras más horas de instrucción se dediquen a un individuo, su educación es mejor; impulsando el hecho de que el objetivo de toda buena educación es el aprendizaje y conocimiento permanentes, no basado en los títulos o diplomas adquiridos. Por tanto, muchos de los denominados profesionales de la educación se encuentran absorbidos por un espacio reducido de acción, lo que limita su comprensión del vasto cambio que les circunda, motivadas por los aspectos globales que les rodean, matizadas por las exigencias imposibles de satisfacer con las actuales propuestas pedagógicas.
Es primordial comprender que el centro de gravedad de la educación de la sociedad va tomando distancia de las instituciones educativas tradicionales, concentrándose en el aprendizaje práctico fuera de las aulas de clase, complementando la efectiva acción laboral y de emprendimiento en las múltiples actividades de la vida cotidiana. Mucho se ganará en el desempeño de profesionales si se concilia adecuadamente la educación básica con un sistema de educación continua permanente. Por ende, la responsabilidad social del Educador es tan antigua como Platón y tan nueva como las prioridades locales y nacionales del entorno mundial vigente.
Bajo estas premisas, la creación de conocimiento presta mucha atención al proceso de creación de conocimiento y empieza distinguiendo dos dimensiones en ese proceso:
- La dimensión epistemológica, en la cual distinguen dos tipos de conocimiento, el conocimiento explícito y el conocimiento tácito. El conocimiento explícito es el conocimiento que está expresado de manera formal y sistemática. Además, puede ser comunicado fácilmente y compartido en forma de unas especificaciones de producto, una fórmula científica o un programa de computador (software). Por tanto, sería aquel conocimiento que puede codificarse. Por el contrario, el conocimiento tácito resulta difícil de expresar formalmente y por tanto es difícil comunicarlo a los demás. Este tipo de conocimiento está profundamente enraizado en la acción y en el cometido personal dentro de un determinado contexto.
- La dimensión ontológica, en la cual distingue cuatro niveles de agentes creadores de conocimiento: el individuo, el grupo, la organización y el nivel interorganizacional del nuevo conocimiento, se inicia siempre en el individuo pero ese conocimiento individual se transforma en conocimiento organizativo valioso para toda la empresa.
Estas dimensiones conforman un modelo de “espiral” de conocimiento, el Modelo de creación de conocimiento de Nonaka y Takeuchi (1999), en el cual el conocimiento es creado a través de la interacción dinámica entre los diferentes modos de conversión del discernimiento, respecto al cual se puede sintetizar todo el esquema en cuatro etapas:
Paso 1: La Socialización, es el proceso de adquirir conocimiento tácito a través de compartir experiencias por medio de exposiciones orales, documentos, manuales y tradiciones y que añade el conocimiento novedoso a la base colectiva que posee la organización
Paso 2: La Exteriorización, es el proceso de convertir conocimiento tácito en conceptos explícitos que supone hacer tangible mediante el uso de metáforas, conocimiento de por sí difícil de comunicar, integrándolo en la cultura de la organización; es la actividad esencial en la creación del conocimiento
Paso 3: La combinación, es el proceso de crear conocimiento explícito al reunir conocimiento explícito proveniente de cierto número de fuentes, mediante el intercambio de conversaciones telefónicas, reuniones, correos, etc. y se puede categorizar, confrontar y clasificar para formar bases de datos para producir conocimiento explícito.
Paso 4: La Interiorización, es un proceso de incorporación de conocimiento explícito en conocimiento tácito, que analiza las experiencias adquiridas en la puesta en práctica de los nuevos conocimientos y que se incorpora en las bases de conocimiento tácito de los miembros de la organización en la forma de modelos mentales compartidos o prácticas de trabajo. Es un proceso de interacción entre conocimiento tácito y explícito que tiene naturaleza dinámica y continua.
La idea final es pragmática respecto al conocimiento, traducirlo a una dimensión aplicable en que los individuos conscienticen la importancia de tratarlo como un activo personal tan o más importante que los de tipo material.
Acerca del autor
Francis Salazar Pico (M.B.A.) Quito, Ecuador Julio de 1973. Se graduó en la Escuela Politécnica del Ejército como Ingeniero Comercial.Luego obtuvo obtuvo dos Maestrías en Administración de Empresas, especialización en Finanzas y en Habilidades Múltiples. Sus actividades profesionales están compartidas entre la consultoría como director general de su propia empresa Management Advise and Consulting (MA&C) especializada en Planificación Estratégica y Gestión Organizacional, así como la docencia universitaria en la Universidad de Fuerzas Armadas – ESPE, Universidad Técnica de Ambato, Universidad Central del Ecuador, colaboraciones con la FEIN de la ESPOL, UDLA, UTE, IAEN, entre otras. Sus campos de interés están referidos al fortalecimiento integral de Organizaciones con varios cientos de Proyectos en su haber en lo relativo a construcción de indicadores de Gestión a través de Balanced Scorecard, Planificación Estratégica y Administración por procesos en todos los sectores económicos, autor del libro “Estrategia. Todo lo que se debe conocer y aplicar”, entre otros, como varios artículos y publicaciones en revistas y boletines técnicos. En base a estos argumentos el estratega profesional ha consolidado relaciones trascendentes en diferentes áreas de gestión en los ámbitos privado y público tanto a nivel civil como militar y policial, en los sectores, Educativo, Comercial, Científico, Productivo, Industrial, de Seguridad Publica, Estadístico, Educativo, Microfinanzas, ONG´S con un incansable ánimo de innovación y mejoramiento profesional, permanente actualización de primer nivel con nombres como Porter, Kotler, Norton, Kaplan, Ries, entre otros. El ingeniero Salazar ha recibido múltiples reconocimientos por su labor en el campo profesional y en el académico, que demuestran su alto espíritu de formar líderes y profesionales de primer nivel con el propósito de responder proactivamente y con efectividad a los desafíos contemporáneos.
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