Por: José Manuel Castellano

Otro semestre académico arranca y recibo con la ilusión de siempre a mis casi dos centenares de nuevos alumnos, que ingresan a primer ciclo de carrera. Vienen silenciosos, cabizbajos y arrastrando el peso del miedo, las rudas cadenas de la preocupación y el contagioso virus de la incertidumbre ante una nueva etapa que se abre en sus vidas. Una experiencia similar viví en su momento.

Ahora me corresponde abrirles las puertas del futuro. Una tarea, sin duda, altamente difícil y muy complicada, pero no cesaré, con fracasos y errores, de intentarlo una y otra vez, por compromiso, respeto y consideración hacia ellos y orientado bajo la luz utópica de creer ciegamente en esta savia nueva de mujeres y hombres, para que sean capaces al menos de colaborar en la construcción de una mejor sociedad, que la que le hemos dejado en herencia.

Y todo ello, a pesar de la existencia de tantos elementos malignos, egoístas, tramposos, ambiciosos, mentirosos, especuladores, terroristas pedagógicos, mesiánicos sectarios, manipuladores, corruptos… que han sido forjados y reproducidos por esta indecente y asquerosa sociedad universal y sus sistemas educativos.

Junto a ese sueño, una realidad me alimenta a seguir en esa cruzada perdida y es el recibimiento que me brindan mis viejos alumnos al reencontrarnos por los pasillos o el campus universitario, que me proporciona alegría, amor y esperanza.

Hoy me han sorprendido con un hermoso regalo lleno de cariño y amistad, que he querido inmortalizar con esta foto, una imagen que me ayudará a seguir por ese camino trazado, a pesar de seguir coleccionando fracasos y derrotas.

GRACIAS DE TODO CORAZÓN

Octubre, 2022