Pelea de nobleza en el truco de don Juan Huerta en Jambato. 1814

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador y Cronista Oficial de Ambato

El consuelo que nos queda a los mestizos es que todos provenimos de un abuelo noble, español de pura sangre, aunque haya sido al principio, antes de “hacer América”: pobrete, analfabeto, genocida, usurero, malandro o sedicioso, facineroso, puesto que las cosas siempre han ido cambiando con el tiempo. Por parte de nuestras abuelas es muy probable que hayan sido mitayas, concubinas, negras, zambas, mulatas, bembonas; indias puras o “verdugas”, cholas, bolsiconas, marías, de anaco, de “centro” y debajero, alevosas, mindalas, de chalina, cholas pispitillas, carishinas, entalladas, placeras, paridoras que han tenido hijos: “roscas”, rocotos, igualados, chagras, pata-al-suelo, paisanos, parroquianos, creídos, chalecos, emponchados, verdesiquis, pobretes, huaira-apamushcas, etc.

La colonia acarreó a los “gaznápiros” que se quedaban embobados ante cualquier cosa. A los “mamacallos” que más que aludir a “mamar” o comer callos, enrostraban los gustos de ciertos españoles por “engullirse” a mujeres muy feas. Ellos mismo nos trajeron acepciones y fijaciones de “morlacos” a los astutos que fingen de tontos o ignorantes, cuando son más “aviones” que el interlocutor. Hasta ahora están vigentes los “gilipollas” y los “tontos del culo” cuando los niveles de reflexión están “de patas”.

Cada época tiene sus propios insultos. El lenguaje vejatorio para descalificar a un “adversario” busca alusiones sexuales, políticas, racistas, religiosas, militares, ocupacionales, económicas, de defectos físicos o minusvalías para herir el amor propio. Los negros trataban a los blancos de “cagaleches” en la alta colonia, en tanto que solo decir la palabra “zambo” o “zambillo” como en el documento al que nos vamos a referir, generó trámite legal con lo que se llamaba querella por ofensa a la dignidad racial reforzada con los pujos de la nobleza hueca.

La “dignidad” residía en el ejercicio de genealogía que saltaba en respuesta a las ofensas de plaza o proferidas por ligereza en la calle. Frente a estas reacciones de los “blancos”, los mestizos no podían respaldarse en las comprobaciones “de legítimo matrimonio” porque eran hijos de encuentros furtivos calificados como “naturales”. Por eso hay que decir que las genealogías y sus estudiosos tradicionales siempre han dado pauta para buscar “purezas” que en América resulta otra forma discriminatoria de mantener vigente ese insulto subyacente que tiene el que cree en linajes y descarta las bastardías.

“Señor Corregidor y Comandante de este destacamento: El subteniente de milicias mayor Ramón Layño y Gómez de Molina vecino de esta villa (Hambato) previas las solemnidades y las del derecho, ante Vuestra Merced Parezco y digo: que la noche del 31 pasado de mayo pasé al truco de don Juan Huerta por un efecto de pura diversión o pasatiempo, y me mantuve en él hasta las siete de la noche en que procuré retirarme; y al salir me encontré con don Miguel Mora, quien con repetidas instancias me quiso persuadir a que fuese a jugar dados haciéndome ver que tenía casa destinada a este efecto.

Resistí al principio con la mayor prudencia hasta que viendo la necedad del citado don Miguel le dije que no quería, lo que dio margen a que me insultase. Hice poco aprecio de sus insustanciales voces por conocer lo que le invitaba a semejante injusticia y porque lo que a unos muchos a dimanado orgullo, a mí me obliga a callar Ud. Ud. Ud. Don Juan Huerta, y otros sujetos que se hallaron presentes procuraron mediar, lo que verificado por mi parte, me retiré a mi tienda en donde incitaron por par mis hijos, lo que me obligó a salir a la pulpería de Leonarda Moya que está inmediata a mi tienda, y no habiéndolo encontrado me volví a mi tienda, a cuyo tiempo me salió al encuentro el citado don Miguel con voz balbuciente que apenas lo conocí desafiándome a pelear e insultándome con el vil tratamiento de zambo, zambillo, a que le contesté lo debido.

Don Juan Huerta y su familia que oyeron los … (insultos) página mutilada… Don Miguel salieron a la calle y cogiéndolo… a poco lo fueron a dejar a la del citado… sin que cesare la injuria al paso que en irrisorias, es digno del más severo castigo, querellándome como me querello civil y criminalmente con pleno conocimiento de que el citado Don Miguel si hubiese conocido hasta mi décimo abuelo… no se habría atrevido a semejante insulto propio en quien pierde la razón, pues mis abuelos fueron muy conocidos por nobles y …declarados por tales; pues así los llamaron y se llamaban en asuntos judiciales y extrajudiciales.

El Capitán Don Francisco Joseph Gómez de Agudelo, mi abuelo y padre legítimo de mi madre fue de las Montañas de Burgos, éste fue casado con doña Josefa de Molina, quien fue hija legítima del Capitán Don Antonio de Molina y de Doña Juana de Mendoza, siendo dicho don Antonio de Molina de los Reynos de España o Portugal, y no de África, y fue casado con doña María de los Ángeles Zambrano.

Don Juan Manuel Layño y Rivera mi padre fue hijo legítimo de Doña Marcelina de Rivera y de Don Pedro Josef Gómez Layño, europeo, y la dicha doña Marcelina das Praler, familias de Panamá, sobre lo que está muy claro, pues en Guayaquil, Quito, México, Lima y otros lugares donde se saben distinguir sujetos, han hecho los mejores papeles aunque no de comedias, sino ocupando los mejores empleos, o a lo menos los que han brindado respeto, a que a más de la buena cuna, han tenido buen manejo y mejor lengua, pues aún sabiendo como yo muchas cosas, las callamos por no herir a individuos porque así Dios lo manda, cuanto por que la razón… (página sin un pedazo) que las lenguas de un voraz últimamente para consunción del caballero Mora y otros que desvanecidos quieren suponerse más de lo que son, con ultraje de otros, se ha de servir la recta justificación de mi mandar que don Juan Huerta y Leonor Moya comparezcan en su juzgado y que bajo la gravedad del juramento declaren al tenor del interrogatorio siguiente:

Primeramente diga don Juan Huerta si don Miguel Mora me propuso jugar dados, y si por no haber querido me insultó, y si dicho don Juan lo contuvo y diga quiénes estuvieron presentes. Iten diga si es cierto que después de cerrado el truco oyó voz en la calle, y habiendo salido se encontró con dicho don Miguel y si es verdad que no se le oía una voz que de zambo o zambillo.

Iten diga dicho don Juan si es cierto que reprendió a dicho don Miguel y si lo cogió y lo metió a su casa. Iten diga si es cierto que don Miguel Mora me desafió a reñir, y si estuvo armado. Iten diga quién condujo a don Miguel a su casa y en qué situación estuvo.

Iten declare Leonarda Moya lo que hubiese oído, y conclusa que sea esta información suplico a la recta justificación de Vuestra Merced se sirva mandar se me entregue todo original para los usos que me convengan, por tanto y haciendo el pedimento más útil, a Vuestra Merced pido y suplico que habiendo por presentadas mis querellas se sirva mandar según y como lo pido, con el juramento en derecho necesario, costas, yo f). Ramón Layño Gómez de Molina.” (Archivo Histórico Ambato)

Deja una respuesta