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Por: Dr. Pedro Reino Garcés

Cronista Oficial de Ambato

Estando en  Ecuador en procesos electoreros para renovar alcaldes y llamemos, “dignidades”, porque también indignan, para ocupar representaciones populares para renovar esa especie de gobiernos provinciales con un variado número de integrantes; me ha venido como anillo al dedo la lectura de un libro titulado “Las Palabras Primas” (2018) del ensayista peruano-japonés Fernando Iwasaki, radicado en España. Entre su variada y aguda producción consta este libro con el que ha obtenido  el Premio Málaga de Ensayo (IX).

De aquí tomo el tema “Primates en Política” que argumenta que es el autor de la frase que tomó la Real Academia de la Lengua, que dice: “Limpia, fija y da esplendor”, don Mariano de Cavia (1855-1920). “Don Mariano deploraba que el vulgo ignaro llamara “primates” a los políticos y que a los tales políticos les encantara el mote porque    <<como ellos, por lo común, son gente de muy escasa instrucción general, han aceptado el apodo tan satisfechos y ufanos; porque …les suscita la idea de primacía y de magnates>>”.

Según argumenta Iwasaki tomando las palabras de Cavia, se habrían confundido con lo que sí lo tenía claro la iglesia: “<<en castellano claro y limpio, los que tienen alguna primacía son primados>> y que primates – más bien- <<es el nombre masculino de un orden de mamíferos que comprende los designados vulgarmente con el nombre de monos>>. Sin embargo, los políticos de aquella época se sentían tan importantes cuando los llamaban <<primates>>,..”

 Vistas las cosas desde las acepciones populares, los “primados” son los prominentes o los que tienen grado de superioridad en las iglesias, en donde se ha refugiado esta significación. Pero yo también les he dado consultando en el Diccionario de la Real Academia, sobre la definición de “primate”, y encuentro que dice: “personaje distinguido, prócer”.  Si no les calza esta designación, tómese la #2 en la parte pertinente que refiere a los animales que tienen patas y manos (plantígrados) “con extremidades terminadas en cinco dedos provistos de uñas…”. Siguen siendo distinguidos pero con uñas, desde que fueron nuestros próceres.

Los diccionarios, según insistía un profesor español de mi posgrado, tienen las palabras con  significaciones congeladas. Y estos congelados pueden ser también regionales; pero como el Diccionario es nuestra guía internacional, estar frente a un político significa, así no lo queramos, enfrentarnos a un primate plantígrado de destacadas uñas, un mamífero del Estado o de las instituciones nodrizas. Iwasaki advierte en su ensayo: “¿Quiere decir entonces que el uso popular de la voz <<primate>> convirtió a los políticos en  <<primates>>? (p. 38).

“Al parecer, don Mariano de Cavia luchó en vano contra el uso popular de la voz <<primate>> aplicada a ministros, diputados y concejales, porque el habla soberana consagró su inclusión  en la norma y así desde 1913 todos los políticos son <<primates>>… por lo tanto, queda autorizado el uso del sustantivo <<primate>> para referirse a los políticos sin incurrir en agravio u ofensa, salvo alusión expresa a los encantadores monos,…” pero que en nuestro caso ecuatoriano deberíamos ser más incluyentes porque a queridos primates les tenemos en nuestra palestra política.