Por: Fernando Naranjo-Villacís/ fnaranjo@gye.satnet.net
Seguramente a usted le habrá tocado referir en alguna plática, que, los días transcurren tan rápidos, que de pronto ya estamos nuevamente con los anuncios de las promociones navideñas. Este mundo, gira y gira… pasan los días, los meses y cuando nos damos cuenta ya hemos cumplido 30, 50 o 70 años y la vida viene y va con su ritmo vertiginoso.
Parece que nos hemos adaptado a vivir en medio de las prisas, todo tiene como ingrediente básico la rapidez. Comidas, trabajos, estudios, viajes, lecturas, tratamientos, todo rápido. Es el virus de la prisa que nos tiene atrapados en esta enfermedad del tiempo. Vemos noticias de lamentables accidentes de tránsito producidos en su mayoría por la imprudente actitud de los conductores quienes aceleran hasta exceder la velocidad permitida, sin pensar en la seguridad de los pasajeros.
Hay fatigas que crecen precisamente porque nos hemos dejado influenciar por el paradigma frenético de trabajar bajo presión y asimismo estudiar y hasta jugar bajo presión. Es cuando aparecen enfermedades, que ponen en serio peligro nuestra salud y se requieren especiales tratamientos con alto costo económico: estrés, hipertensión, pre infartos, insomnio, parálisis facial, derrame cerebral, parkinson, alzheimer y un largo etcétera de dolencias. Podemos prevenir este lamentable cuadro de padecimientos, adquiriendo hábitos inteligentes que nos van a permitir desarrollar una comunión saludable con nuestro organismo. Hacer las cosas con calma, establecer equilibrios. Pensar y actuar, acorde con la sabiduría Zen que nos enseña “Apresurarnos lentamente”, de esta manera logramos vivir en plenitud.
Comer sano y despacio, pensar y hablar serenamente, son las enseñanzas de mi padre, quien me enfatizaba aquel clásico dicho italiano: “Chi va piano va lontano” Quien va despacio llega lejos… Hay quienes por vivir muy aprisa lo que logran es una vejez prematura, caída del cabello, arruga del rostro, arruinan el buen genio, aceleran enfermedades, pierden el deseo sexual. Total.., para qué apresurarnos, es mejor privilegiar la vida, con más tranquilidad, más concentración, con mucho amor, siendo buena gente, sencillos y solidarios, esto nos ayudará al momento de emprender el viaje final. Lo cual no debemos tomarlo como una tragedia, pues, solo es el comienzo de una nueva vida.
Cada día nos trae su propia tarea y nos deja una nueva experiencia. Cada día es único e irrepetible. Lo importante es vivir intensamente cada una de las horas para incorporarlas a nuestro archivo mental de gratos recuerdos.
Pues bien amables lectores, a prepararnos, a vivir con ganas. Lo ideal es disfrutar con salud, felicidad y libertad. La vida nueva es, de ahora, en adelante..!!