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Problemas éticos contemporáneos del periodista

Los problemas éticos contemporáneos del periodista o comunicador social, están atravesados por circunstancias y variables sociales mucho más complejas de lo que uno se imagina, que van desde la selección de tecnologías para la comunicación hasta la aceptación de una creciente necesidad de participación de los receptores como fuente de retroalimentación en el esquema comunicativo.

Las tecnologías interactivas de comunicación permiten transformar al receptor pasivo en emisor activo, alternadamente, generando una corriente participativa y multiplicando los canales de expresión de los ciudadanos, que han estado prácticamente cerrados en los medios masivos tradicionales.

Si no podemos acceder al derecho de réplica legalmente instituido, la libertad de expresión de los ciudadanos sigue dependiendo de la voluntad de quienes poseen los medios de comunicación social.

En razón de los fundamentos expuestos, la acción de los periodistas y comunicadores sociales debe sustentarse en varios principios inclaudicables para el buen ejercicio de la profesión.

El periodista debe decir lo que acontece, no lo que quisiera que aconteciese o lo que imagina que aconteció.

Es fundamental el respeto a la veracidad, imparcialidad y objetividad en el tratamiento y difusión de las informaciones.
El periodista debe mantener el respeto al pluralismo político, religioso, étnico, social y cultural, como así también el respeto a las corrientes de pensamiento y de opinión de la población.

El respeto a la dignidad de las personas, a los derechos humanos, a la convivencia pacífica, a la libre determinación de los pueblos y a las libertades democráticas, debe primar en el pensamiento del periodista.

Igualmente, el respeto al honor de las personas, a su intimidad; la protección de la infancia y de la juventud; la promoción de las virtudes sociales, de las expresiones de la cultura, de sus valores éticos y estéticos y de la participación responsable en la vida ciudadana.

El periodista debe contribuir a la difusión de las culturas nacionales y el desarrollo de las comunicaciones sociales en función de las mutaciones de los usuarios y de la tecnología.

Promover programas educativos y culturales, contribuyendo a su producción y difusión.

El periodista debe trabajar por la profesionalización de los medios de comunicación mediante la capacitación técnica de sus agentes y la inserción de profesionales de la información y de la comunicación social.

El periodista no debe claudicar en la promoción, respeto y defensa de las instituciones democráticas, alentando el espíritu cívico democrático y la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos.

En definitiva, el periodista debe decir la verdad anteponiéndola a cualquier otra consideración y recordando siempre que la mentira no es noticia y, aunque por tal fuese tomada, no es rentable socialmente.

El periodista no debe ensayar la delación, ni dar pábulo a la murmuración, ni ejercer jamás la adulación.

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