¡Qué prime la razón!

Por: Rodolfo Bueno 

Según el servicio secreto alemán, los “rebeldes” sirios son mercenarios financiados y armados por Occidente y las monarquías petroleras del golfo Pérsico, que han trasladado desde Libia a extremistas islámicos, del bando de los que asesinaron al Embajador de los EEUU, y les han dado todo el sustento logístico posible; también, según informe de la CIA, el gobierno sirio cuenta con el apoyo mayoritario de su pueblo.

En reunión del G8, Putin se niega a colaborar en la aventura contra Siria, les hace notar el rotundo fracaso de la intervención en Afganistán, Irak y Libia y les recrimina: ¿Cómo quieren que apoyemos a gente que públicamente se come las entrañas de sus víctimas? Todavía, los “rebeldes” no le habían cercenado con un diminuto cuchillo la cabeza a un sacerdote franciscano ante la televisión, por eso no lo menciona, pero les arranca la promesa de que cualquier medida por el uso de armas químicas se tomará luego de una profunda investigación de la ONU.

Cuando los “rebeldes” están al borde de la derrota, el gobierno de Al Assad invita a la ONU para que investigue el uso de armas químicas, porque Obama había sostenido que esa era la línea roja que nadie podría traspasar sin provocar la intervención de los EEUU en Siria.

El día que arriba la misión de la ONU se produce, desde territorio “rebelde”, el lanzamiento de proyectiles hacía una zona “rebelde”; hecho comprobado en el Consejo de Seguridad de la ONU por el delegado ruso, con fotos tomadas desde satélites rusos. Por otra parte, la periodista de la AP, Dale Gavlak, escribe: “En numerosas entrevistas con médicos, residentes de la Goutha, rebeldes y familiares de estos (…) muchos creen que ciertos rebeldes recibieron armas químicas del jefe de los servicios de inteligencia de Arabia Saudita, el príncipe Bandar ben Sultan, y que fueron los rebeldes los responsables del ataque con gas”.

Según Putin: “El sentido común habla por sí mismo: durante una ofensiva del Ejército Sirio, cuando en algunas zonas tenían rodeados a los rebeldes, no tiene ninguna lógica regalar un as a los que permanentemente piden la intervención militar, sobre todo el mismo día de la llegada de los inspectores de la ONU; es un sinsentido extraordinario”.

Obama debería preguntarse: ¿Cómo así un gobierno que está ganando la guerra da pretextos para que iniciemos una intervención armada en favor de nuestros mercenarios derrotados?

Por ahora, la resolución contra la guerra del Parlamento Inglés y el pedido de Obama de autorización al Congreso son síntomas de cordura.

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