Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato
Según nuestra historia mitológica, Duchicela es un puruhá, que fue escogido para yerno del Shiri XI, de la cultura carán. La princesa Toa se convierte en esposa de Duchicela, quien era hijo de Condorazo jefe dinástico puruhá. Veamos el enredo lingüístico: ¿Qué lengua hablaban los shiris? Si se afirma que pertenecen a la cultura carán, pues hablaba caranqui. Toa hablaba lengua kara y Duchicela debió hablar puruhá. ¿Fue un matrimonio internacional? Siempre y cuando alguno de ellos haya sido bilingüe se habrán entendido. El papá de Duchicela era “condor-razu” que en quichua quiere decir “Cóndor de la nieve”. ¿Cómo es esto que su papá tiene denominación en quichua, si estamos en épocas pre incas?
Ahora veamos el nombre de la princesa Toa, de la cultua kara, otros dicen de la cultura kitu-kara. El nombre de la princesa está en lengua pantsalea. Otros decimos Kitu-pantsalea. El morfema /toa/que puede ser palabra autónoma o con signficado independiente que se ha perdido, está enteramente en la geografía de un pueblo que se entendía entre Guallabamba (Norte) y Mocha (Sur). En la geografía tenemos muestras como Quilo-toa, Toa-cazo. En apellidos tenemos Toa-lombo, Mano-toa, Toa-lín, Toa-paxi, Toa-kisa, etc. Luego, el nombre de la princesa Toa está en lengua pantsalea, siendo ella una mujer kara.
Culpemos de este primer enredo (de buena fe, digamos por el respeto al tiempo) a Juan de Velasco (que enreda los contenidos) y al propio arzobispo González Suárez (que enreda lo lingüístico), quien opina: “Hasta en el idioma de los karas se encuentran palabras caribes: Toa era nombre propio de mujer, y Toa es dicción netamente caribe haitiano, y significa “la leche, los pechos, y también rana”” (ver Atlas Arqueológico, p. 44). Con esto resulta que los puruhaes hablaban lengua caribe y no puruhá. Dejemos erotizado a Duchicela con el sapo, los pechos y la leche. González Suárez estaba impactado del romanticismo del siglo XIX, tiempo que España añoraba lo perdido. Tuvo a su alcance estudios etnolingüísticos sobre Haití y Cuba, producto de trabajos de la Sociedad de Americanistas. Por todo lado va a encontrar palabras con huellas caribes. Y ojo, esto está vigente, porque de esta fuente están tomados muchos textos escolares que nos dan más de un siglo de atraso lingüístico.
Para no deslindarnos del matrimonio: Duchicela con su esposa Toa “la Leche”, tienen un hijo llamado “Autachi”. Es de suponer que su hijo debería tener nombre en una de las dos lenguas o culturas: Puruhá por el padre, kara por la madre (que más bien es pantsalea). Pero el caso es que la palabra “Autachi” está en el diccionario quichua, el más antiguo que se conoce, el de Diego González Holguín (1608), quien pone como significado de “Autachi, Dar Dios ventura en guerras y honores y hacerle dichoso en honrra militar”, que me parece una aventura etimológica del sacerdote jesuita, pero nos importa que lo puso en su diccionario quichua. ¿Por qué aparece en quichua? Solo estamos evidenciando el mito.
Vamos ahora con Duchi-cela que aparece como dinástico puruhá. Está dividido el nombre en dos morfemas / Duchi-cela/. En opinión de Jijón y Caamaño la terminación /cela/ es de origen puruhá, es “un patronímico de nobleza”. Mons. Haro ha dicho que los lexemas /-lima y –cela/ son auténticamente puruguayes. Entramos en contraposición a lo dicho por Octavio Cordero Palacios (en 1981) “cela es una terminación muy frecuente de los apellidos cañaris”. Sintetizando: no Toa es shiri-cara, ni Duchicela es puruhá.
Hasta aquí como que estamos más claros, pero el rato de interpretar la signficación, nos han dado con la semántica en las narices. Aquiles Pérez (en 1969) ha dicho que “procede del colorado cela, que significa patio”. Mons. Haro lo secunda diciendo que la palabra Duchicela se interpreta en atacameño: “Duchi = tierra húmeda; y en colorado sela, de selax, patio”. Ya tenemos “patio de tierra húmeda”. ¿Sirve para apellido? Sinteticemos entonces con estas opiniones semánticas: El señor Patio de tierra húmeda se ha casado con la princesa de los pechos y de la leche. Me sobra la rana.
Queridos amigos, esto no es un barbarismo conceptual. Es simplemente una alucinación desconsoladora, por decirlo menos. Han seguido el ejemplo de González Suárez de buscar diccionarios para darnos una interpretación partiendo arbitrariamente las palabras. ¿Acaso no se está desvirtuando la existencia de la cultura puruhá o puruguay que tiene muchas más explicaciones en la historia que en la aventura de las etimologías? Esta mitología va también en contra de la lengua cañari. Si el apellido está mayoritariamente en gente de esta cultura ¿para qué ir al caribe, al colorado, al atacameño? ¿Somos colorados, o somos atacameños en nuestra raíz etimológica? Yo creo y quiero que no seamos ingenuos ni mitológicos de convencimiento.
Hay gente de apellidos: Guaman-cela, Naula-cela, Quisnan-cela, Yunga-cela, y otros que forman parte de nuestra identidad. Cañaris y puruhaes se han vinculado. No hay de otra.