Por: Mònica Mancero Acosta
El escenario político ya no está polarizado entre izquierda y derecha, porque la denominada “izquierda” correísta, con su ungido Arauz, no es tal, es un populismo autoritario, y ahí periodistas y uno que otro académico despistado yerran en su nominación, pero a las cosas por su nombre. Este populismo, a pesar de su victimización y sus ofertas generosas, bajó en varios puntos el apoyo que tuvo hace cuatro años en primera vuelta y está más cercado territorialmente; pero siguen vigentes.
Por otro lado, la tendencia de derecha implosionó de una manera apabullante. En primera vuelta de 2017 Lasso obtuvo 28 por ciento mientras Cynthia Viteri 16; hoy con alianza incluida parece que no llega a 20 por ciento. No solo se debe a que Lasso sea un mal candidato, se debe a que el país, en medio de la crisis, intuye que por el neoliberalismo no van las soluciones a sus carencias.
El escenario político, con Correa medianamente ausente, empieza a diversificarse. Quien primero ha estado aquí para dar la cara y poner el cuerpo ha sido el movimiento indígena, en octubre. Yaku, representando a Pachakutik, con una trayectoria de treinta años luchando por el agua y en contra del extractivismo no es un improvisado; sufrió cárcel, golpizas y persecución en el correísmo, y fue capaz de capturar las intenciones de voto no sólo de pueblos indígenas sino mestizos empobrecidos, jóvenes y mujeres con valores ecologistas y feministas. Es una auténtica renovación de los idearios de la izquierda.
Ahora disputan el segundo lugar, pero aún si no lo obtuvieran ya han salido victoriosos; además, por el alto número de asambleístas electos. Yaku se apuntó una nueva victoria al conseguir, a pesar de todo el poder de la derecha y de un CNE cooptado por esa mayoría, que haya un amplio recuento de votos.
También se interpreta que una tendencia de centro, la Izquierda Democrática se ha reconstituido. No concuerdo con esta lectura, en las elecciones de 2017 el candidato Paco Moncayo, en una amplia alianza con la izquierda, logró apenas 7 por ciento. Esto provocó que esa tienda política busque un rostro nuevo, un empresario sin trayectoria ni experiencia en política ni gestión pública, ubicado ideológicamente en centro derecha, aunque con un relativo aggiornamento hacia idearios progresistas, y con una campaña algo excéntrica e hilarante, en medio del dolor de la pandemia.
Todo el país intuye que nuestra historia se bifurca dependiendo de quién gane en ese reconteo. Sabiendo que Lasso difícilmente será capaz de capturar a un electorado que se niega persistente a elegir la vía neoliberal, se dejaría el camino abierto al retorno del correísmo; o, si se hace un reconteo en buena lid -cosa difícil cuando se tienen varios consejeros que representan a una de las partes- existe la posibilidad de que sea Pachakutik quien pueda derrotar al correísmo, ahora en las urnas; antes ya se enfrentó a él en calles, plazas y carreteras del país.