Reclamo

Por: Elsi Carrión
Estudiante universitaria y miembro de CES-AL

Estas palabras solo es el sentir de una persona más. Como mujer me gustaría salir a la calle con la seguridad que merezco, viajar y conocer cualquier ciudad de nuestro bello Ecuador, sintiéndome protegida, habitar una vivienda de esas que se pregonan “dignas” construidas con el esfuerzo de millones de ciudadanos, que pagamos mensualidad de exagerados rubros municipales. Me gustaría ser tratada con respeto por parte de los funcionarios públicos, a los que mis impuestos les cubren el sueldo. Me gustarían sueldos básicos justos o medianamente acordes al valor de la tan conocida canasta básica.

Cansados de pagar por inseguridad, por falta de recursos, por pésimos servicios de agua potable y alcantarillado. Hasta cuándo seguiremos pagando los platos rotos, hasta cuándo seguiremos alimentando a tanto político, algunos ya casi se jubilan en la política, valga la redundancia. Resulta increíble solo pensar en el cambio, cuando lamentablemente somos los culpables de abrir las puertas para que muchos ingresen a llenarse los bolsillos.

Claro está y vale la pena aclarar que no son todos, hay algunos que si valoran el puesto y trabajan para y por el pueblo. Ahora pues bien, no nos queda más que actuar con dignidad y seguir en la lucha de exigir el respeto y el derecho a una vida digna, ya que lamentablemente dejamos de comer por alimentar a otros.

  1. Dícese que en ciertas culturas arcaicas, a la hora de comer, los hombres se sirven primero y se atragantan hasta asquearse; luego, llegan las mujeres quienes cabizbajas deben, por necesidad, alcanzar miserias para no morir de hambre. Del mismo modo, pese a estar a millas de aquellos lugares, la dinámica parece ser la misma en nuestro entorno: los glotones de siempre dejan sin paupérrimo bocado al pueblo famélico que ni siquiera llega a la mesa.

  2. Nosotros mismos somos los culpables de elegir a tanto “batracio” que lo único que importa es el bien común, y los demás, pues, que se mueran.
    Esta en nosotros realizar el cambio y no esperarnos de nadie para la mejora, empezamos desde ya!

  3. El pueblo está condenado a recibir las “bondades” de los gobernantes. Los demagogos de traje y corbata viven lujos a raíz de la desgracia de los ecuatorianos. Por ejemplo, uno de ellos reclamaba que su carro carecía de aire acondicionado y que no podía viajar en esas condiciones. Hoy más que nunca debemos elegir bien a los políticos, lástima que los mismos de siempre sean los postulantes al puesto de presidente, asambleísta, etc.