Por: Rodolfo Bueno
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En esto de falsear la verdad, los EE.UU. y la UE mienten tanto que superan ya la desfachatez de Hitler.
Dicen que el gobierno de Kiev no es nazi, pero el rabino Finkel sostiene en la TV de Israel que tiene la misma ideología de los asesinos de sus abuelos y la escritora judía Bernes está aterrada porque en un mes Kiev ha aprobado más leyes discriminatorias que Hitler en un año; dicen que ese gobierno no es de facto, pese a que tomó el poder sin respetar la Constitución de Ucrania; dicen que las manifestaciones de Maidán fueron pacíficas, pero en YouTube se puede ver a los nazis quemando vivos, arrancando ojos, descuartizando y disparando a los miembros de la policía; dicen que el gobierno ordenó disparar contra los manifestantes, pero Paet le dice a Ashton que fueron francotiradores contratados por la oposición; acusan a Rusia de intervenir en Ucrania, pero es Victoria Nuland quien ordena al Embajador de los EE.UU. en Kiev negociar para que el actual Primer Ministro de Ucrania ostente ese cargo; dicen defender la integridad territorial de Ucrania, pero Matlock, ex-Embajador de los EE.UU. en Moscú, sostiene que “dictar lecciones de respeto a la integridad territorial puede ser visto por el mundo como la pretensión de los EE.UU. a tener un derecho especial, que los demás países no poseen” y da algunos ejemplos de las veces en que los EE.UU. invadieron otros países; dicen que tropas rusas ingresaron en Crimea, pero es la población local la que se organizó en autodefensas para impedir ser masacradas por los nazis de Kiev y son los oligarcas de Ucrania los que contrataron a mercenarios de blackwater para reprimir a su pueblo.
Sobre la base del artículo 2 del capítulo 1 de la Carta de la ONU, la Corte Internacional de la ONU aprobó: “Las declaraciones de independencia pueden -y a menudo es el caso- violar la legislación nacional. No obstante, ello no constituye una violación del derecho internacional”; sin embargo, sostienen que la independencia de Crimea y su referéndum son ilegales, al mismo tiempo que avalan la independencia de Kosovo, pese a que Dick Marty, relator de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, según escribe The Guardian, acusó al premier kosovar, Thaçi, de ser “jefe de un grupo albano similar a la mafia responsable del contrabando de armas, drogas y tráfico de órganos humanos en Europa Oriental”.
Hay mucho más, pero para qué abrumar al lector con tanto dato.
Finalmente, mi abuelita decía que para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado, pues primero se coge al mentiroso que al ladrón.