Lo financiero es un pilar de la autonomía universitaria que sostiene y hace crecer a la universidad, le permite desarrollar un proyecto académico con seguridad y previsibilidad, por esto los recursos deben ser suficientes y oportunamente entregados. Pero, el mes pasado el Consejo de Educación Superior (CES) resolvió recortar el porcentaje de participación de algunas instituciones en el FOPEDEUPO -en 2018 también lo hizo-; la más afectada por esta decisión inconsulta es la Universidad Andina Simón Bolívar sede Ecuador.
Sin recursos la universidad corre el peligro de estancarse, y se afectan la marcha institucional, becas y ayudas financieras, creación de oferta académica y cupos, investigación, vinculación con la sociedad, publicaciones, fortalecimiento tecnológico, laboratorios, instalaciones. La solución no es quitar a pocos lo que les representa mucho, para entregar a muchos lo que les significa poco.
El CES acaba de integrar una Comisión Ocasional para revisar la fórmula de distribución de recursos para el 2022; esperamos que corrijan el perjuicio causado con resoluciones que debilitan la autonomía universitaria, y comportan una evidente regresividad de derechos prohibida tajantemente por la Constitución. La universidad y los universitarios son músculo poderoso que desde los espacios público y privado pueden impulsar el rescate y adelanto del país, no es tan difícil de entenderlo.