El término sociedad del conocimiento, de acuerdo con T. Sakaiya (1995) se refiere a las sociedades del futuro que mejoran sus capacidades técnicas, productivas y de gestión, pero evidentemente también se refiere al valor agregado que un colectivo le asigna al conocimiento socialmente generado, transformado, transferido, aplicado y compartido.
En la literatura también se manejan otros conceptos: Sociedad de la información, economía del conocimiento, brecha digital, nuevas tecnologías de la información y comunicación –NTIC y revolución digital.
La sociedad del conocimiento en el Ecuador estaría caracterizada por todos aquellos agentes sociales (ie, gobierno, universidades, industrias, organizaciones civiles) dispuestos a generar, difundir y utilizar información para la producción de conocimiento, económicamente útil para superar el subdesarrollo.
El aprendizaje colectivo así como otras formas de generar y transferir conocimiento requiere “una fuerte dosis de capital social, en los términos en los que ahora se entiende este concepto, vale decir, redes de cooperación basadas en la confianza interpersonal… orientadas a la consecución de fines legítimos” (Boisier, 2001).
En nuestra época de cambio tecnológico y globalización, la productividad y la competitividad se levantan sobre una economía del conocimiento. El conocimiento es la columna vertebral de las economías competitivas y el único factor que genera ventajas de orden superior como son los productos diferenciados más completos, sofisticados y útiles o tecnología de producción propia.
Pero, como se sabe, el conocimiento no cae del cielo y tampoco es barato. Tenemos que reconocer que los departamentos de investigación de las instituciones de educación superior y centros de investigación, aunque costosos son una fuente indispensable para la generación, adquisición y difusión del saber, de las destrezas e ideas estratégicas, en el contexto de una economía mundial basada en el conocimiento y el cambio tecnológico constante.
De lo anterior se desprende que para el Ecuador, conformar una sociedad orientada a la ciencia y a la tecnología, mediante la promoción intensa de la investigación y el desarrollo de la más avanzada tecnología, en los campos de oportunidad que se abren constantemente con los nuevos desarrollos científicos, debe constituir una de las más altas prioridades nacionales.
El crecimiento y el desarrollo se suelen potenciar por medio de la investigación y la transferencia responsable del conocimiento, pero para que eso suceda se hace necesario asegurar también que los programas de formación superior sean competitivos en el tiempo y en el contexto en el que están inmersos.
Uno de los mayores retos que tienen los programas de formación superior en las universidades y escuelas politécnicas ecuatorianas consiste en configurar su portafolio de productos y servicios de manera sistemática y efectiva, de acuerdo con las demandas del entorno, a corto, medio y largo plazos.
Por estas razones, trabajar para que el Ecuador logre mayores niveles de educación, ampliar y diversificar la planta material y humana dedicada a la generación del conocimiento y establecer estrategias de desarrollo científico y tecnológico de largo plazo, son objetivos altamente relevantes y pertinentes para la soberanía nacional. De ello depende la conformación de una estructura económica y productiva en nuestro país, que sea eficiente y capaz de competir con eficacia en los mercados internacionales.
Tenemos que reconocer que la educación y el desarrollo científico y tecnológico deben ser en el sentido más estricto un tema esencial y prioritario de la política económica nacional.