Sin duda, la decisión fue acelerada por la catástrofe nuclear de marzo en Fukushima pero, para Michel Dittmar de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), los problemas de seguridad no deberían ser la única razón para alentar a los países a salirse progresivamente de la energía nuclear. Como él explica en este número de “Un Mundo de Ciencia” (julio-septiembre 2011), la energía nuclear no es una fuente renovable de energía, y por consiguiente sólo puede brindar una solución temporal.
La decisión de Alemania coincidió con la publicación de un informe alarmante de la Agencia Internacional de la Energía, órgano de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. En este informe se anunció que las emisiones de dióxido de carbono (C02) habían aumentado un 5 % para pasar a 30,6 giga-toneladas (Gt) entre 2008 y 2010, a pesar de la recesión económica mundial. Si el mundo quiere mantener en dos grados centígrados el calentamiento de la atmósfera durante este siglo, las emisiones de CO2 provenientes del sector energético no deben superar los 32 Gt en 2020.
Esto exigirá “repensar el desarrollo en todas sus dimensiones” declaró el 24 de mayo Irina Bokova, Directora General de la UNESCO, en su discurso de apertura del Foro del Futuro sobre los Desafíos de una Economía Verde y de las Sociedades Verdes, en la sede de la UNESCO, en París. “La economía debe transformarse, ser más sobria, especialmente en carbono, ser más limpia y más inclusiva” deseó vivamente. “El futuro necesita una economía verde. Pero el futuro necesita sobre todo una sociedad verde” añadió la señora Bokova. “Formas más sostenibles de producción que no nos servirán para nada si no se coordinan con patrones de consumo más sostenibles”.
El artículo “La Química pasa del negro al verde” que comienza en la página siguiente ilustra cómo la química verde puede ayudar a definir este nuevo modelo de desarrollo. La dinámica ya está en marcha e impulsa la adopción de productos y procesos más respetuosos del medio ambiente. No obstante, los científicos tendrán que concebir bolsas biodegradables en sustitución de las plásticas, sus esfuerzos serán inútiles si los gobiernos no conceden a los industriales estímulos para su fabricación y si los consumidores no los aprueban comprándolas.
Para que cambie nuestro modelo actual de desarrollo, cada uno de los eslabones de la cadena deberá consolidarse: del norte al sur, del laboratorio al consumidor y de la tierra al mar. Irina Bokova señaló que debemos aprender a combinar mejor el “azul” con el “verde”. Es cierto que los problemas medioambientales incluyen a la tierra y el mar: los océanos se acidifican a causa de las emisiones de carbono en la tierra, la sobrepesca se generaliza y las bolsas plásticas desechadas así como los pesticidas se acumulan en el mar. Vivimos en un mundo interconectado.
Es innegable que debemos pintar de verde nuestras economías nacionales. Y sin embargo, ¡todo parece tan difícil de lograr! En las negociaciones del clima, por ejemplo, las consideraciones nacionales todavía tienen prioridad sobre la necesidad de establecer normas vinculantes para las emisiones de carbono. Mientras las negociaciones se eternicen se van fuera de control, llevándose con ellas nuestra capacidad de controlar el futuro del planeta.
Gretchen Kalonji
Subdirectora General para las Ciencias Exactas y Naturales.
Este es el Editorial de la Revista “Un Mundo de CIENCIA” Vol. 9 Nº 3 Julio-septiembre 2011 que publica la UNESCO
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