Por: Rodolfo Bueno
Aunque se tenga que creer en pajaritos preñados y por absurdas y rebuscadas que sean las explicaciones que el IMG (imperialismo mundial globalizado) dé, a quienes no reconozcan al pie de la letra la versión oficial sobre los eventos que a ellos les competen, se les ridiculiza y se les acusa de dar fe a teorías conspirativas, estigma creado para ocultar las malas acciones del IMG.
Se debe aceptar que el 22 de noviembre de 1963, un solitario ‘esquizofrénico’, exdesertor de la URSS, llevó a cabo el magnicidio que segó la vida del presidente John F. Kennedy, aunque para ello se deba tragar la rueda de molino llamada ‘Informe de la Comisión Warren’, creada para la investigación oficial del atentado, que fue encabezada por el entonces presidente de la Corte Suprema Earl Warren.
La comisión dictaminó que el asesino, Lee Oswald, actuó solo y fue el único que disparó a Kennedy desde el sexto piso del edificio del Depósito de Libros Escolares de Texas; que Jack Ruby, un pobre diablo propietario de un local de striptease de Dallas, actuó solo y por motivos patrióticos para eliminar a Lee Oswald. La Comisión Warren no halló evidencia alguna de “cualquier conspiración, doméstica o extranjera, para asesinar al Presidente Kennedy”.
Como, según este informe, era matemáticamente imposible que Oswald realizara cuatro disparos, se determinó que solo hubo tres, pero que una tercera bala ‘mágica’, luego de herir el cuello del presidente Kennedy, realizó una extraña cabriola que le permitió herir en diferentes lugares al Gobernador Connally, para finalmente alojarse en su muslo. En la actualidad, una inmensa mayoría cree que la élite que gobierna EE.UU., en manos del complejo industrial militar, promovió este asesinato porque el presidente amenazaba a sus intereses con los planes de retirar tropas de Vietnam. Robert F. Kennedy Jr., hijo de Robert F. Kennedy, hermano del presidente y a la sazón Fiscal General de los EE.UU., dijo que su padre consideraba que la labor de la Comisión Warren había sido “de pésima calidad”; incluso el actual secretario de Estado, John Kerry, declaró a la cadena de televisión NBC: “Al día de hoy tengo serias dudas de que Lee Oswald actuara solo”.
Y cualquiera debería preguntarse ¿por qué tantos organismos, como la CIA, el FBI, la Corte Suprema, el Gobierno, el Congreso, la prensa multinacional y la misma Comisión Warren mienten y callan sobre este asesinato que cambió no solo la historia de EE.UU. sino que también repercutió y repercute todavía en el sistema de ese país y sus generaciones futuras y cuyas consecuencias los ha afectado a ellos y al mundo entero? ¿Por qué Jack Ruby imposibilitó que Oswald pudiera explicar lo ocurrido cuando dos días después le disparó y le asesinó? ¿Por qué ha muerto misteriosamente tanto testigo presencial de este nefasto evento?
Estas y otras fábulas bien gordas son parte de la historia oficial de EE.UU. y hay que aceptarlas como artículos de fe, so pena de ser catalogado de pertenecer a la sarta de ingenuos que cree en teorías conspirativas y no en sus absurdas versiones oficiales.