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Una mejor educación y cultura mejorará el transporte urbano

Por: Luisenrique Coloma

Al pactarse el alza de los pasajes en el transporte urbano de Quito, los inefables transportistas ofrecieron mejorar el servicio, dar mejor trato a los usuarios, consideraciones especiales para niños, mujeres y ancianos, cambio de unidades de transporte y otras tantas cosas que no podemos ni debemos creerles. Ya lo han hecho en otras ocasiones y jamás lo han cumplido. No pueden hacerlo.

Los jeques de la transportación urbana, confiados en las ofertas recibidas en la última campaña política a la alcaldía, no dejaron pasar esa posibilidad y, con ofrecimientos irrealizables, presionaron para la subida de los pasajes. Que los usuarios sigamos pagando los mismos 25 centavos, no quiere decir que ellos no salieron ganando, que ellos no recibirán más dinero por cada pasaje. Estos señores cobrarán el alza de los pasajes al Municipio Metropolitano de Quito.

En el supuesto de que con buenas intenciones quisieran mejorar la atención a la sufrida clientela, para eso, necesariamente, deberían contar con choferes bien educados, bien formados, con afán y ganas de servir, lo que en la práctica es imposible. La inmensa mayoría de ellos no está capacitada para servir bien a la comunidad, lo que es reconocido por uno de los máximos dirigentes del gremio. Otritos, en cambio, no están capacitados ni para mover bien los buses.

Para mejorar el servicio, indudablemente tendrían que cambiar como mínimo al 90% de los actuales choferes; de hacerlo así, ¿de dónde sacarían otra cantidad igual para reemplazarlos? Si encontrarían el porcentaje requerido, sólo serían otras caras las que veríamos tras los volantes, ya que estos tampoco estarían capacitados para tratar debidamente a quienes utilizamos esta clase transporte. En el país, ha sido y es muy fácil adquirir una licencia profesional.

Si quedan los mismos choferes, que es lo más seguro, ¿cómo van a poder brindar mejor servicio? La ciudadanía tendrá que continuar soportando el maltrato y los abusos por todos conocidos. Cuando subimos a una de esas unidades, hasta con la música nos agreden; pues, nos obligan a escuchar programas llenos de vulgaridades, mala música y cosas que divierten únicamente al conductor y a su ayudante. Los pasajeros no importan, ya deben acostumbrarse o, como dicen cuando alguien se atreve a reclamar, “por qué no coge taxi”.

Otra situación que ofende, es el hecho de que los buses durante el recorrido se convierten casi en ferias libres, pues, los vendedores, pordioseros, charlatanes, salvadores de almas, cantantes, músicos, curanderos, convierten a los recorridos en una experiencia insufrible. La cosa no queda ahí, hay pasajeros mal educados que suben a los buses con verdaderos almuerzos, meriendas u otros platos, a servirse mientras transcurre el recorrido, sin que el chofer o su ayudante hagan algo para impedir tan molestosa mala costumbre. Es más, ellos hacen lo mismo.

Cuando provocan un accidente se convierten en magos, desaparecen en un santiamén. Las correteadas, el no respeto a las señales de tránsito y a las rutas señaladas, el hablar por celular mientras manejan, son el pan de cada día. Para que los pasajeros se bajen, argumentan que sólo pueden hacerlo en las paradas, lo que está muy bien, así debe ser; lo que está mal, lo censurable, es que para recoger pasajeros no hay respeto a las paradas, paran donde se les antoja. Las peleas entre los de las mismas líneas son algo alarmante, ya que son a velocidades no permitidas dentro de la ciudad. A más de su mal aspecto, existen unidades que contaminan el ambiente desmesuradamente.

Por falta de unidades o fallas en las frecuencias, lo peor del transporte de “bultos” está en el “Trole” y la “Ecovía” (?). Es una barbaridad que se permita subir a tanta gente. No es exagerado decir que eso es anti humano, que va contra toda buena costumbre. En horas pico, ver pasar esas unidades causa indignación; la gente parece calcomanías pegadas a los vidrios de las puertas o algunas ventanas.

Por lo manifestado, el precio de los pasajes es lo de menos; lo que hay que tomar en cuenta es que todos los ofrecimientos hechos o por hacer para mejorar el servicio, serán sólo eso: ofrecimientos. No podemos ni debemos creerles a los dueños de los buses de la transportación urbana. No habrá control que valga, así se diga demagógicamente que la cosa mejorará. Es cuestión cultural, y en eso estamos en pañales.

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