Por: Rodolfo Bueno
Un virus es un microorganismo que carece de mecanismos de reproducción y se multiplica insertándose en el núcleo de otras células, razón por la que, en un sentido estricto, no se lo considera un organismo vivo. Los virus destruyen las células donde se replican y, en ocasiones, dan lugar a una reacción en cadena que puede provocar daños irreparables en el organismo receptor, incluida la muerte. La alteración de las células infectadas da lugar a mutaciones genéticas que pueden ser transferidas a la siguiente generación, o sea, además de la selección natural, los virus también son partícipes de la evolución de las especies.
El virus 2019-nCoV, o coronavirus, que en estos momentos preocupa a la humanidad, afecta a aves y mamíferos, tiene un alto porcentaje de variación y la capacidad de hospedarse en varias especies, de manera que pueden surgir nuevas mutaciones que lo vuelvan más adaptable y peligroso. En los seres humanos, el 2019-nCoV causa el COVID-19, enfermedad cuyos síntomas van desde tos, resfrío, malestar general, dolor de cabeza y fiebre hasta neumonía y bronquitis; además, puede motivar la muerte al paciente.
El COVID-19 fue detectado a fines del año pasado en la ciudad china de Wuhan, como una enfermedad a nivel respiratorio de tipo viral. Desde entonces ha originado numerosas defunciones en el resto de China y el mundo, suscitando un pánico que el gobierno chino considera exagerado, por lo que pide tener calma y ofrece compartir de manera transparente y abierta información con todos los países. China denunció que EEUU, en lugar de ofrecer ayuda, y contraviniendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, OMS, ha creado ese temor, tal vez para frenar la influencia que tiene la China a nivel internacional. La respuesta rápida y eficiente de China mereció elogios de la OMS y de científicos del mundo, pues en tan solo diez días construyó dos hospitales para dos mil pacientes.
La propagación del COVID-19, declarada pandemia, se da por todo el planeta y su tasa de mortalidad superará la de la gripe, solo en EEUU, calcula el The New York Times, “se enfermarán cerca de 100 millones de personas, de los que se deberán hospitalizar entre el 5% y el 10% de los afectados”; además, con todos los déficits astronómicos que conlleva dicho problema.
Pero este mal pone en riesgo no solo a la salud pública sino también a la economía global. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico llama a esta situación efecto dominó y señala que golpeará al mundo con una fuerte recesión impidiendo que la economía registre algún crecimiento y elevando las pérdidas globales a billones de dólares. Su efecto inmediato ha sido la caída de las bolsas de valores de EEUU, que ha hecho perder a las veinte personas más ricas del mundo 78.000 millones de dólares en un solo día.
La OMS rechazó la creencia de que el COVID-19 fue contagiado en un mercado de animales exóticos de Wuhan, lo que ha permitido a algunos científicos expresar la hipótesis de que el 2019-nCoV se creó de forma artificial como arma de la guerra biológica. Para Igor Nikulin, conocido virusólogo y microbiólogo, por largo tiempo miembro de la Comisión de la ONU de la Sección de Armas Químicas y Biológicas, se trata, sin duda, de la guerra bacteriológica, aunque sea temprano para señalar al responsable. Sostiene que para realizar el ataque se escogió el momento preciso, el Año Nuevo Chino, la festividad más celebrada de China, y el lugar ideal, la ciudad de Wuhan, capital de la provincia Hubei, importante centro industrial de China.
Sin entrar en detalles técnicos, se conoce que este genoma se compone de por lo menos tres virus: uno que es parásito de los murciélagos, de sangre caliente; otro que es parásito de las serpientes, de sangre fría, y algún virus que es parásito del hombre. Opina Nikulin, con toda responsabilidad, que si estos tres virus, que por sus componentes son completamente diferentes, de repente se unen para formar uno solo, semejante mutación no podría darse de manera natural, y añade que en este caso la comunidad internacional debería formular la pregunta a aquellos países que lo pudieron producir.
Lastimosamente, EEUU y el Reino Unido han bloqueado durante 20 años la creación de cualquier organismo que pudiera controlar las investigaciones que realizan en los 400 laboratorios que tienen en el extranjero, especialmente en los expaíses socialistas que rodean a Rusia, lugares secretos a los que no se permite ingresar a nadie, incluso si se producen accidentes trágicos, como cuando en Georgia murieron más de 100 trabajadores en 20 meses.
Ahora bien, como para China, países de la UE, Canadá y EEUU, Wuhan era el lugar preferido de los virólogos para realizar investigaciones de enfermedades contagiosas y crear vacunas para prevenir y combatirlas e, incluso, la Universidad de Wuhan, financiada por China y EEUU, participó con el Ejército de EEUU y científicos de Alemania y Japón en las investigaciones del 2019-nCoV, se ha abierto la posibilidad de que este virus sea producto de un ataque biológico de Estados Unidos y, teniendo en cuenta su largo historial en el uso de virus como armas bacteriológicas, se le acuse de filtración deliberada del 2019-nCoV, y también a China. Según el ABC News: “el virus misterioso era una arma biológica china que escapó accidentalmente del laboratorio”; se entiende que sus científicos habrían manipulado mal esta tecnología.
Robert O’Brien, asesor de Seguridad Nacional del gobierno de Trump, acusó a Pekín de dar una respuesta lenta al surgimiento inicial del COVID-19. Por su parte, la cancillería china replicó a esos comentarios, que llamó “inmorales e irresponsables”, porque no ayudan a combatir la epidemia. Señaló que el mundo se ha preparado para luchar contra el coronavirus, gracias a los esfuerzos de China.
Zhao Lijian, del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, mostró un vídeo con la exposición del director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU, Robert Redfield, en el que confiesa que varios soldados de ese país fueron diagnosticados erróneamente y, aparentemente, murieron de influenza, pero post mortem dieron un resultado positivo para el 2019-nCoV, mucho antes de que apareciera en China. Le pregunta: “¿Cuándo apareció el paciente ‘cero’ en Estados Unidos? ¿Cuántas personas están infectadas? ¿En qué hospitales los internaron? Y sugiere que el Ejército de EEUU pudo llevar el 2019-nCoV a la ciudad de Wuhan.
¡Sean honestos! ¡Revelen los datos (sobre la infección con el 2019-nCoV en EEUU)! ¡EEUU nos debe una explicación!”
Sin embargo, Geng Shuang, portavoz de la Cancillería china, declaró: “Dentro de la comunidad internacional y dentro de Estados Unidos hay distintas hipótesis sobre el origen del virus. Como ya lo dije varias veces, China considera que esto es una cuestión científica y se debe escuchar la opinión de los expertos”, es que la epidemia debió propagarse en el país donde apareció el primer brote para luego difundirse por el resto del mundo, lo que excluiría la versión de que EEUU llevó deliberadamente el coronavirus a China, porque ahí la enfermedad debió propagarse primero, a menos que entre los 20.000 muertos estadounidenses de los 34 millones de contagiados con el virus de la influenza hubiera un buen número de fallecidos por el COVID-19, igual a lo que, según Robert Redfield, pasó con algunos soldados. Por si las moscas, Washington convocó al Embajador de China para expresarle su protesta y exigirle que explique por qué un funcionario del Ministerio de Relacioes Exteriores chino, sin presentar prueba alguna, sugirió que el Ejército de EEUU sería responsable del brote del coronavirus en la ciudad de Wuhan.
Por lo pronto, la pandemia se ha convertido en un duro golpe para la economía del mundo: China disminuyó en un 20% sus adquisiciones de petróleo árabe; Arabia Saudita exigió a Rusia disminuir su producción en 500 mil barriles diarios; Rusia no le hizo caso; Arabia Saudita va a subir su extracción de petróleo a unos 12 millones de barriles por día; el precio del petróleo se desplomó; Trump se puso contento y ordenó a EEUU atiborrase de petróleo barato; la industria fracking está al borde de quebrar y, en general, nadie sabe en qué va a terminar este desaguisado.
La gente se pregunta: ¿Qué mutaciones políticas se darán en las elecciones de EEUU, que pudieran engendrar la evolución radical que esa sociedad requiere? Porque, de alguna manera, todas las candidaturas se verán afectadas por la crisis, más que nada las presidenciales, que parecían tan fáciles para el Presidente Trump.