Por: Dr. Luis Rivadeneira Játiva
Tener una visión de futuro requiere de un punto de referencia de éxito que nos permite cambiar nuestros paradigmas y ser más competitivos para superar los desafíos del siglo XXI. Nos invita a actuar de forma proactiva ideando ese mañana, desde nuestros valores, principios, actitudes y fortalezas. Supone liderar y soñar el destino donde queremos estar. Esa claridad es la que nos mueve y nos da la fuerza de voluntad suficiente para empezar a generar los cambios para el logro del futuro deseado. Es una actitud emprendedora necesaria para sacar adelante los sueños personales, familiares y educativos.
Nuestros padres nos enseñaron lo importante que es imaginarnos dónde queremos estar dentro de algunos años: a qué aspiramos y qué queremos lograr. Nos enseñaron, de muchas maneras, que una visión de futuro es un motivo para vivir.
Si para las ciudades existe una visión de futuro, para las personas, de igual manera, es el futuro deseable o posible, para los hijos, el futuro deseado por sus padres.
La visión de futuro de una entidad o institución, es una declaración o manifestación que indica hacia dónde se dirige una empresa o qué es aquello en lo que pretende convertirse en el largo plazo. Muchos, suelen confundir la visión con la misión de una institución. Ayuda a generar confianza en mí mismo y el querer colaborar con otros en aras de construir un espacio de relaciones donde las diferencias individuales se convierten en una fuente de oportunidades.