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Yo el Mal Supremo

Por: Rodolfo Bueno

Que me perdone el novelista paraguayo, Augusto Roa Bastos, por robarle el título de su gran novela para hacer este pequeño escrito, pues no encuentro otro mejor. Es que ni siquiera con el supremo dictador de Paraguay, José Gaspar Rodríguez de Francia, que algunas cosas buenas también hizo, pueden ser comparados los últimos gobernantes de EE.UU. sino, con Hitler, cuya maldad han superado con creces. Para nada se exagera porque la comparación se hace ahora, cuando todavía no hay guerra, aunque se vivan las postrimerías de una paz, que bien pudiera ser la última.

Mientras hubo paz, Hitler intervino en Austria y Checoslovaquia; España no se toma en cuenta porque allí intervino todo el mundo, incluidos los españoles. Ahora que me perdonen los austriacos, los checos y los eslovacos porque, a pesar de que el nazismo es el mayor cataclismo de sus historias, lo pasado en sus países es una nimiedad en comparación con lo sucedido en Afganistán, Irak, Libia, Siria, Ucrania, no se diga con lo que pudiera acontecer en Venezuela, hoy amenazada como nunca.

Se insiste, la comparación con Hitler se hace en una época en la que todavía hubo paz, porque las amenazas de este dictador jamás tuvieron el calibre y la desvergüenza que la diatriba de que Venezuela representa un peligro para la seguridad nacional de EE.UU., hecha por el presidente Obama, al que parecería le han encargado las tareas más sucias de la historia moderna.

Es posible que en Venezuela sus gobernantes hubieran cometido errores, eso no se discute, pero son problemas que deben resolverlos los venezolanos, y nadie más. No va a ser EE.UU., que solo busca pretextos para apoderarse de las mayores reservar de petróleo del mundo, el que clave sus garras en nuestro hermano país para complicar más aún su panorama político. ¿Es que acaso el Caracazo, cuando Carlos Andrés Pérez ordenó salvar su gobierno sobre la base de los miles de cadáveres de los desposeídos venezolanos, puede ser comparado con lo que pasa hoy? ¿Es que acaso son comparables las dictaduras de Pérez Jiménez y Juan Vicente Gómez o, incluso, el régimen democrático represivo de Rómulo Betancourt, cuando no se respetaba ninguno de los derechos humanos, con el gobierno de Nicolás Maduro, que algo hace para eliminar la miseria heredada de los regímenes anteriores, para que la gran prensa mundial haga la alharaca que actualmente hace sobre una supuesta falta de democracia en Venezuela? Paren la mano, no busquen un baño de sangre y permitan que los procesos se den democráticamente en la patria de Bolívar.

Presidente Obama, busque solución para los problemas de su país, que son mayores, como usted bien lo ha dicho. Mientras el racismo, la intolerancia, el desempleo, la miseria, la ignorancia, el militarismo y la explotación campeen en su país, usted no tiene el mínimo derecho para dictar normas de comportamiento al resto del género humano. Recuerde que no en vano Jesús le ordena: “¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”.

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