Por: Alfredo Breilh
Nota del Director: Este artículo fue publicado en el Diario HOY, el 16 de mayo de 2001 y reproducido en el libro COMPROMISO CULTURAL asamblea por la cultura mayo 2001.
El Gobierno de la Provincia de Pichincha ha retomado las Jornadas Culturales de Mayo. «Las Jornadas» fueron lugares de encuentro entre destacados intelectuales latinoamericanos y ecuatorianos, que debatían sobre diferentes temas relacionados con la cultura. Posibilidad para los nuestros de confrontar el pensamiento de personalidades significativas, y oportunidad de intercambiar ideas y debatir temas, para enriquecer sus criterios y orientarlos a la acción.
Para este mayo, uno de los actos destacados de las Jornadas ha sido la Asamblea Provincial por la Cultura. Culminar la propuesta, se convierte en un desafío para el propio Consejo Provincial, pero merece la pena.
Dos razones dan especial importancia a la Asamblea. Una es el tema mismo, ya que establecer una política y trazar un programa de actividades consecuente, permitirá que la relegada e incomprendida promoción de la cultura tenga el espacio de importancia que necesita para cumplir su papel de forjar y consolidar la identidad de la población mediante el goce estético, el entretenimiento y la autovaloración.
La segunda razón se refiere al proceso mismo en cuanto verdadero ejercicio democrático: consiste este en abrir una discusión amplia sobre la situación y los problemas de los diversos ámbitos de la comunicación y el arte, donde artistas, intelectuales y público debaten y sacan conclusiones que permitan definir las dificultades y diseñar líneas de acción.
Lo primero que ha dejado ver el mecanismo propuesto es que requerimos reaprender la democracia, aprender a discutir, a disentir, a intercambiar ideas opuestas sin descomponerse ni personalizar, por una parte, y por otra, aprender a ser representados, a mantener la comunicación con nuestros representantes y a asumir la representatividad para la que se nos elija.
La invitación a participar en las discusiones a un amplio sector de intelectuales, tiene su continuidad en confrontar participativamente con el otro ámbito: de esta manera, se profundiza la democracia y se realiza el proceso de descentralización a fondo.
Justamente, lo importante de una política cultural es el respeto a la coexistencia, plural y autónoma, y la participación igualitaria de todas las culturas y de todas las personas dentro de cada cultura, donde la tolerancia permita riqueza de expresiones, disentir y dialogar.
Y lo más importante de una política respecto del arte es que se fomente la creatividad de los procesos productivos artísticos y la expresión estética en los más amplios sectores populares, comunitarios y estudiantiles. Muchos artistas profesionales estarían dispuestos a colaborar con un amplio proyecto de talleres de fomento de la creatividad en escuelas y comunidades, entendiéndolo como un fortalecimiento de nuestra identidad.