Archivo de la etiqueta: Ciencia

La primera ‘película’ de una medición cuántica, un avance de la física con ciencia

FÍSICA

El hecho de medir un sistema cuántico suele forzarlo hacia un estado clásico, pero científicos de la Universidad de Sevilla y otros centros europeos han logrado tomar instantáneas durante una millonésima de segundo para ‘filmar’ este proceso sin destruir la información cuántica. El avance, que podría ayudar a corregir errores en los ordenadores cuánticos, figura entre los diez mejores de 2020 según la revista Physics World.

Experimento de medición cuántica sobre un ion de estroncio atrapado en un campo eléctrico, que dura apenas una millonésima de segundo. / F. Pokorny et al./Universidad de Estocolmo

Cada año la revista Physics World, el magazín de una de las sociedades físicas más grandes del mundo, el Institute of Physics (IOP), destaca los grandes avances anuales en ese campo. En 2020 un nuevo emisor de luz basado en silicio ha sido la investigación ganadora, pero entre las diez finalistas a este prestigioso reconocimiento figura un estudio con presencia española.

Científicos de la Universidad de Sevilla y otros centros europeos han conseguido por primera vez ‘filmar’ lo que sucede durante una medición de un sistema cuántico, usando un ion de estroncio y en cuestión de una millonésima de segundo

Un equipo de científicos de las universidades de Sevilla, País Vasco, Estocolmo (Suecia) y Siegen (Alemania) ha conseguido por primera vez ‘filmar’ lo que sucede durante una medición de un sistema cuántico. Los detalles se publicaron en la revista Physical Review Letters.

Para realizar el trabajo se utilizó un ion de estroncio (un átomo cargado eléctricamente) atrapado en un campo eléctrico. La medición sobre el ion dura apenas una millonésima de segundo, pero los investigadores consiguieron hacer una ‘película’ del proceso reconstruyendo el estado cuántico del sistema en diferentes momentos, confirmando así una de las predicciones más sutiles de la física cuántica.

“El experimento es interesante por dos motivos”, explica el coautor Adán Cabello, del departamento de Física Aplicada II de la Universidad de Sevilla, “por un lado, muestra que el cambio del estado cuántico durante una medición no es instantáneo –como muchos creen– sino que ocurre gradualmente”.

Estado cuántico real, no teórico

“Pero, además, –añade–, el experimento demuestra que las mediciones cuánticas que preservan los estados cuánticos con máxima información son procesos reales que ocurren en la naturaleza y no simples idealizaciones teóricas”.

El resultado del experimento se ha podido resumir en un GIF animado que muestra lo que le ocurre al estado cuántico del ion durante esa millonésima de segundo, visualizado mediante un tablero tridimensional. Las alturas de las torres indican el grado de superposición de los posibles estados cuánticos.

La película muestra cómo durante la medición algunas de las superposiciones se pierden de forma gradual, mientras que otras se conservan tal y como ha de suceder en una medición cuántica ideal.

“Aunque el acto de medición generalmente fuerza a los sistemas cuánticos a estados clásicos definidos, este trabajo muestra que algunas mediciones no destruyen toda la información cuántica”, destaca Physics World, “y tomando los ‘fotogramas’ durante los experimentos con el ion de estroncio, el equipo ha revelado que las mediciones no son instantáneas, sino que convierten gradualmente los estados de superposición en clásicos”.

“Debido a que las mediciones ‘débiles’ utilizadas por el equipo podrían, en principio, permitir la detección de errores en estados cuánticos, sin destruirlos durante el proceso, este avance podría usarse para mejorar la corrección de errores en computadoras cuánticas”, concluyen los responsables de la revista.

Referencia:

Fabian Pokorny, Adán Cabello, Markus Hennrich et al. «Tracking the Dynamics of an Ideal Quantum Measuremen». Phys. Rev. Lett. 124, 080401.

Fuente: US
Derechos: Creative Commons.

La ciencia en los libros del año: hay vida más allá del coronavirus

LIBROS

La oferta editorial para entender la pandemia es inmensa. Pero también hay novedades más allá de los virus: contar la ciencia de manera seductora, y para todas las edades, sigue en boga. Afilen los colmillos, amantes de la ciencia reales y potenciales. Esta es nuestra selección.

Librería. EFE/Antonio Lacerda

El dilema de toda persona regaladora de libros de ciencia este año es: ¿quiero seguir en el universo pandémico? Si la respuesta es sí, hay donde elegir, empezando por ensayos sobre epidemias pasadas que han sido reeditados. Estas obras alertaban alto y claro del peligro; si la covid-19 ha pillado al mundo desprevenido, quizás sea porque el mundo no lee lo bastante.

A hombros de otras pandemias

El jinete pálido

En Contagio. La evolución de las pandemias (Debate), David Quammen recorre el planeta visitando regiones donde virus animales han saltado a humanos, desde el ébola y el primer SARS hasta el VIH. Quammen se apoya en testimonios y hechos, sin añadir dramatismo a sucesos de por sí impresionantes. Incluye una amplia bibliografía especializada. En el epílogo de la reedición —de abril— se alude a la entonces incierta evolución de la actual pandemia: “Nadie sabe hacia dónde irá la bolita. Dentro de cuatro días, el número de casos podría rondar las decenas de miles”. Sobra decir que los cuatro días ya han pasado.

También Pandemia (Capitan Swing) de la periodista Sonia Shah (a la que entrevistó Eva Rodríguez en SINC), antecede a la covid-19. Esta obra, más breve que la anterior, combina la visión global con anécdotas cotidianas narradas con estilo vivo, útiles para reflexionar sobre el papel del modo de vida humano en la dispersión de un nuevo patógeno. “El futuro de las pandemias, lo mismo que su pasado, está enredado con el nuestro”, escribe Shah.

El jinete pálido (Crítica), de Laura Spinney, recapitula la gripe de 1918, que causó la muerte a más de 50 millones de personas. Con ritmo narrativo la periodista sigue el rastro de la pandemia por todo el mundo, de Zamora a Río y de las minas de Sudáfrica a Alaska. Corre transversal en la obra el relato de la relación entre la ciencia y la sociedad: “En las primeras décadas de ese siglo [el XX] la fe en la ciencia y el racionalismo era elevado”, escribe Spinney. Pasteur había descubierto que los gérmenes causan enfermedades y pueden ser vencidos con vacunas; el virus causante de la pandemia, sin embargo, no se identificó hasta los años treinta.

A la caza de un patógeno letal

Armada como una novela pero basada en hechos asombrosamente reales es El mapa fantasma (Capitán Swing), de Steven Johnson, sobre cómo a mediados del siglo XIX un perseverante anestesista halló la causa de un mortífero brote de cólera en Londres. La historia de porqué unas hipótesis son escuchadas y otras no, de cómo los sesgos nublan la percepción e influyen en la toma de decisiones, sorprende por su actualidad. Aquí, una amplia reseña del libro escrita por Pablo Francescutti en SINC.

Epidemiocracia (Capitán Swing), del experto en salud pública Javier Padilla y el epidemiólogo Pedro Gullón, sí se refiere a la actual pandemia. Los autores analizan el impacto de la toma de decisiones en su gestión, y explican por qué garantizar el acceso universal a la educación y la salud es tan importante. Gullón afirmaba en esta entrevista de Sergio Ferrer: “Los grandes problemas de salud en España siguen teniendo que ver con la desigualdad social, los alimentos y la actividad física, y nuestro sistema tiene que estar preparado para eso”.

Viajeros galácticos

Para quienes necesiten aparcar un rato la pandemia también hay propuestas. Algunas llevan muy, muy lejos, como Universo, de Lonely Planet. Toneladas de información concisa y fotos a color para recorrer nebulosas, quásares, planetas extrasolares y galaxias primigenias, propulsando la imaginación con datos.

¿Es posible que en 13.700 millones de años haya surgido la vida solo en un insignificante planeta azul? El libro del astrobiólogo Carlos Briones ¿Estamos solos? (Crítica) demuestra que, por mucho que OVNIs y alienígenas sean hoy carne de ficción, la búsqueda de vida extraterrestre sigue siendo un área de intensa actividad científica. Briones repasa —entre otras cuestiones— qué se sabe sobre el origen de la vida, y dónde sería más probable detectarla fuera de la Tierra —y cómo—. Cita a Arthur C. Clarke: “A veces creo que hay vida en otros planetas y a veces pienso que no. En cualquiera de los dos casos, la conclusión es asombrosa”.

¿Qué es la vida?

Pero, ¿qué es la vida exactamente? El Nobel británico Paul Nurse homenajea la celebrada obra ¿Qué es la vida?, escrita en 1943 por el físico Erwin Schrödinger, publicando otra con el mismo título (GeoPlaneta). En ella explica con claridad conceptos hoy considerados centrales en la biología, sin escatimar aspectos de su vida personal al hablar de su amor por la ciencia. Es una obra breve para quien no tiene conocimientos previos pero sí curiosidad.

Para Nurse, una de las características de la vida es su dependencia de otros seres vivos. De ahí la importancia de hacer frente a una de las principales amenazas para la biodiversidad global: el cambio climático. En El pequeño manual del cambio climático (Grijalbo), David Nelles y Christian Serrer explican de manera concisa la actual crisis climática. El formato ilustrado lo hace original y atractivo para un público amplio.

Esto sucede también con Cuantix (Alianza Editorial), un alabado cómic sobre física que ganaría enormemente si redujera el número de viñetas de hombres científicos con bata blanca, o al menos incluyera en ellas a mujeres científicas.

Igualdad, todavía lejos

Obras como la anterior muestran lo necesarias que son otras, como Mujeres invisibles para la medicina (Capitán Swing), de la médica Carme Valls —entrevistada por Laura Chaparro en SINC—, que analiza la medicina actual con perspectiva de género.

“Hemos avanzado relativamente [en igualdad en hombres y mujeres en la investigación]”, afirmaba Valls. “En la covid-19 vamos hacia atrás, porque incluso en los comités de expertos de la misma OMS, solo el 20 % son mujeres y no me creo que haya solo un 20 % de epidemiólogas expertas”.

También obvia a las mujeres el mundo del big data, señala la periodista Caroline Criado, en su obra La mujer invisible (Seix Barral), ganadora del Premio de la Royal Society al mejor libro de ciencia de 2019.

La “brecha de datos de género” perpetúa que el cuerpo masculino se siga considerando la opción por defecto, lo ‘neutro’. Criado decía a María G. Dionis, de SINC: “Olvidarnos de forma sistemática de incorporar el cuerpo femenino al diseño —ya sea médico, tecnológico o arquitectónico— nos ha llevado a un mundo menos acogedor y más peligroso para que las mujeres nos movamos en él”.

Para grandes curiosos pequeños

El género pandémico no olvida a los niños y niñas. Aunque lo cierto es que La vida secreta de los virus (Zahorí books) está lleno de curiosidades interesantes para todos, seleccionadas y explicadas por el colectivo de mujeres científicas Ellas Educan y con ilustraciones de Mariona Tolosa Sisteré. Se habla de la enorme diversidad de los virus y de su papel ecológico; de su composición, de su relación con los humanos y del concepto ‘un mundo, una salud’, clave para prevenir futuras pandemias.

De la misma colección son La vida secreta de los mocos y La vida secreta de las pupas, que también llevan la ciencia al último rincón de la vida cotidiana infantil, sin dejar de asombrar a los adultos.

Sorprendente es también lo que cuenta, y cómo, La fábrica de bebés (Gato Sueco), de Li Söderberg y Katy Kimbell. Ilustraciones que hacen sonreír y textos que recuerdan cuán diversa y creativa es la vida a la hora de reproducirse. Un placer.

Derechos: Creative Commons

Más frutas y verduras como propósito de año nuevo para mejorar el sistema inmunitario

Los alimentos de origen vegetal son buena fuente de fibra dietética, vitaminas y minerales, además de sustancias fitoquímicas beneficiosas. Por ello, se recomienda su consumo diario para prevenir el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardíacas y la obesidad, así como para contrarrestar las carencias de micronutrientes. Y aunque una dieta saludable no pueda protegernos de la covid-19, sí puede evitar los factores de riesgo que llevan a una peor evolución de la enfermedad.    

Puesto de frutas y verduras./ Pixabay

Nuevo año, nuevos propósitos. Todavía con el coronavirus presente en nuestras vidas, muchos ciudadanos habrán tomado la decisión de adoptar hábitos saludables, como dejar de fumar, hacer ejercicio diario o recurrir menos al coche. Incidiendo en este mismo propósito, pero también en reducir el impacto ambiental, desde Naciones Unidas sugieren otra idea: enriquecer nuestra dieta con más frutas y verduras.

El 2021 ha sido declarado por las Naciones Unidas como Año Internacional de las Frutas y las Verduras

“Las frutas y verduras son la piedra angular de una dieta sana y variada. Proporcionan al cuerpo humano abundantes nutrientes, refuerzan el sistema inmunológico y contribuyen a reducir el riesgo de contraer muchas enfermedades”. Con estas palabras, el secretario general de la ONU, António Guterres, bautizó al recién entrado 2021 como el Año Internacional de las Frutas y las Verduras. No obstante, el señaló que “a pesar de estos enormes beneficios, no las consumimos en cantidades suficientes”.

Durante el lanzamiento oficial del Año, y tras aprobarse en la Asamblea General de las Naciones Unidas, los países integrantes se comprometieron a fomentar su consumo, así como a reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos. “Revisemos nuestros sistemas alimentarios y comprometámonos con un mundo más sano, resiliente y  sostenible en el que todas las personas tengan a su alcance, y puedan permitirse, la nutrición variada que necesitan”, concluyó en el acto.

De entre todos los tipos de alimentos, frutas y verduras ocupan una posición privilegiada. Son buenas fuentes de fibra dietética, vitaminas y minerales, así como sustancias fitoquímicas beneficiosas. Por ello, la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) recomiendan el consumo por cada adulto de al menos 400 gramos de frutas y hortalizas al día para prevenir enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardíacas y la obesidad, así como para contrarrestar las carencias de micronutrientes.

“Sabemos que las frutas y hortalizas son alimentos saludables. Eso significa que no solo mantienen nuestro estado de salud, sino que también pueden mejorarlo o recuperarlo cuando se ha perdido”, afirma a SINC Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética.

Sobre las particularidades de estos alimentos, Russolillo explica qué las diferencia de otros, como carnes o lácteos. “Cuando organismos como la OMS establecen los objetivos nutricionales, definen la cantidad concreta de nutrientes que deberíamos tomar a través de los alimentos. De calcio, de vitaminas, de hidratos de carbono…”, ejemplifica el nutricionista.

“Estas sustancias esenciales son insustituibles y obligan al ser humano a tener una alimentación variada”, explica Russolillo

“Sin embargo, —continúa exponiendo— existe una categoría específica para las frutas y hortalizas, que son 650 gramos o cinco raciones diarias. Es decir, tres piezas de ruta y dos de verdura. En esta categoría, no basta con especificar qué cantidad de betacaroteno, vitaminas C, A o E, sodio o potasio es suficiente, ya que son alimentos altamente complejos, con una cantidad considerable de sustancias que aún no se han descubierto pero que sabemos que están, que actúan y que potencian a otras. Estas sustancias esenciales son insustituibles y obligan al ser humano a tener una alimentación variada, porque se encuentran en cantidades variables y en todos los alimentos de origen vegetal”, explica.

Tanto la FAO como la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan el consumo por cada adulto de al menos 400 gramos de frutas y hortalizas al día para prevenir enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardíacas y la obesidad, así como para contrarrestar carencias en micronutrientes.

Más allá de estas enfermedades, estos vegetales también podrían ayudarnos a defendernos del coronavirus. “En la crisis sanitaria que estamos afrontando a nivel mundial, la promoción de dietas saludables para fortalecer nuestros sistemas inmunitarios resulta especialmente apropiada”, afirmó durante el acto de presentación del Año Internacional el director general de la FAO, Qu Dongyu.

Vegetales contra la covid

El pasado mes de marzo, la academia que preside Russolillo redactó, junto con el Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas y Nutricionistas, un documento de recomendaciones de alimentación para la población ante la crisis sanitaria de la covid-19. En ella, entre otros puntos, se recomendaba la ingesta de estas cinco raciones “por supuesto también para personas con covid-19 con sintomatología leve en el domicilio”.

“Para una persona infectada por covid-19 con sintomatología leve es fundamental que tome esas piezas, para garantizar la ingesta de esas sustancias esenciales y que van a tener una participación activa en los agentes de defensa del sistema inmunitario”, argumenta.

Sobre esta misma línea, el Grupo de Trabajo Multidisciplinar (GMT), que asesora y apoya al Gobierno español en materias científicas relacionadas con la covid-19, presentó el pasado mes de noviembre un informe en el que se recomendaban y planteaban nuevas líneas de investigación nutricional para prevenir tanto esta pandemia como otras futuras.

José María Ordovás, profesor e investigador en la USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (Boston), así como Investigador Senior en Instituto de Alimentación IMDEA (Madrid), preside este grupo.

“Podemos obtener la mayor parte de lo que nuestro sistema inmunitario necesita mediante el consumo combinado de vegetales y frutas”, recalca Ordovás

“Si nos centramos en aquellos micronutrientes que más han capitalizado la atención durante la pandemia, nos encontramos con las vitaminas A, D, y E, los minerales zinc, cobre, y magnesio, y los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, preferencialmente los que conocemos como omega-3”, indica a SINC el doctor en Bioquímica. “De esta lista de alimentos —continúa explicando–, se deduce que podemos obtener la mayor parte de lo que nuestro sistema inmunitario necesita mediante el consumo combinado de vegetales y frutas”.

Este experto también se desmarca de la idea de sustituir el consumo de frutas y verduras por complementos vitamínicos. Y menos para prevenir o mitigar la covid. “No hay recomendaciones clínicas basadas en la evidencia acerca de la posibilidad de reducir significativamente el riesgo de infecciones respiratorias mediante el uso de suplementos de vitamina C en sujetos bien nutridos. Únicamente, en sujetos que no están bien alimentados o que tengan enfermedades que lleven asociadas niveles bajos de vitamina C podríamos justificar una suplementación”, señala, añadiendo que solo ha demostrado ser eficaz en pacientes graves.

“Una alimentación sana propicia un mayor equilibrio ecológico entre las especies”, señala Ordovás

De manera indirecta, Ordovás también considera que una nutrición sana podría haber aportado otros beneficios. Por un lado, “hubiera dado a menos contagios. No porque la alimentación individual evite los contagios, sino porque habría un mayor equilibrio ecológico entre las especies” —aludiendo al origen zoonótico del virus—.

Por otro lado, “aunque una dieta saludable no puede evitar que nos contagiemos (eso depende más de nuestro estilo de vida), sí que puede evitar los factores de riesgo que llevan a una peor evolución de la enfermedad. Es decir, la diabetes, obesidad, e hipertensión. Los contagios hubieran sido menos graves y mucho menos letales”, considera el presidente del GMT.

Suspensos en alimentación

Según un estudio reciente, elaborado por el grupo de investigación en Nutrigenómica y Obesidad de la Universitat de les Illes Balears (UIB) y publicado en la rervista Nutrients, “los niveles de ingesta de micronutrientes relevantes, especialmente las vitaminas D, C, B12, y el hierro, están inversamente asociados con una mayor incidencia y /o mortalidad de COVID-19, particularmente en poblaciones genéticamente predispuestas a mostrar un estado de micronutrientes más bajo”.

“Los países que padecieron los efectos más adversos de la primera oleada son los que presentan un peor perfil de ingesta de estos nutrientes”, explica Galmés

“Los resultados de este estudio pusieron de manifiesto que los países que padecieron los efectos más adversos de la primera oleada de la pandemia, como España, Italia, Bélgica, Reino Unido o Francia, son los que presentan un peor perfil de ingesta de estos nutrientes”, explica a SINC Sebastià Galmés, autor del estudio, además de doctor en Nutrigenómica y Nutrición Personalizada. 

Para llegar a esta conclusión, Galmés y sus compañeros revisaron la evidencia existente sobre el aporte de los factores nutricionales al sistema inmunológico. Después, recopilaron los 10 nutrientes considerados críticos por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) [seis vitaminas (D, A, C, Folato, B6 y B 12) y cuatro minerales (zinc, hierro, cobre y selenio)] y analizaron los datos nutricionales de 10 países europeos, evaluando su relación con la evolución epidemiológica.

“Los resultados del enfoque de revisión muestran la importancia de mantener un correcto estado nutricional de estos 10 nutrientes analizados para la salud del sistema inmunológico, destacando la importancia de la vitamina D y el hierro en el contexto del COVID-19”, afirman en el estudio.

“Es conocido que los nutrientes que hemos analizado en nuestro estudio participan en diversos procesos inmunitarios, por ejemplo, activando la producción propia de ciertos compuestos antivirales o de anticuerpos contra agentes infecciosos”, explica el experto.

“España presenta los peores datos en relación a la ingesta insuficiente de vitamina D y vitamina A”, expone el estudio

Según el experto, la relación entre el consumo subóptimo de nutrientes esenciales y su asociación con una más elevada mortalidad por covid-19 puede fundamentarse en la mayor vulnerabilidad inmunitaria, causada por la pobre ingesta de estos nutrientes, “esenciales para el correcto funcionamiento del sistema inmunitario”. 

En el caso particular de nuestro país, los autores señalan que “España presenta los peores datos en relación a la ingesta insuficiente de vitamina D y vitamina A, y se sitúa entre los 3 primeros peores datos de vitamina B12”. “Especialmente relevante es el caso de la Vitamina D, cuya ingesta deficitaria es muy frecuente en España, y especialmente en personas más mayores”, añade Galmés.

Para desarrollar un buen sistema inmunológico, recomienda ingerir alimentos ricos en los nutrientes considerados como críticos por la EFSA. “Los huevos, la leche, el pescado, la fruta, las legumbres o las verduras son grupos de alimentos ricos en varios de estos nutrientes, por lo que se debe fomentar su consumo para asegurar el alcance de las recomendaciones para estas vitaminas y minerales”, concluye.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

Grandes mujeres y hombres de ciencia que despedimos en 2020

Este año decimos adiós a grandes nombres que han brillado en diferentes campos de las ciencias: investigadoras de la pandemia, físicos, matemáticos e informáticas. Con esta lista les homenajeamos.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: John Horton Conway, Arthur Ashkin, Mary Fowkes, Margaret Burbidge, Flossie Wong-Staal, Teresa Rodrigo, Maria de Sousa, Freeman Dyson, Philip Warren Anderson, Antonio Rodríguez de las Heras, Li Wenliang, Masatoshi Koshiba, Frances Allen, Mario Molina y Katherine Johnson.

Teresa Rodrigo, pionera en la experimentación de partículas elementales y codescubridora del bosón de Higgs

(28 de diciembre de 1956 – 21 de abril de 2020)

Catedrática de física atómica por la Universidad de Cantabria, líder de uno de los equipos del experimento CMS del gran colisionador de hadrones del CERN y directora del Instituto de Física de Cantabria (IFCA). Teresa Rodrigo fue la primera española que trabajó en logros punteros en el campo de la física de partículas, y su nombre aparece en importantes hallazgos como el quark top o el bosón de Higgs.

Teresa Rodrigo

Universidad de Cantabria

Los que la conocieron de cerca la consideran una luchadora incansable y firme defensora del papel de la mujer en la ciencia. “Una de las investigadoras más brillantes y una de las científicas de gran relevancia de nuestra universidad”, apuntaba el rector de la Universidad de Cantabria, Ángel Pazos, con motivo de su fallecimiento.

Rodrigo abrió camino a los físicos españoles en las instalaciones del CERN en Ginebra. En 2010 fue nombrada presidenta del Consejo de Colaboración CMS y en 2012 entró en el Comité de Política Científica del CERN, siendo la primera física española en acceder a este organismo y una de las pocas personas con esta nacionalidad que han asesorado al mayor centro mundial de física de partículas.

Antonio Rodríguez de las Heras, el encuentro amable entre ciencias y letras

(19 de septiembre de 1947 – 4 de junio de 2020)

Rodríguez de las Heras nació en Vigo y estudió en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Salamanca tras abandonar sus estudios de Física en Madrid. Este cambio de licenciatura supuso un conflicto productivo entre ciencia y humanidades que acabó trazando toda su biografía. Su tesis doctoral sobre Filiberto Villalobos, presentada en 1974, obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado y el Premio del Patronato de la Universidad de Salamanca.

Rodríguez de las Heras

Wikipedia

Ese mismo año comenzó a trabajar como profesor de la Universidad de Extremadura, donde desarrolló su método de la topología del discurso para analizar la argumentación política.

En toda su trayectoria en la universidad se empeñó en mantenerse en equilibrio entre ciencias y letras, tecnología y humanidades, convencido del fuente vínculo que existe entre el desarrollo tecnológico y las transformaciones sociales.

En 1987 obtuvo la cátedra de Historia contemporánea con el estudio Teoría y método en Historia Contemporánea, un proyecto de investigación escrito con Guide, un programa de hipertexto para Macintosh.

En 1991 se trasladó a la Universidad Carlos III de Madrid, donde fue decano de la Facultad de Humanidades, Comunicación y Documentación. Un año más tarde, promovió la creación del Instituto de Cultura y Tecnología.

Admirado y amado por estudiantes y compañeros de investigación, los que lo conocieron destacan sus reflexiones tecnológicas en la columna quincenal La vida en digital, publicada en El País.

Mario Molina, el nobel que alertó del agujero en la capa de ozono

(19 de marzo de 1943 – 7 de octubre de 2020)

Mario Molina

Wikipedia

Este ingeniero químico, nacido en Ciudad de México, fue uno de los descubridores de las causas del agujero de ozono antártico. Junto con Paul J. Crutzen y Sherwood Rowland, recibió el Nobel de Química en 1995 por su papel en la dilucidación de la amenaza que representan los gases clorofluorocarbonos en la capa de ozono.

Su trabajo condujo al Protocolo de Montreal, el primer tratado internacional que ha enfrentado eficazmente un problema ambiental de escala global y de origen humano, y dedicó toda su carrera a generar conciencia social sobre los grandes retos medioambientales del planeta.

En una entrevista que concedió a Sinc en 2019, Molina ejemplificaba el éxito de la lucha global contra el agujero de la capa de ozono y que este podría servir para inspirar a los retos de la crisis climática.

El que también fue asesor del equipo de transición de Barack Obama de medio ambiente en 2008 criticaba entonces la postura de Donald Trump ante el acuerdo de París. “En la comunidad científica trabajamos para que este acuerdo se pueda reforzar. A lo que se han comprometido los países, que es voluntario, no es suficiente”, decía.

Li Wenliang, el oftalmólogo que advirtió de un nuevo SARS y fue perseguido en China

(12 de octubre de 1986 – 7 de febrero de 2020)

Li Wenliang

Wikipedia

El 30 de diciembre de 2019, este joven oftalmólogo del Hospital Central de Wuhan alertó a un pequeño grupo de compañeros de algunos casos de síndrome agudo respiratorio grave (SARS, por sus siglas en inglés).

Estas advertencias fueron vistas por el régimen chino y la policía de Wuhan como una difamación de rumores falsos, quienes obligaron a Li a firmar un manifiesto en el que admitía haber “alterado el orden social gravemente”.

Una semana después de este episodio de censura y represión, el oftalmólogo enfermó de lo que ya denominamos en todo el mundo covid-19 y fue actualizando su estado de salud en la red social Sina Weibo.

Su muerte, el 7 de febrero, levantó una ola de indignación en la entonces confinada ciudad de Wuhan y se convirtió en “la cara de la covid-19 en China”.

A pesar de que su fallecimiento sacudió la nación, los que lo conocieron hablan de él como un hombre modesto y muy dedicado a su trabajo. En una de sus últimas publicaciones en la red social, se disculpó ante todos sus pacientes que podrían haberlo considerado como “una persona irritable”. Pero en la memoria colectiva china, Li permanece como un héroe que nunca debió serlo.

Masatoshi Koshiba, el nobel que detectó los neutrinos

(19 de septiembre de 1926 – 12 de noviembre de 2020)

Masatoshi Koshiba

Wikipedia

El físico japonés, natural de Toyohashi y apodado cariñosamente como “Toshi”, ganó el Nobel de Física en 2002 “por sus contribuciones pioneras a la astrofísica, en particular para la detección de neutrinos cósmicos”, junto a los investigadores Raymond Davis Jr. y Riccardo Giacconi.

En la década de los 80, Koshiba construyó un detector de neutrinos en una mina de zinc en su país, basándose en el trabajo realizado por Davis.

Llamado Kamiokande II, el detector consistía en un enorme tanque de agua ultrapura rodeado de detectores electrónicos que recogían los destellos de luz producidos por la interacción de estas partículas cósmicas con los núcleos atómicos de las moléculas de agua.

John Learned, experto en neutrinos de la Universidad de Hawai (EE UU) y colaborador de Koshiba, dice que el físico japonés “representaba para muchos la gran tradición del soldado samurái en la ciencia: una visión a largo plazo, ferozmente competitivo y asombrosamente capaz”.

Frances Allen, la primera Turing que acercó la creación de software

(4 de agosto de 1932 – 4 de agosto de 2020)

Frances Allen

Wikipedia

La neoyorquina Frances Elizabeth Allen sentó, desde el prestigioso centro de investigación IBM Thomas Watson, las bases teóricas y prácticas de las técnicas de optimización automática en compiladores (la parte de la computadora encargada de traducir las instrucciones de un programa a códigos entendibles por las máquinas) y la extracción automática de paralelismo (realizar una tarea repartida en procesos hechos al mismo tiempo).

Todo esto ayudó a que prácticamente cualquier persona pueda crear software rápido, eficiente y útil para ordenadores, móviles y páginas web.

Sus investigaciones fueron merecedoras del Premio Turing en 2006, considerado el Nobel en el campo de las Ciencias de la Computación, por sus contribuciones que mejoraron el rendimiento de los programas de ordenador y aceleraron el uso de sistemas de computación de alto rendimiento.

Además de sus éxitos científicos, Allen siempre apostó por la búsqueda del talento menos representado, esforzándose en integrar a más mujeres en los equipos de experimentación en compiladores de IBM durante los años 70 y 80.

Margaret Burbidge, una carrera pionera en la astronomía moderna

(12 de agosto de 1919 – 5 de abril de 2020)

El estudio “Síntesis de los elementos de las estrellas”, publicado en 1957 en la revista Reviews of Modern Physics, argumentaba que todos los elementos químicos que conforman el mundo, incluyendo los seres vivos, provienen de las reacciones que tienen lugar en las estrellas. Esto se traduce en una frase que es bella y científicamente precisa: estamos hechos de polvo de estrellas. La primera firmante de dicho artículo fue Margaret Burbidge, una astrónoma y astrofísica que hizo aportaciones fundamentales en este campo y que nunca aceptó ningún tipo de discriminación por su género.

Margaret Burbidge

Universidad de Chicago

Tras doctorarse en la Universidad de Londres, a finales de la década de los 40 solicitó una beca en el Instituto Carnegie para hacer investigaciones en el Observatorio del Monte Wilson en Pasadena (California, EE UU), que le fue negada por ser mujer. Pudo acceder a este observatorio varios años más tarde, pero solo como asistente de su marido, el profesor de física Geoffrey Burbidge.

Burbidge destacó por sus aportaciones a la investigación sobre cuásares y galaxias, así como por el desarrollo del espectrómetro que acabó formando parte del telescopio espacial Hubble. Entre sus reconocimientos más señalados está el ser la directora del Real Observatorio Británico, la primera en presidir la Sociedad Astronómica Americana, ser nominada al Nobel de Física de 1964, la Medalla Nacional de Ciencia de Estados Unidos de 1985 y el Premio de Ciencias Albert Einstein 1988. Otro galardón a destacar es el Premio Annie Jump Cannon a mujeres astrónomas, que recibió pero rechazó por considerarlo una forma de discriminación positiva, que tampoco aceptaba.

Arthur Ashkin, el nobel que inventó unas ‘pinzas’ ópticas de láser

(2 de septiembre de 1922 – 21 de septiembre de 2020)

Arthur Ashkin

Wikipedia

La herramienta que diseñó Ashkin, natural de Nueva York, permitió conseguir un viejo sueño de la ciencia ficción: usar la presión de la luz para mover objetos físicos. Primero pudo empujar diminutas partículas hacia el centro del haz láser y mantenerlas ahí, y luego, en 1987, empleó esta misma herramienta para capturar bacterias vivas sin dañarlas.

Esta innovación le valió la mitad del Nobel de Física de 2018. La otra mitad fue compartida por Gérard Mourou y Donna Strickland por otros innovadores inventos en el campo de la física del láser.

La capacidad de atrapar material biológico con esta herramienta ha demostrado una infinidad de aplicaciones prácticas en la investigación y comprensión del comportamiento de los componentes básicos de la vida, como el ADN y otros sistemas biológicos. Es, hasta la fecha, el invento más parecido a los rayos tractores de Star Wars.

Katherine Johnson, que ayudó a llevar la humanidad a la Luna

(26 de agosto de 1918 – 24 de febrero de 2020)

Katherine Johnson

Wikipedia

Con un lápiz, una regla y una de las mentes matemáticas más brillantes del país, la afroamericana Katherine Coleman Goble Johnson calculó con suma precisión las trayectorias que lograron el éxito de las misiones Mercury a la órbita terrestre y la Apollo 11 a la Luna.

Entre los años 50 y 70 se le consideró como una de las computistas más reconocidas de la NASA. A pesar de sus brillantes cálculos, no obtuvo reconocimiento popular hasta la publicación del libro y película en 2016 Figuras Ocultas, que versa sobre la propia Johnson y sus colegas afroamericanas en la agencia espacial estadounidense.

Fue coautora de 26 artículos científicos en física, ciencias espaciales y matemáticas, y recibió la Medalla Presidencial de la Libertad en 2015, nombrada por el presidente Barack Obama como una mujer afroamericana pionera en las STEM.

John Horton Conway, el matemático del juego de la vida

(26 de diciembre de 1937 – 11 de abril de 2020)

Nacido y criado en Liverpool, Conway se convirtió en una figura querida y admirada en la Universidad de Princeton (EE UU), donde ocupó la cátedra de matemáticas John von Neumann. Fue durante su etapa universitaria en Cambridge (Reino Unido) donde dio muestras de su interés por los juegos de lógica e ingenio, siendo un ávido jugador de backgammon.

John Conway

Wikipedia

En 1970 diseñó su aportación matemática más reconocida: el juego de la vida, un elegante autómata celular que funciona como un juego sin jugadores y sin final.

Con unas normas muy simples –solo tiene dos reglas–, este juego se ha convertido en un favorito de los laboratorios de computación, tanto por su interés teórico equivalente a una máquina universal de Turing como por ser un ejercicio práctico de programación y visualización de datos.

A pesar de que su nombre siempre estará ligado al juego que inventó y publicó en la revista Scientific American, Conway se mostraba más orgulloso por la creación de los números surreales, siendo este el mayor logro de su carrera, según su criterio. También hizo investigaciones y aportaciones en geometría, teoría de grupos, topología geométrica, algoritmos y física teórica.

Flossie Wong-Staal, que ayudó a fijar el VIH como causa del sida

(27 de agosto de 1947 – 8 de julio de 2020)

Wong-Staal

Universidad de California en San Diego

Esta doctora en biología molecular, natural de Cantón (China), fue la primera persona que logró clonar el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y determinar la función de sus genes, un paso vital para demostrar que este era el causante del sida. Tras este hallazgo, investigó cómo el virus es capaz de evadir el sistema inmunitario humano.

Wong-Staal era miembro de la Academia Nacional de Medicina de Estados Unidos y entró en el Salón Nacional de la Fama de Mujeres el año pasado. Su trabajo llegó a ser tan prolífico que la revista The Scientist la nombró como la científica más citada de la década de los 80.

De 1990 a 2002 presidió la investigación del sida de la Universidad de California, en San Diego. Después, pasó a ser oficial científica en Immusol, empresa que cofundó mientras estudiaba bacteriología. A partir de 2007, con el nombre de iTherX Pharmaceuticals, esta compañía comenzó a trabajar en medicamentos contra la hepatitis C.

Philip Warren Anderson, el nobel que ayudó a comprender el magnetismo, la superconductividad y la estructura de la materia

(13 de diciembre de 1923 – 29 de marzo de 2020)

Warren Anderson

Wikipedia

Anderson, natural de Indianápolis (Indiana, EE UU) fue doctor en física por la Universidad de Harvard y Nobel de Física en 1977 por sus investigaciones sobre la estructura electrónica de los sistemas magnéticos desordenados.

Sus investigaciones del comportamiento eléctrico de materiales sólidos como el vidrio, cristales y aleaciones ayudaron a la comunidad científica a comprender el magnetismo, la superconductividad y la estructura de la materia.

Tras completar sus estudios en Harvard, trabajó en los Laboratorios Bell, obtuvo una beca del programa Fullbright en la Universidad de Kyoto y pasó también por las universidades de Cambridge y Princeton, donde ejerció hasta 1984. Su trabajo abarcó la resonancia magnética, el ferromagnetismo, el estudio de semiconductores y el efecto Kondo, entre muchos otros.

Anderson era consciente de lo intimidante que podía aparecer su campo de investigación para aquellos que no eran mínimamente conocedores de la materia. Por eso, en 2011 publicó una colección de ensayos, conferencias y escritos titulada Más y diferente: notas de un cascarrabias reflexivo, donde reflexiona sobre su “pesadilla” recurrente de explicar a un foráneo de la física sobre qué le hizo exactamente ganar el Premio Nobel.

Freeman Dyson, matemático transformado en visionario tecnológico

(15 de diciembre de 1923 – 28 de febrero de 2020)

Como recién graduado de la Universidad de Cornell en 1949, Dyson escribió un paper –para algunos expertos, merecedor de un Premio Nobel– que profundizó en la comprensión de cómo la luz interactúa con la materia: la electrodinámica cuántica, uno de los grandes logros de la ciencia moderna.

Freeman Dyson

Wikipedia

Dyson fue profesor emérito en el Instituto de Estudios Avanzados en Princeton y miembro del Boletín de los Científicos Atómicos, publicación responsable del llamado Reloj del Apocalipsis.

Obtuvo mucho más reconocimiento popular como escritor y visionario tecnológico, imaginando cómo sería la exploración del sistema solar en naves impulsadas por energía nuclear y estableciendo colonias humanas nutridas por plantas modificadas genéticamente.

Uno de sus conceptos teóricos más conocidos es la esfera de Dyson, una hipotética megaestructura alrededor de una estrella que permitiría a una civilización aprovechar al máximo la energía del astro.

Entre sus reconocimientos, destacan su membresía en la American Physical Society de Estados Unidos, la Royal Society de Londres, la medalla Hughes de 1968, la medalla Max Plank en 1969 y el Premio Templeton para el progreso de la investigación y descubrimientos acerca de realidades espirituales.

Mary Fowkes, la neuropatóloga que ayudó a comprender el daño de la covid-19

(1 de noviembre de 1954 – 15 de noviembre de 2020)

Mary Fowkes

Hospital Monte Sinaí

Esta neuropatóloga del Hospital Monte Sinaí de Manhattan pudo realizar autopsias a víctimas de la covid-19, encontrando que el virus dejaba importantes coágulos de sangre en múltiples órganos.

Esto ayudó a tratar a muchos pacientes de manera exitosa con anticoagulantes y facilitó conocer algunos de los efectos a largo plazo del nuevo coronavirus.

Cuando el equipo de la doctora Fowkes comenzó a realizar estas investigaciones, a principios de la pandemia, poco se conocía del impacto del nuevo coronavirus, que se consideraba una enfermedad principalmente respiratoria.

“Veíamos pequeños coágulos en los pulmones, en el corazón, en el hígado; y coágulos muy significativos en el cerebro”, señalaba en una entrevista para la CBS estadounidense.

Maria de Sousa, inmunóloga, poeta y pionera en células T

(17 de octubre de 1939 – 14 de abril de 2020)

Maria de Sousa

Academia.net

La investigadora portuguesa obtuvo reconocimiento internacional como autora de varios artículos científicos en los que describía las células T en 1966. Acuñó el término “ecotaxis” en 1971 para describir el fenómeno por el que células de diferentes orígenes migran y se organizan en áreas linfoides muy específicas.

Al tiempo que desarrollaba su carrera científica en Glasgow, Londres y Nueva York, De Sousa se esforzaba por alimentar en los años 70 las –por entonces– débiles instituciones científicas portuguesas.

En 1984, regresó a su país natal para estudiar la hemocromatosis, una enfermedad hereditaria muy común en la parte norte de Portugal.

La inmunóloga no solo era una reputada investigadora reconocida nacional e internacionalmente, sino también una poeta, pianista y amante del arte.

Una de las actividades más comunes que realizaba con sus alumnos de la Universidad de Porto en los 90 era llevarles de excursión al museo de arte a describir obras, para enseñarles a sus estudiantes a tomar un segundo vistazo de las cosas que observan en su vida.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.

Lo más leído en 2020: las doce ‘campanadas’ de SINC en un año de noticias pandémicas

El coronavirus ha acaparado la atención de los lectores en este inusual 2020. Mascarillas, síntomas, test rápidos o PCR, pandemia, sanitarios… Aunque también hay hueco para el origen del universo y el gasto energético de las búsquedas en Google.

Las doce publicaciones más leídas en SINC en 2020

La pandemia obligó a la ciudadanía a informarse todo lo posible sobre una nueva y desconocida amenaza. Qué era el virus, cómo se transmitía, cómo se detectaba o cómo se frenaba fueron preguntas a las que SINC fue dando respuesta a medida que la ciencia las destapaba. El interés por el periodismo de servicio se pone de manifiesto en esta recopilación de publicaciones más leídas, copado por un coronavirus que no excluye otro tipo de informaciones, como las de astronomía o medioambiente.

1. Made in Spain

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) anunciaba durante el pasado verano la creación y puesta a la venta de sus propias mascarillas sanitarias, basadas en nanofibras que se pueden adquirir a día de hoy a través de la web de Bioinicia, un spin-off del CSIC. Lo contaba nuestra compañera Adeline Marcos.

2. Atajar el virus de forma precoz

En el mes de abril, Aser García Rada, pediatra y doctor en Medicina (UCM), además de actor y periodista freelance, ponía el foco en esta tribuna sobre la importancia de detectar infecciones por coronavirus en la sintomatología leve. “Se avisa de que aquellos con síntomas leves deben quedarse en casa, pero una mayoría todavía cree que si no tiene tos o fiebre, eso no es un coronavirus. Nada más lejos de la realidad”, consideraba García Rada.

3. Nunca la PCR fue tan famosa

Aunque la PCR (reacción en cadena de la polimerasa, por sus siglas en inglés) fue diseñada en los años 80, la ciudadanía desconocía por completo cómo se detectaba el virus. En esta noticia, y mediante una infografía elaborada por Compound Interest, explicamos en qué consistía esta técnica, cómo se realizaba y cómo funcionaba, así como la diferencia respecto a los test de antígenos.

4. Un matemático que sabe mucho de brotes infecciosos

A comienzos de año, Adam Kucharski, matemático especializado en análisis de brotes infecciosos, publicaba su libro Las reglas del contagio. En esta entrevista de Sergio Ferrer, el autor explica cómo operan estas reglas, que funcionan tanto para los virus como para otros males, como la violencia, las crisis económicas, el pánico o los bulos.

5. ¿El coronavirus está vivo?

Los virus SARS-CoV-2 son diminutos, de tan solo entre 60 y 140 nanómetros de diámetro. Están formados de una cadena de ARN donde van sus genes y una cubierta lipídica con las proteínas que les permiten adherirse y entrar en las células del cuerpo que invaden. Sin ellas no son nada, no podrían sobrevivir ni reproducirse. Entonces ¿realmente viven? Tal y como recogió Enrique Sacristán en este reportaje, los científicos debaten sobre este asunto desde hace décadas, pero de momento no se han puesto de acuerdo.

6. Del Big Bang al rebote y la expansión

Esta entrevista, también de Enrique, vuelve a sembrar otra duda. ¿Estuvo el origen del universo en la Gran Explosión? Puede que en ese momento, hace 13.800 millones de años, lo que experimentara fuera un gran rebote tras un periodo de contracción. Desde entonces no deja de expandirse, hasta que termine sus días de forma aburrida y con el tiempo congelado. De esta y otras teorías conversa con el investigador alicantino Iván Agulló, físico teórico en la Universidad Estatal de Luisiana (EE UU), a raíz de la publicación de su libro Más allá del Big Bang.

7. Resultados en 15 minutos

Al igual que las PCR acapararan el interés de los lectores de SINC, también lo hicieron los test rápidos cuando comenzaron a surgir. María G. Dionis explicó qué eran esta especie de kits de embarazo que ahora tanto utilizamos y que por aquel entonces resultaban tan desconocidas. En este reportaje, habló tanto test de antígenos como los test serológicos, así como las diferencias que guardaban respecto a las PCR.

8. ¿Puedo pasear al perro?

Incluso antes de la decretación del estado de alarma, la ciudadanía ya comenzaba a tomar sus propias medidas de seguridad. Para aclarar dudas, El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón respondía a las principales inquietudes de los ciudadanos, sobre distanciamiento, higiene, grupos de riesgo, movilidad, o incluso paseo a los perros.

9. Conciliación, equipamiento y demás problemas del personal sanitario

Ante una enfermedad desconocida, el ministerio de Sanidad encargó la elaboración de numerosa documentación, dirigida tanto a la ciudadanía como a los sanitarios. Guadalupe Fontán, enfermera en el Instituto de Investigación Enfermera del Consejo General de Enfermería, participó en la redacción de los protocolos técnicos relativos, entre otros, a cómo atender a pacientes en domicilios, en urgencias o medidas de prevención. Con ella habló Laura Chaparro en una entrevista sobre cómo cambiaría el trabajo de los sanitarios en los próximos meses.

10. Neandertales, denisovanos y homininos superarcaicos

Otra noticia de María G. Dionis ponía fin a una discrepancia abierta entre antropólogos: en qué momento de la historia neandertales y denisovanos se separaron. Hasta la fecha, se creía que esta escisión se produjo hace unos 381.000 años. Sin embargo, un nuevo modelo desarrollado por un equipo de investigadores confirmó que la separación se produjo hace unos 600.000 años. Además, salieron a la luz otros valiosos datos para los estudios de especiación, como que sus ancestros, a los que han denominado ‘neandersovanos’, se cruzaron con una gran población de homininos superarcaicos, hace unos 700.000 años

11. El árbol genealógico del SARS-CoV-2

A mediados de marzo, el informe del proyecto de código abierto Nextstrain concluía, tras analizar más de 500 genomas en los cinco continentes, que el SARS-CoV-2 no había mostrado —hasta entonces— cambios en su virulencia ni la aparición de linajes más agresivos que otros. Mónica G. Salomone recogía en esta noticia cómo genetistas y biólogos computacionales trataban de dibujar el árbol genealógico de las mutaciones del virus -CoV-2 a medida que se dispersaba.

12. Buscar en Google gasta energía

“El 20 % del consumo de electricidad del mundo en 2030 vendrá de la transmisión digital de los datos”, afirmó el premio Nobel de Física en 2007 Albert Fert a nuestra compañera Adeline Marcos. En esta entrevista, hablaron sobre cómo sería posible mejorar las tecnologías de la información para que estas consuman menos recursos energéticos cuando las usamos.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.

Las ‘apps’ de ligue no destruyen el amor: mismo bienestar, más diversidad y mejor convivencia

Un estudio de la Universidad de Ginebra destaca que las personas que se conocen a través de aplicaciones suelen tener más objetivos de pareja a largo plazo, en contra de la creencia popular sobre que este sistema favorece los encuentros casuales. Los resultados, publicados en PLoS ONE, muestran que sus miembros están interesados en convivir con sus compañeros.  

La llegada de las apps para ligar favoreció la entrada de un público más joven y ayudó a normalizar las parejas que se conocieron por este canal. / Pixabay

Las aplicaciones para ligar han revolucionado la forma de conocerse en todo el mundo. A diferencia de las webs tradicionales de citas, estas apps no están basadas en perfiles extensos de cada usuario, sino en un sistema de valoración de fotos en el que se ‘deslizan’ los perfiles (o se hace swipe, en inglés) hacia la derecha si la persona resulta atractiva, o a la izquierda si no convence.

Junto con el aumento de uso de Tinder, Grindr y otras aplicaciones, las críticas también han crecido. Los detractores apuntan el fomento de encuentros casuales y el deterioro de los compromisos a largo plazo. No obstante, no hay evidencia científica que sostenga tales afirmaciones. Un estudio de la Universidad de Ginebra (UNIGE) ha analizado, a partir de una encuesta realizada en Suiza en 2018, gran cantidad de información cualitativa sobre parejas que se conocieron a través de aplicaciones.

A pesar de los miedos y preocupaciones sobre el deterioro de las relaciones por estas ‘apps’, el estudio señala que quienes se conocen en internet muestran el mismo nivel de satisfacción en su relación que otras parejas

Los resultados, publicados en el último número de PLoS ONE, señalan que quienes se conocieron a través de aplicaciones tienen más intenciones de irse a vivir juntos que las relaciones conocidas en entornos no digitales. Además, las mujeres que conocieron a su pareja en ‘apps’ muestran mayores deseos e intenciones de tener hijos en comparación con aquellas que encontraron a su relación en el mundo offline.

A pesar de los miedos y preocupaciones sobre el deterioro de la calidad de las relaciones, la investigación señala que quienes se conocieron en estas aplicaciones muestran el mismo nivel de satisfacción en su relación que las parejas conocidas en otros entornos. Por último, el trabajo destaca que estas herramientas poseen un importante rol a la hora de modificar la composición tradicional de las parejas, permitiendo que se encuentren personas de diferentes ámbitos geográficos y niveles educativos más diversos.

Principal lugar de encuentro para parejas

El crecimiento meteórico de estas aplicaciones puede hacer que internet se convierta en el lugar principal para conocer a potenciales parejas al menos en Suiza, donde se ha realizado este estudio, en paralelo a conocer nuevas personas a través de amigos y conocidos.

Gina Potarca, investigadora del Instituto de Demografía y Socioeconomía de la UNIGE y titular de una beca de investigación Ambizione de la Fundación Nacional de la Ciencia de Suiza, señala que internet “está transformando profundamente las dinámicas de cómo se conoce la gente. Ofrece muchísimas oportunidades para conocer pareja e implica un esfuerzo mínimo y ninguna intervención de terceros”.

“Las aplicaciones para ligar ofrecen muchísimas oportunidades para conocer pareja e implica un esfuerzo mínimo y ninguna intervención de terceros”, explica la autora

La autora del artículo decidió investigar las intenciones de estas parejas para formar una familia, su satisfacción con la relación y bienestar personal. Para ello, empleó una encuesta de la Oficina Federal Estadística realizada a familias en 2018.  En el caso concreto de este estudio, tomó una muestra de 3.235 personas mayores de edad, en una relación y que hubieran conocido a su pareja en la última década.

Así, Potarca encontró que las webs de citas –aquellas herramientas que precedieron a las famosas aplicaciones– atraían a usuarios por encima de los 40 años o personas divorciadas. La llegada de Tinder y demás eliminó los extensos cuestionarios de personalidad y las autodescripciones, antes necesarias para crear un perfil. “Estas ‘apps’ normalizaron las citas online y abrió su uso a categorías mucho más jóvenes de la población”, indica la investigadora.

En cuanto a las afirmaciones sobre el fomento de los encuentros casuales en lugar de relaciones fuertes, Potarca critica que muchos medios de comunicación favorecen esta imagen prejuiciosa de sus usuarios y de las aplicaciones: “Hasta el momento no hay evidencias que demuestren que así sea”.

Buscando efectos a largo plazo

La investigadora se preguntaba si las parejas conocidas en aplicaciones mostraban diferentes intenciones de formar una familia. Los resultados muestran que estas relaciones estaban más interesadas en convivir con sus compañeros, aunque el estudio no concluye si la intención final es irse a corto o largo plazo. “Pero si tenemos en cuenta que el matrimonio sigue siendo una institución central en Suiza, muchas parejas ven esta convivencia como un periodo de prueba previo a la boda”, indica.

A esto se le añade que las mujeres que conocieron a su pareja a través de estas aplicaciones expresan que quieren y esperan tener un hijo en un futuro cercano, mucho más que otras mujeres que conocieron a su pareja de otra forma.

“Nos tranquiliza descartar algunas alarmantes preocupaciones sobre los efectos a largo plazo del uso de estas herramientas”, concluye la investigadora

Por último, la investigación sociológica destaca que las ‘apps’ favorecen los contactos entre personas con diferente nivel educativo, especialmente entre mujeres de alto nivel y los hombres de formación más baja. “Esta diversidad en los perfiles socioeducativos puede estar relacionada con los métodos de selección de los usuarios, que se centran principalmente en lo visual”, indica Potarca.

“Sabiendo que las aplicaciones se habrán popularizado aún más durante los periodos de confinamiento de este año, nos tranquiliza descartar algunas alarmantes preocupaciones sobre los efectos a largo plazo del uso de estas herramientas”, concluye la experta.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.

Lo que debemos aprender de la pandemia de 2020: estos son los deseos de nuestros expertos

La covid-19 nos ha dejado cicatrices imborrables. ¿Podremos extraer algo de ellas? Preguntamos a 14 especialistas en salud pública, genética, virología, sociología, economía y bioinformática. En su lista de aspiraciones mencionan más humildad, cooperación, acceso a datos, comunicación, derecho a la salud, servicios públicos y lucha contra la desigualdad.

Las 14 fuentes que han participado en este reportaje y en muchos otros publicados en SINC durante 2020, de izquierda a derecha y de arriba abajo: Luis Enjuanes, Isabel Sola, Sonia Zúñiga, Fernando González-Candelas, María Blasco, Margarita del Val, Manuel Franco, María Iglesias, Luis Miller, Beatriz López González Valcárcel, Jesús Rogero, Ángeles Durán, María Miyar y Alfonso Valencia.

Ha pasado casi un año desde que, el 31 de diciembre de 2019, China dio la voz de alerta a la Organización Mundial de la Salud (OMS) ante la aparición de casos de neumonía de causa desconocida. Nueve días después se sabía que el brote estaba provocado por un nuevo coronavirus. El 11 de enero la OMS recibía de China la secuencia genética del patógeno; el mismo día que los medios de comunicación del país informaban de la primera víctima mortal.

Desde entonces, el mundo ha cambiado. Se han infectado 82 millones de personas en todo el mundo, de las que han muerto 1,7 millones. Todos hemos hecho un curso intensivo sobre el SARS-CoV-2 y sus efectos, universales y ubicuos. ¿Qué lecciones hemos extraído? Preguntamos a investigadores e investigadoras que durante este año de pandemia han servido de fuentes expertas para SINC y otros medios de comunicación.

Conocer a este virus, que es un gran estratega

Al principio de la pandemia el virólogo Luis Enjuanes, del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), sí consideró la posibilidad de que el SARS-CoV-2 tuviera “la propiedad de crecer en personas sin producirles síntomas clínicos”, lo que facilitaría su diseminación. Pero lo ocurrido ha superado las previsiones de este investigador, el que más tiempo ha dedicado en España precisamente al estudio de los coronavirus.

“Lo más impactante —dice Enjuanes a SINC— es que, pese a los muchos conocimientos acumulados en 35 años, el SARS-CoV-2 ha demostrado con creces que los virus son unos grandes estrategas. El nuevo virus ha ampliado drásticamente sus métodos respecto a los anteriores coronavirus para contrarrestar las defensas del hospedador”. También ha desarrollado nuevas habilidades, como “entrar en prácticamente todos los tejidos del cuerpo humanos, causando patología en cualquier órgano”, y permanecer “silencioso, asintomático, durante varios días para que no se perciba su presencia”.

Necesitamos músculo, más ciencia, por favor

Isabel Sola, codirectora con Enjuanes del laboratorio de coronavirus del CNB, empezó ya en febrero a dar los primeros pasos para una vacuna. Hoy la “lección aprendida” es la necesidad de “estar preparados y de cooperar”. Se necesita “un músculo potente de conocimiento y tecnologías para responder ante futuras pandemias”, por eso quienes toman decisiones deben “estar convencidos” de que hace falta “inversión suficiente y sostenida en ciencia”.

Muchas voces coinciden con Sola. Para Sonia Zúñiga, miembro de su grupo, “hemos aprendido que la ciencia importa”. Igualmente Fernando González-Candelas, de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO), destaca “el poder y potencial de la ciencia cooperativa, y la apreciación por gran parte de la sociedad. ¡Esperemos que se mantenga y se actúe políticamente en consecuencia!”.

Fernando González-Candelas destaca “el poder de la ciencia cooperativa y la apreciación por la sociedad. ¡Esperemos que se mantenga y se actúe políticamente en consecuencia!”

María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), resalta que “la única respuesta coordinada y efectiva a esta crisis global ha sido la de la ciencia, que es también global, y que ha sido ejemplar desde el día número uno. Hay que sostener la investigación de manera continuada”.

Margarita del Val, viróloga e inmunóloga del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO-CSIC), añade un matiz: la covid-19 nos muestra que “somos más vulnerables de lo que creíamos”, si bien “a la vez constatamos con satisfacción que hemos invertido en una ciencia con una capacidad superior a la que creíamos de solucionar rápida y colaborativamente problemas de dimensión planetaria”.

Reforzar la salud pública

Pero el conocimiento debe traducirse en decisiones correctas y acabar generando el comportamiento social adecuado. Y la pandemia ha revelado que en este punto “estamos en pañales”, opina Manuel Franco, investigador en Salud Pública y Epidemiología de la Universidad de Alcalá. “Tenemos que reforzar la salud pública”, una especialidad que se ocupa de proteger la salud de la población y que integra múltiples disciplinas, desde médicos hasta sociólogos, comunicadores o químicos ambientales.

En este sentido la covid-19 nos ha enseñado “humildad”, dice Franco. Es paradójico que Estados Unidos, “un país desarrollado, al que vamos a aprender”, es también “de los más castigados” por la pandemia. “Cuando se dice eso de que se quiten los políticos y se pongan los científicos, yo no estoy de acuerdo: también los científicos debemos ser más humildes”.

La microbióloga María Iglesias y el epidemiólogo Manuel Franco piden “más salud pública” y mejor comunicación de la ciencia y de las medidas a tomar

Comunicación de servicio público

Otra lección para Franco es que “necesitamos una mejor comunicación” al ciudadano. “Mejor” significa más transparencia, coordinación y campañas meditadas por parte de las administraciones; y más información contrastada y de servicio público en los medios.

En la misma línea está la investigadora del Instituto de Salud Carlos III María Iglesias. Pide sin dudar “más salud pública”, y pone un ejemplo de por qué hay que comunicar mejor: la alarma en torno a la variante británica del coronavirus se basa en una supuesta mayor transmisibilidad que aún no está demostrada, mientras se obvia que su emergencia en determinadas zonas coincide con la relajación de medidas de distancia social.

Cooperación frente a individualismo

Isabel Sola es viróloga, pero coincide con investigadores en ciencias sociales en la importancia de cooperar: “Se necesita la acción conjunta de todos para contener a un virus pandémico. No es posible vencer la pandemia desde una perspectiva individualista. Mientras el virus siga circulando en cualquier lugar del mundo no estamos del todo seguros”.

También para el sociólogo Luis Miller, del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC, “la lección ha sido la importancia de la cooperación. Hemos experimentado lo decisivo de frenar impulsos egoístas para conseguir fines colectivos, desde reducir los contactos sociales, hasta cooperar internacionalmente para investigar, producir y distribuir las vacunas. Ojalá esto nos sirva para afrontar otros retos globales que requieren cooperación social, como el reto climático”.

Combatir la desigualdad

“Hemos aprendido el papel de los gobiernos para gestionar la solidaridad social y mitigar los efectos de la pandemia sobre las familias empobrecidas”, dice la economista Beatriz González

Franco subraya enfáticamente una idea parecida, bien plasmada en el documental Pandemia en la gran ciudad: la desigualdad alimenta la pandemia. Cuidar a quienes tienen menos recursos también es salud pública, como han demostrado una y otra vez los brotes entre trabajadores en condiciones precarias. 

La economista Beatriz González López Valcarcel, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, también subraya la visión global —“los países ricos no se librarán”— y la gestión pública, “clave para equilibrar las dos curvas, la epidémica y la de actividad económica”. Y añade: “Hemos aprendido que ser europeos nos hace más fuertes, y el importante papel de los gobiernos para gestionar la solidaridad social y mitigar los efectos devastadores de la pandemia sobre las familias empobrecidas”.

Más solidarios, menos frágiles

En opinión de Jesús Rogero, sociólogo de la Universidad Autónoma de Madrid, “la lección más importante es que somos seres frágiles e interdependientes, que necesitamos construir una sociedad cohesionada que ponga en valor el cuidado y la solidaridad, en la que se garantice el derecho a la salud, a la atención en caso de dependencia y a la protección social a través de una sanidad y unos servicios sociales y sociosanitarios públicos”.

De vulnerabilidad habla Ángeles Durán, catedrática vinculada al Instituto de Economía, Geografía y Demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): “La pandemia nos ha enseñado a la antigua usanza, cuando se decía que ‘la letra, con sangre entra’A base de golpes”. Duda “de si la lección habrá calado hondo o la olvidaremos tan pronto como podamos”.

“La pandemia nos ha enseñado el valor de mantener la esperanza en remedios que llegarán a medio plazo, con la cooperación científica y las vacunas”, asegura Ángeles Durán

También advierte de mensajes contradictorios: “El primero, que en cualquier momento podemos perderlo todo. Eso nos hace sentirnos vulnerables, apremiados a disfrutar o resolver cuestiones pendientes; [pero también] la pandemia nos ha enseñado el valor de la paciencia, de la necesidad de mantener la esperanza en remedios que llegarán a medio plazo, con la cooperación científica y las vacunas”.

María Miyar, socióloga de la UNED, explica que ha querido encontrar algo positivo, “pero no se me ocurre nada; más bien la pandemia ha puesto en evidencia lo mucho que nos queda por aprender”.

Mejor acceso a los datos

“Estos meses han sido de actividad febril para los científicos de todo el mundo” relata Alfonso Valencia, director del departamento de Ciencias de la Vida del Barcelona Supercomputing Centre (BSC). “Hemos tenido más actividad, más enfocada y colaborativa que nunca”. Su lección más importante estos meses es “la importancia del acceso a información”.

“Tenemos que superar los problemas organizativos que son un obstáculo en la investigación”, añade Alfonso Valencia sobre el acceso a la información

Se refiere a información genómica; médica —condiciones antes, durante y después de la enfermedad—; socioeconómica y ambiental. Hoy se sabe localizar, generar y analizar esa información, “pero vemos menos progreso en el acceso a los datos médicos necesarios para resolver problemas, como predecir el curso o gravedad de la enfermedad, o para seguir el curso de la pandemia e informar los modelos epidemiológicos”.

“Tenemos que superar los problemas legales y organizativos que han sido y siguen siendo un obstáculo importante en la investigación de la covid-19”, añade.

“Finalmente, también sabemos que publicar o generar la información es mucho más barato que las consecuencias de no disponer de la información. Por tanto, esa es la lección que yo he aprendido: nuestra mayor limitación es el acceso a la información, sobre todo la médica, y necesitamos que esa información esté disponible amplia y globalmente”.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

Un informe resume la evidencia científica reunida en 2020 sobre el nuevo coronavirus

A punto de cerrar el año, el Instituto de Salud Carlos III recoge el conocimiento adquirido sobre el SARS-CoV-2. El nuevo informe explica qué sabemos hoy del nuevo virus sobre epidemiología, diagnóstico, prevención, manifestaciones clínicas, factores de riesgo, posibles tratamientos y desarrollo de vacunas.  

Equipo médico del Hospital Clínic de Barcelona durante los primeros meses de pandemia. / Francisco Avia | HC

El primer caso conocido de infección por el nuevo coronavirus se notificó el pasado 31 de diciembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan. Desde las primeras investigaciones se observó que el posteriormente denominado SARS-CoV-2 es un virus similar a otros coronavirus ya conocidos, pero con características específicas.

El origen exacto del SARS-CoV-2 no se ha podido desvelar aún, aunque sí se sabe que la transmisión a las personas llegó desde un animal, quizás directamente desde un murciélago o mediante la infección de una especie intermedia, como ocurre en el SARS y el MERS.

Fue en enero cuando comenzaron a secuenciarse los primeros genomas del virus. En España, en el mes de marzo, científicos del Centro Nacional de Microbiología (CNMrealizaron la secuenciación completa, gracias al uso de muestras respiratorias de pacientes procedentes de diferentes áreas geográficas españolas.

A pesar de la nueva variante descrita en Reino Unido, hoy se sabe que el SAR-CoV-2 no muta en exceso. Pero dada su diseminación pandémica es necesario realizar una vigilancia estrecha de estas variantes, por si pueden alterar la evolución, extensión o gravedad de la pandemia

Al igual que todos los virus, el SARS-CoV-2 ha ido sufriendo pequeñas variaciones genéticas, algo que siempre sucede cuando los virus van generando copias de su genoma en el proceso de infección. Hoy se sabe que no muta en exceso, aunque dada su diseminación pandémica es necesario realizar una vigilancia estrecha de estas mutaciones y analizar si estas variantes pueden alterar la evolución, extensión o gravedad de la pandemia.

Un ejemplo de ello es la detección de la variante VUI 202012/01descrita recientemente en Reino Unido y que se asocia a un posible aumento de la transmisión aún no confirmado. Por el momento no se ha determinado que las mutaciones del virus adquiridas ahora hayan aumentado su letalidad.

El hecho de que se seleccionen variantes con ventajas evolutivas, como una posible mayor transmisibilidad, es un proceso natural. Una investigación realizada por científicos del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) publicada en noviembre concluyó que las variantes genéticas más frecuentes del SARS-CoV-2 al principio de la epidemia acabaron siendo sustituidas por otras variantes virales caracterizadas por presentar la mutación D614G, que se asocia a mayor capacidad de transmisión.

Cómo se transmite

Las vías de contagio son también similares a las descritas para otros coronavirus. Se reconocen distintas formas que todavía se siguen estudiando: la principal son las secreciones de personas infectadas, principalmente por transmisión aérea, producida al hablar, toser o estornudar, por lo que el uso de mascarillas se ha convertido en uno de los principales métodos de contener su dispersión.

La infección también se puede transmitir por contacto con objetos contaminados con estas secreciones, seguido del contacto con la mucosa de la boca, la nariz o los ojos, razón por la cual la higiene de manos es otro de los métodos preventivos más recomendados desde el inicio de la pandemia.

La ventilación de espacios cerrados y el evitar interiores se han ido sumando en los últimos meses a las demás recomendaciones para prevenir el contagio

La transmisión aérea del virus –lo que conocemos como aerosoles– es una forma de transmisión cuya importancia se ha destacado en los últimos meses, tras hallarse evidencias de que partículas con SARS-CoV-2 pueden permanecer suspendidas en el aire. Por ello, la ventilación de espacios cerrados y la recomendación de evitar interiores en la medida de lo posible se han ido sumando en los últimos meses a los demás consejos para prevenir el contagio.

Personal sanitario realiza test de antígenos

Personal sanitario realiza test de antígenos en el Palacio de Congresos Riojaforum de Logroño. / EFE | Raquel Manzanares | Archivo

Pruebas diagnósticas más fiables

La prueba más fiable para el diagnóstico microbiológico de la covid-19 es la denominada PCR (reacción en cadena de la polimerasa). Esta técnica detecta el virus en una muestra respiratoria, principalmente mediante un exudado nasofaríngeo u orofaríngeo, y determina con una muy alta sensibilidad y especificidad si una persona está o no infectada.

Por otro lado, la detección de antígenos mediante test rápidos ha ganado protagonismo en los últimos meses; se trata de una prueba que permite identificar proteínas del virus con mayor rapidez que la PCR y en el lugar de atención al paciente. Existen gran cantidad de test de este tipo y no todos tienen la misma fiabilidad y eficacia, por lo que es necesario hacer estudios de validación que indiquen cuáles son realmente fiables.

También se dispone de pruebas serológicas, que permiten detectar anticuerpos frente al coronavirus con una muestra de sangre; es decir, dan información sobre si una persona ya ha pasado la infección. Por lo general, los organismos internacionales y el Ministerio de Sanidad desaconsejan su uso como herramienta diagnóstica, ya que los anticuerpos tardan varios días, incluso semanas, en aparecer y son detectables durante meses, lo que dificulta la interpretación de los resultados. Sin embargo, pueden ser muy útiles en estudios de seroprevalencia, en investigación, en ensayos clínicos y en el seguimiento de la eficacia de vacunas.

Síntomas y respuesta inmunitaria

Con respecto a la sintomatología, el SARS-CoV-2 no causa los mismos síntomas en todas las personas y, de hecho, muchas no desarrollan ningún síntoma; son las personas asintomáticas, pero que pueden transmitir la infección. Quienes sí desarrollan sintomatología pueden presentarla de forma múltiple y variable.

Aunque la mayoría de los casos son leves, aproximadamente en un 15-20 % de casos la enfermedad se agrava y su desarrollo puede provocar diferentes cuadros clínicos, incluso la muerte

Tos, dolor de garganta, fiebre, anosmia (pérdida del olfato), ageusia (pérdida del gusto), dolor muscular, dolor de cabeza, dificultad respiratoria y diarrea son algunos de los síntomas más comunes; pero las personas infectadas no necesariamente desarrollan todos estos síntomas, que pueden aparecer de forma aislada y con diferente intensidad, o no aparecer en ningún momento. El contagio se puede producir desde antes de que comience la sintomatología, que cuando aparece suele iniciarse pocos días después de la infección.

Aproximadamente en un 15-20 % de casos la enfermedad se agrava y su desarrollo puede provocar diferentes cuadros clínicos. Los problemas respiratorios son las más comunes y pueden derivar hacia una fase crítica, que en un pequeño porcentaje de casos (en torno al 1 %) puede provocar la muerte.

Normalmente el sistema inmunitario es capaz de controlar el virus antes de que se extienda por el organismo, evitando que llegue a los pulmones. En el caso del SARS-CoV-2, el denominado sistema del interferón ofrece una respuesta eficaz en las primeras fases de la infección, que permitiría bloquear la diseminación del virus y conceder al organismo el tiempo necesario para la generación de una respuesta inmunitaria más específica y potente.

En una segunda fase se ponen en marcha los mecanismos de inmunidad específica –anticuerpos y linfocitos– que generan una respuesta muy potente y específica frente al virus, que consigue controlar la infección en la mayoría de los casos. Sin embargo, en algunos pacientes también se produce una reacción inmunitaria excesiva o mal regulada, que puede contribuir al desarrollo de síntomas graves.

Ha habido más de 1,85 millones de casos en España

En España se han comunicado hasta ahora más de 1,85 millones de casos de covid-19. / AdobeStock

Más de 1,85 millones de casos en España

En la segunda mitad del año se ha extendido una segunda ola pandémica por todo el mundo, que continúa activa en España y que ha causado cientos de miles de nuevos casos. Según las cifras oficiales –que probablemente estén infravaloradas dada la imposibilidad real de detectar y cuantificar todos los casos–, desde los inicios de 2020 hasta la fecha de publicación de este informe se han contabilizado en todo el mundo más de 80 millones  de casos, que han provocado más de 1,75 millones de fallecimientos notificados hasta el momento.

En España se han comunicado hasta la fecha de publicación de este documento más de 1,85 millones de casos y casi 50.000 personas fallecidas, según las cifras de casos confirmados notificados oficialmente a Sanidad por las comunidades autónomas, lo que deja una tasa de mortalidad estimada de en torno a 106 fallecimientos por cada 100.000 habitantes.

La incidencia y gravedad de la infección se puede relacionar con la presencia de diferentes comorbilidades, pero hay que tener en cuenta otros posibles factores, como el tabaquismo, la obesidad, la respuesta inmunitaria y factores genéticos

Un estudio coordinado desde el Centro Nacional de Epidemiología (CNE) sobre la primera ola, publicado este mes de diciembre, evidenció que el confinamiento nacional –que se produjo entre el 15 de marzo y el 21 de junio– logró detener la progresión de la epidemia, y confirmó la gravedad de la pandemia en adultos mayores de 70 años en España y en profesionales sanitarios: uno de cada cinco casos identificados era sanitario, con un 77 % de mujeres entre este colectivo.

La incidencia y gravedad de la infección se puede relacionar con la presencia de diferentes comorbilidades (existencia de otras enfermedades previas), pero hay que tener en cuenta otros posibles factores, como el tabaquismo, la obesidad, la respuesta inmunitaria y factores genéticos. Por último, como en todas las epidemias, la población socialmente más vulnerable puede verse más afectada por sus condiciones de vida (riesgo de exclusión, acceso al sistema, motivos socio-sanitarios y laborales…).

Seroprevalencia y letalidad

En España se ha desarrollado uno de los estudios más completos a escala mundial para conocer la circulación del nuevo coronavirus midiendo los anticuerpos que se producen en las personas infectadas, el denominado ENE-COVID. Los resultados preliminares de la cuarta ronda del estudio se han dado a conocer en diciembre y señalan que casi un 10 % de la población española (unos 4,7 millones de personas) habría estado infectada desde el inicio de la pandemia.

Esta investigación también ha aportado datos para estimar la letalidad del virus (porcentaje de personas fallecidas entre la población afectada), que es variable según países y que en España se sitúa en torno al 1 %.

Falta de tratamientos efectivos

Apenas se dispone de tratamientos específicos efectivos contra la covid-19. Las estrategias de reposicionamiento de fármacos, que consisten en utilizar fármacos útiles en otras enfermedades, no han resultado exitosas, por lo que se necesitarán fármacos específicamente desarrollados frente a distintas dianas de SARS-CoV-2 que complementen la acción de las vacunas.

Dos grandes estudios multicéntricos –Solidarity, promocionado por la OMS, y Recovery, realizado en Reino Unido– han analizado en distintas ramas la eficacia de diferentes opciones terapéuticas y son los que han aportado datos más robustos. Los corticoides son los únicos fármacos que parecen haber demostrado cierta utilidad para luchar contra la infección, al permitir reducir la mortalidad en pacientes graves, aunque su eficacia es aún objeto de investigación.

Las estrategias de reposicionamiento de fármacos no han resultado exitosas, por lo que se necesitarán fármacos específicamente desarrollados frente al SARS-CoV-2 que complementen a las vacunas

La experiencia con fármacos antivirales utilizados previamente en otras patologías no ha demostrado resultados positivos. Remdesivir, un fármaco desarrollado frente al Ébola, mostró eficacia limitada en determinados grupos de pacientes, pero otros estudios no han confirmado un beneficio claro, por lo que actualmente la OMS desaconseja su uso por falta de evidencia.

Otro fármaco con los principios activos lopinavir y ritonavir, inhibidor de la proteasa frente al VIH, tampoco ha demostrado eficacia; y la hidroxicloquina, a pesar del entusiasmo mediático inicial, no ha mostrado actividad en cualquier grupo de pacientes con covid-19.

Un paciente recibe una de las dos vacunas en Reino Unido

David Farrell, paciente de 51 años, recibe una de las dos vacunas de Pfizer y BioNtech en un centro de vacunación en Cardiff (Reino Unido). / EFE | Ben Birchal

La llegada de las vacunas

En diciembre ha comenzado la vacunación de los grupos considerados prioritarios en diversos países del mundo, entre ellos los estados de la Unión Europea, como España. Así, el 27 de diciembre será recordado como el primer día de la campaña de vacunación contra la covid-19.

Hay muchos prototipos en desarrollo, en diferentes fases de ensayos clínicos. Diez vacunas han entrado o finalizado los ensayos en fase III, el último eslabón en el desarrollo antes de la comercialización. Se pueden clasificar las vacunas desarrolladas frente a la covid-19 en dos grupos: las clásicas y las innovadoras. Las vacunas clásicas incluyen las de virus inactivados o muertos, virus atenuados y subunidades proteicas. Las vacunas novedosas agrupan las compuestas de ADN y ARN, ya como moléculas ‘desnudas’ o transportadas mediante vectores, generalmente virus atenuados de otras especies, como los adenovirus.

En España, el 27 de diciembre será recordado como el primer día de la campaña de vacunación contra la covid-19

Las primeras en alcanzar la aprobación de las agencias reguladoras han sido las vacunas ARN de las compañías Pfizer-Biontech y Moderna. Estas vacunas tienen un perfil de seguridad muy bueno y han demostrado un grado de protección por encima del 95 %. Cuatro vacunas (de las compañías Astra-Zeneca, Janssen, Cansino y Gamaleya), basadas en vectores adenovirales, están en fase avanzada de desarrollo, con estudios clínicos con resultados favorables según los primeros datos publicados, por lo que es probable que sean aprobadas en breve.

España participa en ensayos internacionales de vacunación y también está desarrollando prototipos propios. Una decena de proyectos, basados en diferentes tecnologías, están en fase preclínica y a la espera de comenzar las pruebas en ensayos clínicos con pacientes.

Qué aprender para el futuro

El año 2020 pasará a la historia como el año de la pandemia de covid-19. Además del enorme impacto sanitario y económico, y del altísimo número de muertos y personas afectadas que está dejando, el SARS-CoV-2 ha cambiado la forma de vida y los usos sociales en gran parte del mundo, y está generando un importante impacto cultural y emocional.

La pandemia está mostrando fragilidades a escala mundial, pero también algunas fortalezas: la labor del personal sanitario, el trabajo en los laboratorios de investigación de todo el mundo y la colaboración social frente a una situación nueva y de una enorme dureza, entre otras.

Además del enorme impacto sanitario y económico, y del altísimo número de muertos y personas afectadas, el SARS-CoV-2 ha cambiado la forma de vida y los usos sociales en gran parte del mundo

La investigación que se sigue haciendo, la esperada labor de las vacuna, el posible hallazgo de tratamientos y la continuación de medidas de prevención y salud pública, entre otros esfuerzos, permitirán superar esta pandemia, que ha sido un nuevo aviso de la necesidad de reunir conocimientos y recursos para afrontar otras crisis científicas y sanitarias similares que puedan producirse en un futuro.

El informe completo se puede consultar aquí. Ha sido elaborado por José A. Plaza, periodista científico y coordinador de Contenidos Digitales en la Unidad de Comunicación del ISCIII, con la revisión de José Alcamí, virólogo del Centro Nacional de Microbiología (CNM); Jesús Oteo, director del CNM-ISCIII, y Marina Pollán, directora del Centro Nacional de Epidemiología (CNE-ISCIII).

Fuente: ISCIII
Derechos: Creative Commons.

De Joaquín Costa al Ministerio del Tiempo: 150 años de ciencia ficción española

En 1870, Joaquín Costa imaginó la España del año 2075 con una utopía hidráulica que le colocó entre los pioneros de la ciencia ficción española. Cultivada por las generaciones del 98 y de 1914, fue tachada de género menor después de la Guerra Civil, aunque en los últimos años ha recuperado bríos, como muestra la serie El Ministerio del Tiempo. Pero este éxito televisivo no ha erradicado los prejuicios contra un género que sigue confinado en un gueto cultural.

Con ‘El siglo XXI’, el autor regeneracionista Joaquín Costa imaginó cómo sería la península ibérica en 2075, convirtiéndose en un pionero de la ciencia ficción española. / BNE

El siglo XXI es la “novela científica” que Joaquín Costa escribió en 1870, con 24 años. En el manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional se imagina la Península del año 2075: España y Portugal se han fusionado; una tupida red de obras hidráulicas ha traído la prosperidad; y un canal navegable comunica Madrid con Lisboa. La sociedad se rige por criterios científicos y otorga enorme importancia a la educación, cogestionada entre alumnos y maestros. Y a nivel global, una lengua universal ha suplantado a los idiomas nacionales. Con esta utopía tecnológica inédita, el prócer regeneracionista se ganó un lugar entre los pioneros de la ciencia ficción hispana.

Muchos miembros de la generación del 98 y del 14 cultivaron las utopías tecnológicas inéditas, antes de que se llamaran ciencia ficción: Azorín, Clarín, Ramón y Cajal, Pérez de Ayala y Gómez de la Serna

No fue Costa el único miembro de la generación del 98 que la cultivó. Azorín explotó el novedoso concepto de entropía en El fin del Mundo (1897); Clarín pergeñó en su Cuento Futuro (1893) el apocalipsis provocado por un científico; y Ramon y Cajal escribió Narraciones pseudo-científicas (1905) pobladas de mutantes, hombres artificiales y drogas para el control social. La generación de 1914 no se quedó atrás. Ramón Pérez de Ayala ensayó la utopía humorística y Ramón Gómez de la Serna abordó el miedo a la radiactividad en El dueño del átomo (1928).

Portada Verne viaje al centro de la tierra

Las obras de Verne, con gran tirón de público, eran traducidas a poco de publicarse en Francia.

España, pese a su industrialización tardía y su débil tradición científica, era receptiva a los imaginarios de la ciencia que cruzaban los Pirineos. “Las obras de Julio Verne, con gran tirón de público, eran traducidas a poco de publicarse en Francia”, declara a SINC Pedro García Bilbao, sociólogo y editor de ciencia ficción. Y al igual que en las novelas del escritor francés, “en nuestras fantasías científicas sobresale el ingeniero, considerado el contructor del futuro”.

Verne es el referente de los escritores de las clases ilustradas. En paralelo, un sinfín de pequeñas editoriales anarquistas publica “novelas sociales” con tintes utópicos y preocupaciones morales acerca de la pareja y la familia del mañana. Entre todos tejen una literatura de consumo masivo que aún no se llama “ciencia ficción”, etiqueta que se acuñaría en 1929 en Estados Unidos.

“En el país existía la conciencia de vivir una transformación que le empujaba al futuro”, señala García Bilbao. Esto, sumado a la alfabetización masiva de las primeras décadas del siglo XX, alienta la profesionalización de los escritores. Los más conocidos, el Capitán Sirius (seudónimo del contable Jesús de Aragón) y el Coronel Ignotus (apodo del coronel José de Elola), atrapan al público con tremebundas guerras planetarias y aventuras en aeroplanos, dirigibles y submarinos.

“Al género no se le había recluido en ningún gueto literario”, afirma García Bilbao, “incluso ABC publicaba relatos por entregas”. “Las generaciones del 98 y de 1914 lo consideraban una expresión culta”, comenta a SINC Fernando Moreno Serrano, profesor de la Universidad Complutense especializado en la ciencia ficción hispana. “La Guerra Civil arrasaría con todo”.

La Era Dorada del “bolsilibro”

“Bajo la dictadura franquista, el género tuvo escaso espacio”, manifiesta Moreno Serrano. El franquismo miraba al pasado de las glorias imperiales y la intelectualidad opositora adopó la estética del realismo social, dando la espalda a una narrativa tachada de escapista. “Antonio Buero Vallejo y Gonzalo Torrente Ballester leían ciencia ficción en la intimidad, como un vicio secreto, tan mal visto estaba decir que les gustaba”, añade el docente de la Complutense.

A pesar de su industrialización tardía y su débil tradición científica, España era receptiva a los imaginarios de la ciencia de Francia: las obras de Verne triunfaban

Con todo, la autarquía del régimen tuvo un efecto positivo. Impedidos de comprar obras extranjeras, los editores recurrieron a escritores locales. Así fue cómo, en los años 50, los “bolsilibros” entretuvieron a las clases populares con imperios galácticos, villanos de folletín y tecnologías glamurosas. Escritos por Luis García Lecha, Enrique Sánchez Pascual, Pascual Enguídanos, Juan Gallardo y autores represaliados por el franquismo, se vendían por millones sin que hoy tengan una nota al pie de página en la historia de la literatura. Pese a su popularidad, “el desprecio de la cultural oficial por las novelas baratas consumidas por masas consideradas incultas determinó que dicha literatura fuera confinada en un gueto cultural”, reflexiona García Bilbao.

“A finales del siglo XIX, nuestra ciencia ficción miraba a Europa y tenía un sesgo social”, compara la novelista Lola Robles, “después de la guerra toma como referente a la estadounidense y su énfasis tecnológico”. El giro afecta asimismo al elenco: “Antes, los relatos eran protagonizados por españoles y naturales de otros países europeos; en los “bolsilibros” todos los personajes son estadounidenses”, apunta García Bilbao, que imputa el cambio a la influencia de Hollywood. Aún así, la realidad del contexto se filtraba. La memoria de la Guerra Civil aflora en La saga de los Aznar (1953-1958) de Enguídanos, en donde Madrid, futura capital de la Federación Ibérica, es sitiada por las huestes de la Bestia Gris, viéndose los resistentes condenados al exilio cósmico.

La autarquía del régimen franquista tuvo un efecto positivo ya que los editores españoles recurrieron a escritores locales. Así fue cómo nacieron en los años 50 los “bolsilibros”

Por fuera de los “bolsilibros” hay poca creatividad. Entre 1953 y 1958, la cadena SER emite Diego Valor, la radionovela sobre un astronauta español consagrado a salvar a la Tierra de los marcianos. En la televisión destaca Mañana puede ser verdad, la serie de Narciso Ibañez Menta inspirada en la estadounidense The Twilight Zone. Y el tebeo imita a Superman, Flash Gordon y otros superhéroes en las colecciones Red DixonEl Mundo futuro y Hazañas de la juventud audaz.

En el cine, el el panorama era similar. Sacando el ciclo del doctor Orloff, el sabio loco de Jesús Franco, aquí no prosperó la serie B que tanto juego dio en Hollywood. Mariano Ozores escenificó el holocausto nuclear en una España de provincia en La hora incógnita (1963); y Vicente Aranda ambientó un thriller en una Barcelona futurista en Fata Morgana (1966). Poca cosa para el arte que, en otras latitudes, infundió forma y color al mañana. Los historiadores Ramón Freixas y Joan Bassa son taxativos: en España hubo filmes de ciencia ficción pero no cuajó un género como tal.

El Boom de los años 80

Coinciden los especialistas en que durante los años 60 y 70 se consolida un circuito de fanzines, escritores y aficionados liderado por la revista Nueva Dimensión. Se traduce con calidad lo mejor de la producción extranjera, y surgen nuevos autores, aunque muy pocos se profesionalizan y algunos, como Antonio Ribera y Juan Atienza, se vuelcan al esoterismo, mucho más rentable.

portada saga de los aznar

La saga de los Aznar, de Pascual Enguídanos, recibió el premio de «Mejor serie europea de ciencia ficción».

“En los años 80 hay un boom creativo distinguido por el humor y la vena paródica”, rememora Fernández. “Aparecen por fin escritoras, como Elia Barceló y Blanca Martínez”, agrega Robles. “Las convenciones anuales Hispacon aglutinan al sector, pero sigue faltando liderazgo y conciencia colectiva”, reflexiona García Bilbao. Y aunque se ruedan películas como El caballero del dragón (Fernando Colomo, 1985), Acción Mutante (Alex de la Iglesia, 1993) y Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997), “el grueso de la producción sigue siendo literaria”, matiza Fernández.

La gran noticia de los años 90 es que la academia deja de ignorar al género. Se le dedican tesis doctorales, investigaciones y premios, en buena medida gracias a la labor de Miquel Barceló, escritor, editor y vicerrector de la Universidad Politécnica de Cataluña. Pero el reconocimiento universitario no mejora el acceso editorial. “Hartos de reclamar que les abran la puerta, muchos autores se autoeditan o publican en pequeñas editoriales especializadas”, dice García Bilbao.

Al calor de la crisis financiera de 2008 y del 15M irrumpe una generación de autores más politizados. “Experimental, gamberro y feminista, su estilo acusa la influencia de Los Juegos del Hambre, la saga que despertó el gusto de la juventud por las distopías”, analiza Fernández. Entretanto, “fans y escritores han colonizado Internet y sobre todo las redes sociales”, refiere García Bilbao, “sin que eso modifique la situación: en vez de salir del gueto han creado un cibergueto”.

¿Salida del gueto?

A pesar del éxito televisivo de ‘El ministerio del Tiempo’, los expertos coinciden en que la ciencia ficción patria no ha llegado a seducir a públicos masivos

Contra ese trasfondo TVE emite El Ministerio del Tiempo. La serie sobre los agentes que patrullan el tiempo para impedir que se manipule la historia se convierte en el mayor éxito de una producción televisiva de ciencia ficción española. ¿Ha salido ésta por fin de su gueto?

“No, sigue confinada en un nicho de lectores y autores especializados”, contesta tajante Fernández. “A los novelistas consagrados como Eduardo Mendoza o Rosa Montero les resulta más fácil incursionar en el género que a los de ciencia ficción salir de su gueto”, indica Robles. “La dificultad llega al punto de que algunos de estos, para no ser estigmatizados, disfrazan sus obras con eufemismos como ‘ficción distópica’ o ‘fantasía futurista’”, apostilla Fernández.

Un arco de 150 años se extiende desde la tecnoutopía de Costa a El Ministerio del Tiempo. En ese lapso la ciencia ficción española acompañó el desarrollo del género a nivel internacional, sufriendo altibajos y metamorfosis, especialmente en lo relativo a su estatuto cultural y al perfil de sus lectores. El interés inicial de las élites se cortó con la Guerra Civil, tras la cual fue arrinconada en los bajos fondos de la cultura. Más positiva ha sido la mutación de su público, tradicionalmente masculino. “Las mujeres rechazaban la ciencia ficción”, recuerda Robles. “Esto ha cambiado: ahora hay lectoras, editoras, críticas y escritoras, algunas de ellas informáticas o licenciadas en física”.

'El Ministerio del Tiempo', el mayor éxito de una producción televisiva de ciencia ficción española. / RTVE

‘El Ministerio del Tiempo’, el mayor éxito de una producción televisiva de ciencia ficción española. / RTVE

En su haber no faltan obras de fuste, como La Nave (1959) de Tomás Salvador, o la Saga de los Aznar, declarada la mejor serie europea del género. “Pero no tuvimos un Ray Bradbury o una Angélica Gorodischer que trascendieran el círculo de los iniciados”, reconoce Robles. Por esta y otras razones, la ciencia ficción made in Spain no ha logrado seducir a los públicos masivos, que sacian su apetito con novelas, series y películas importadas, sobre todo de Estados Unidos.

Los expertos acusan a las editoriales de apostar por la producción extranjera y de ningunear a la autóctona, como si al mandato “¡Que inventen ellos!” se añadiera el no menos nefasto “¡Que imaginen ellos!”. “Y es una pena”, se lamenta Fernández, “porque las pandemias y el cambio climático abren una gran oportunidad a la imaginación futurista”. Robles confía en “la nueva camada de autores y autoras en formación”. Y García Bilbao detecta un filón en los formatos audiovisuales: “El Ministerio del Tiempo y La Valla ilustran el potencial de las series como canal para la inventiva de nuestros creadores”. Pero su aprovechamiento no dependerá solo del talento individual, advierte Fernández: “se precisa una acción de lobby como la realizada por los anglosajones, que supieron convertir a la ciencia ficción en un potente movimiento cultural”.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

Desarrollan un sistema basado en biosensores para la detección del SARS-CoV-2 en el aire

Expertos de la Universitat Politècnica de València han creado un biosensor que permitiría cuantificar la carga viral en espacios interiores como viviendas, restaurantes, aulas, cines o medios de transporte. El prototipo desarrollado se encuentra en la fase de evaluación en hospitales. 

El biosensor prototipo usa anticuerpos específicos capaces de detectar el coronavirus en el aire. / UPV

Investigadores de la Universitat Politècnica de València (UPV) han ideado un nuevo sistema basado en un biosensor másico de alta sensibilidad que monitoriza en continuo señales para la detección directa del SARS-CoV-2 en aerosoles atmosféricos. El dispositivo, en fase de prototipo, permite evaluar la calidad del aire y la detección temprana de virus en espacios interiores como viviendas, aulas, restaurantes, cines o medios de transporte.

El sistema ideado, según explica Ángel Maquieira, catedrático de Química y director del Instituto de Reconocimiento Molecular y Desarrollo Tecnológico (IDM) en la UPV, trata de un biosensor másico que usa anticuerpos específicos capaces de detectar el virus en el aire. «Esta vía de propagación está cobrando mayor peso por lo que las estrategias de control preventivo deben tener en cuenta la transmisión del virus por aerosol para la mitigación eficaz del SARS-CoV-2», señala.

Los estudios preliminares se han realizado utilizando partículas similares a virus (VLP) no infectivas desarrolladas por Luis Martínez Gil, María Jesús García Murria e Ismael Mingarro, del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universitat de València.

equipo IDM biosensor sars-cov-2

Foto de grupo del equipo IDM-UPV. De izquierda a derecha, María Isabel Lucio Benito, Ángel Maquieira Catalá, Estrella Fernández Sánchez, Sergi Morais Ezquerro, David Giménez Romero y Augusto Juste Dolz. / UPV

“El biosensor se ha evaluado a escala de laboratorio; detecta VLP en aire en un ambiente simulado cargado de virus, proporcionando una señal que se relaciona con la carga vírica presente en el ambiente», detalla Augusto Juste, investigador predoctoral en el Instituto IDM. De este modo, al detectar carga viral a niveles que puede ser perjudiciales para la salud emitiría una señal de alarma. Se trata, por lo tanto, de un biosensor capaz de detectar SARS-CoV-2 en umbrales de concentración crítica.

Para Sergi Morais, investigador también del IDM, es un desarrollo “muy prometedor» porque puede servir como «sistema de alarma y control» para prevenir de la infección de la covid-19, analizando la calidad del aire en espacios concurridos o peligrosos.

Evaluación en hospitales españoles

La metodología y prototipo desarrollado por el equipo del IDM se encuentra actualmente en la fase de evaluación a escala hospitalaria, en un estudio que se está llevando a cabo en colaboración con el servicio de Medicina Preventiva y Calidad Asistencial del Hospital General Universitari de Castelló, dirigido por Mario Carballido Fernández.

El biosensor del IDM-UPV mide directamente el aire y destaca por su «facilidad de uso, bajo coste y versatilidad»

“Los resultados del estudio permitirán formular propuestas de gestión para reducir las posibilidades de contagio en espacios interiores sanitarios», afirma Carballido. «También deberá ayudar a establecer nuevos elementos de gestión en la seguridad de los centros de atención secundaria que ayuden a proteger la salud de los pacientes y el personal sanitario. Con la llegada del invierno y el cierre de terrazas, se hace necesario garantizar que los espacios cerrados sean lugares seguros”, agrega.

El biosensor del IDM-UPV mide directamente el aire y destaca por su «facilidad de uso, bajo coste y versatilidad», asegura el director del servicio de Medicina Preventiva y Calidad Asistencial. “Actualmente, no hay comercializada una tecnología competitiva como este prototipo y podría convertirse en un ‘virusómetro’ en un futuro próximo”, concluye David Giménez-Romero de la Universitat de València.

El desarrollo de este prototipo ha sido financiado por la Conselleria de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital de la Generalitat Valenciana, en el marco de la llamada que el pasado mes de marzo lanzó a los agentes del Sistema de Innovación de la Comunitat Valenciana para desarrollar soluciones innovadoras en la lucha contra el coronavirus.

Fuente: UPV
Derechos: Creative Commons.