Por: Fernando Naranjo-Villacís
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A diario nos encontramos con el bombardeo informativo de la TV., emisoras de radio, periódicos, revistas y las redes sociales que ahora nos atrapan con sus mensajes online, por lo general, con noticias poco alentadoras. Son, precisamente, la forma de mantener el interés del público, pues se dice que las buenas noticias no captan el interés de los usuarios.
En este oficio del periodismo hay un paradigma: “Las buenas noticias son las malas”. Y con desazón avanzamos agobiados, preocupados y desmotivados con todos estos titulares, comentarios, reportajes y caricaturas que retratan nuestro desalentador, día a día.
Acabamos de vivir una intensa campaña electoral, en la que, todo lo negativo del contrario, es lo que ha interesado destacarse para presentar al candidato ideal. El adversario es lo peor. El otro, ese sí, «por sus virtudes ciudadanas”, constituye la mejor opción.
Como el grueso del pueblo-pueblo es la mayoría que decide y se dice que, ese pueblo-pueblo es poco culto, poco educado, los candidatos creen que hay que hablarle como él entiende, al ofrecerle: “jama, caleta y camello”, esto, dicho de una manera extraña a la forma de hablar del común de los ciudadanos.
El pueblo-pueblo de hoy no es el mismo de ayer. Hay una nueva generación de ciudadanos que vienen preparándose adecuadamente. Estudiando con responsabilidad. La gente del pueblo-pueblo posee innato talento. Tiene ya, otro nivel de entendimiento y relación con su comunidad. Eso hay que rescatar y destacar. El criterio va cambiando, va mejorando y es preciso estimular esos afanes de superación, mejorando también el discurso político y la actitud de los líderes.
Es así como avanzaremos. Lo contrario es marchar hacia atrás. Un líder debe fomentar responsablemente, el conocimiento, las destrezas creativas y dar mayor trascendencia al mensaje. En esta época de malas noticias, debemos aportar con buenas noticias, generadoras de esperanza en un futuro mejor, en el que la comprensión y el orden, alienten nuestro diario vivir.
Algo bueno hay que rescatar. No todo puede ser infortunio. Avancemos pues, con una estimulante propuesta, más humana, más justa, para convivir con dignidad, respeto y libertad.