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Informes del CONEA y del CONESUP marcaron el inicio de la depuración de la educación superior en el Ecuador

La Asamblea Nacional Constituyente reunida en Montecristi –Manabí- en ejercicio de sus atribuciones y facultades expidió el 22 de julio del 2008 el Mandato Constituyente Nº 14, mediante el cual cesó definitivamente a la Universidad Cooperativa de Colombia en donde se “probaron irregularidades permanentes”. El Mandato 14 así llamado fue una solicitud original del Consejo Nacional de Educación Superior (CONESUP).

La Universidad Cooperativa de Colombia, institución objetada desde el tiempo del propio CONUEP y por la administración del CONESUP, fue sometida a un riguroso programa de fortalecimiento institucional que, en pocos meses, al no observarse dicha condición, al presidente del CONESUP, doctor Gustavo Vega Delgado, no le tembló la mano para, no solamente, por reincidente volver a intervenirla, sino a cesarla. Fue por un pedido del CONESUP que la Asamblea Nacional presidida por el arquitecto Fernando Cordero asumió la suspensión definitiva de la mencionada universidad, a través de la expedición del Mandato Constitucional Nº 14.

Además, el CONESUP, en el marco de sus competencias, decidió suprimir 91 Institutos Superiores que no cumplían con los requerimientos establecidos en las normas legales correspondientes.

El Mandato Constitucional Nº 14 también incluyó una Disposición Transitoria en la que señala que “El Consejo Nacional de Educación Superior –CONESUP- obligatoriamente, en el plazo de un año, deberá determinar la situación académica y jurídica de todas las entidades educativas bajo su control en base al cumplimiento de sus disposiciones y de las normas que sobre educación superior, se encuentran vigentes en el país.

Será obligación que en el mismo periodo, el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación –CONEA-, entregue al CONESUP y a la Función Legislativa, un informe técnico sobre el nivel de desempeño institucional de los establecimientos de educación superior, a fin de garantizar su calidad, propiciando su depuración y mejoramiento; según lo determinado en el artículo 91 de la Ley Orgánica de Educación Superior.

Los informes con los resultados finales del CONESUP y el CONEA, deberán ser enviados para su conocimiento y, de ser el caso, para su resolución definitiva, a la Función Legislativa”.

Hacia el mejoramiento de la calidad de la educación superior

El informe del CONEA puso “A” a 11 de 71 universidades. Su principal recomendación a la Asamblea fue depurar del sistema a 26 universidades del país. Estas universidades se ubicaron en la categoría “E” y el CONEA consideró que representaban al sector con mayor precariedad en equipamiento e infraestructura adecuada para una universidad.

El CONEA también recomendó la supresión gradual de las extensiones universitarias; el fortalecimiento de los posgrados y de la institucionalidad de las universidades de categoría “D”.

La tercera recomendación del CONEA fue de carácter académica, debido a que en el país se ofertaban 3.309 títulos universitarios, distribuidos en 2.100 de tercer nivel (pregrado), 933 de cuarto nivel (posgrado) y 277 de nivel de técnicos y tecnológicos.

El informe del CONEA concluye planteando algunas recomendaciones para mejorar la calidad de las universidades y escuelas politécnicas, como lo ordena el Mandato 14, precisamente a partir de las falencias generales a todas las IES identificadas a lo largo del proceso de evaluación. A modo de síntesis se distinguen a continuación siete ejes de transformación de la educación superior que redundarán en un mejoramiento sustantivo de su calidad, según el CONEA.

El informe del CONEA con la rúbrica del Dr. Arturo Villavicencio, presidente el Consejo de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior del Ecuador, fue presentado el 31 de octubre del 2009.

El Informe del CONESUP, denominado: “Informe de la determinación académica y jurídica de las Universidades y Escuelas Politécnicas del Ecuador”, presentado en el 2009 a la Asamblea Nacional Constituyente, contiene las últimas estadísticas que se han hecho públicas acerca del estado de la educación superior en el Ecuador. “Este informe para nada intenta blindar la indispensable autocrítica de la Educación Superior del país. Esperamos que este informe –que hoy presentamos en una síntesis muy apretada-y otros documentos elaborados por la academia sirvan no solo para que se elabore una nueva Ley Orgánica de Educación Superior con valor agregado sobre la anterior, sino para convertir la vocación académica en insumos transformativos para un Ecuador con calidad, con pertinencia y estrecha vinculación con las culturas que espera América Latina, el Caribe y en específico este país que crece en la mitad de los hemisferios, cuya luz cenital debe no solamente calentar los ánimos, sino iluminar las mejores ideas para un país de veras”, puntualiza el presidente del CONESUP.

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CONEA revela el desempeño en investigación de las universidades (I)

El Mandato Constituyente No. 14, expedido por la Asamblea Nacional Constituyente el 22 de julio de 2008, estableció la obligación del Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación (CONEA) de elaborar un informe técnico sobre el nivel de desempeño institucional de los establecimientos de educación superior, a fin de garantizar su calidad, propiciando su depuración y mejoramiento.

Este Mandato constituyó una iniciativa orientada a recuperar el rol director, regulador y supervisor del Estado sobre las instituciones de educación superior, claramente venido a menos durante décadas de gobiernos que, crecientemente, lo abandonaron delegándolo a las “fuerzas del mercado”. Como resultado, la universidad ecuatoriana se evidencia, a lo largo del informe del CONEA, como un conjunto fragmentado por múltiples brechas: académica, democrática, investigativa, tecnológica, brechas que, a su vez, expresan múltiples fenómenos.

Hoy conoceremos lo que dijo el Informe del CONEA presentado el 4 de noviembre de 2009 sobre la situación de la investigación en las instituciones de educación superior, para poder evaluar la transformación alcanzada a partir de la vigencia de la nueva Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) aprobada en el 2010, por la Asamblea Nacional Constituyente.

El CONEA señala en su informe:

“Las actividades de investigación, el grado de involucramiento de docentes y estudiantes en los proyectos de investigación, los recursos asignados, así como la definición de líneas y políticas de investigación, es el tercer factor sobre el cual las universidades pertenecientes a la categoría “A” muestran un desempeño notablemente superior al resto de IES. Al respecto, es necesario tener presente dos acotaciones. En primer lugar, es necesario relativizar el término “desempeño en investigación” y situarlo en el contexto de la universidad ecuatoriana. La pertenencia de una institución superior a esta primera categoría no significa que ella haya alcanzado niveles de excelencia en la práctica y resultados de procesos investigativos. Hay que aceptar el hecho de que la investigación universitaria en el Ecuador es todavía incipiente y hasta precaria. Lo que distingue a este grupo de universidades es la institucionalización y consolidación, en curso, de grupos o unidades académicas, en algunos casos multidisciplinarios, cuyos esfuerzos están orientados a la innovación, o, por lo menos, a la aplicación del conocimiento en la solución de los problemas que afectan a la realidad nacional; esfuerzo que, por otra parte, se traduce en un mejoramiento del nivel de la calidad de su enseñanza. El porcentaje de docentes con asignación de tareas investigativas, el financiamiento de proyectos, ya sea propio de la institución o proveniente de otras fuentes, los logros alcanzados, ya sea en términos de resultados tangibles o en términos de producción científica, proporcionan las principales pautas que permiten ubicar a un número de universidades en esta categoría.

La segunda acotación se refiere al reconocimiento de que no se puede exigir que todas las instituciones de enseñanza superior dediquen esfuerzos y recursos a actividades de investigación, en el sentido tradicional de actividades orientadas hacia la producción de innovaciones, o “productos prácticos” que tienen como criterio el valor económico y la utilidad social inmediata. Sin embargo, existe una actividad de investigación ligada a la docencia que repercute directamente en la calidad de la enseñanza. Se trata de una investigación de tipo catedrática que tiene como objeto la actualización y profundización de la propia docencia y cuyas líneas se articulan con el currículo de las disciplinas académicas. Es este tipo de investigación, del que no puede prescindir ninguna institución universitaria, el que ha servido como criterio esencial para la presente evaluación.

Un último aspecto considerado en el desempeño sobre el criterio investigación tiene que ver con las políticas universitarias dirigidas hacia la consolidación de un núcleo docente de soporte y continuidad para el desarrollo de los procesos de investigación. El fortalecimiento de una masa crítica de docentes para el desarrollo de la investigación pasa por su capacitación y perfeccionamiento a través del otorgamiento de pasantías, becas de investigación y licencias sabáticas. En este punto, hay que reconocer un pobre nivel de desempeño de las universidades en relación al cumplimiento de las normas establecidas en la Ley. De todas maneras, y sin llegar a los estándares estipulados en la LOES, las universidades de esta categoría muestran un nivel de cumplimiento muy por encima de los niveles promedio del conjunto de IES.

Investigación sumamente limitada

El desarrollo de actividades de investigación está presente en algunas universidades de la categoría “B”, y, en estos casos, se trata de proyectos débilmente articulados que no logran todavía insertarse en las estructuras académicas de las IES. La participación de docentes y estudiantes en actividades de investigación es limitada y en muchos casos obedece a iniciativas personales antes que a estrategias claras y definidas de líneas y programas de investigación de las instituciones. Al igual que en el caso de las universidades de la categoría anterior, las acciones de capacitación y formación de investigadores docentes no responden a los niveles que deberían alcanzarse bajo la aplicación de las normas estipuladas en la LOES. Por otra parte, la pertinencia de la investigación en términos de publicaciones y resultados es sumamente limitada. Las publicaciones de los resultados de las actividades de investigación bajo el formato de reportes académicos de investigación o en revistas científicas revisadas son esporádicas y netamente inferiores en número a la producción de las universidades de la categoría anterior.

La investigación es prácticamente inexistente en Universidades de categoría “C”.

Con excepción de algunas instituciones, el desarrollo de la investigación es prácticamente inexistente en las universidades de categoría “C”. Esta constatación es preocupante si se tiene en cuenta que ocho instituciones que constan en esta categoría son universidades públicas provinciales, con una orientación local y regional, situación que llevaría a suponer un fuerte grado de compromiso e involucramiento con problemas de su entorno social. Aunque la orientación de estas universidades hacia las comunidades locales y su impacto en el desarrollo regional son difíciles de medir y trascienden los criterios tradicionales de rendimiento académico y productividad de la investigación, la información suministrada y la verificación de la misma permite concluir escasos niveles de atención y trascendencia de los resultados».

(Continúa)

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CONEA revela el desempeño en investigación de las universidades (II)

“La categoría “D” requerirá, en el futuro inmediato, especial atención porque es en este grupo donde se manifiestan con mayor intensidad las carencias del sistema de educación superior a las que se hizo referencia en la categoría anterior. Hay que señalar que dentro de este grupo se encuentran cuatro universidades relativamente nuevas que todavía se encuentran en proceso de consolidación de su proyecto académico.

En relación con el promedio de desempeño de las universidades de la categoría anterior, cabe anotar que la planta docente de estas universidades, en un alto porcentaje, está conformada por profesores contratados por horas de clase, con escaso compromiso académico, fuera de la obligación de dictar las clases para las que han sido contratados, con una evidente sobrecarga horaria y con niveles de remuneración, en muchos casos, exiguos, más aún si se tiene en cuenta que se trata de remuneraciones por hora de clase efectiva, que no consideran tiempos de preparación, revisión de trabajos y tutorías a estudiantes (si es que existen) y corrección de exámenes. La estabilidad docente es prácticamente inexistente.

Todos estos elementos configuran uno de los problemas serios de la universidad ecuatoriana y que constituye una de las causas directas de los bajos niveles de calidad de la enseñanza: la precarización de la docencia universitaria y su vinculación institucional inorgánica.

Por otra parte, para el conjunto de estas universidades resulta difícil orientar su actividad “académica” hacia una investigación mínima, relacionada, por lo menos, con la propia docencia, al no contar con una planta docente cuyas obligaciones y modalidades de contratación rebasen una relación laboral puntual y temporal.

Ausencia total de investigación

Las universidades de categoría “E” representan al sector más dinámico y de crecimiento más rápido en la educación universitaria del Ecuador en los últimos años. Todas estas universidades han sido creadas en los últimos 12 años, y, 14 de ellas, a partir de la entrada en vigencia de la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES; mayo 2000). Se trata de instituciones que, definitivamente, no presentan las condiciones que exige el funcionamiento de una institución universitaria y en las que se evidencia las deficiencias y problemas que afectan a la universidad ecuatoriana.

Contar con una comunidad docente estable, académicamente preparada, con obligaciones y derechos reconocidos y con la dedicación necesaria para garantizar una docencia de calidad, son características difícilmente reconocibles en esta categoría de universidades. Por el contrario, la actividad y permanencia de la planta docente se sustentan en prácticas altamente precarizadas del ejercicio de la docencia.

La oferta académica de este grupo de universidades está concentrada en carreras como administración, contabilidad y auditoría, gestión empresarial, mercadotecnia, gestión turística, relaciones públicas y otras con denominaciones ‘curiosas e ingeniosas’ que, como se señaló anteriormente, normalmente no corresponden a una oferta académica universitaria. En general, se trata de carreras, en principio, con menos exigencias y facilidades para los procesos de aprendizaje que, por consiguiente, requieren de una menor inversión en laboratorios, bibliotecas y facilidades pedagógicas, lo que explica el fenómeno de su proliferación. Aunque varias de estas instituciones se denominan “técnicas”, “tecnológicas”, “ambientales”, “ecológicas”, su oferta académica dista mucho de justificar estos calificativos.

Salvo contadas excepciones, el denominador común de este grupo de universidades es su precariedad en equipamiento e infraestructura. Sus instalaciones distan mucho de los requerimientos de una infraestructura para el funcionamiento de una institución de educación superior. Se trata de locales (oficinas, departamentos, casas de vivienda) precariamente adaptados para acoger a una población estudiantil y que carecen de las facilidades indispensables y de la funcionalidad elemental que exige el desarrollo de las actividades académicas. Las clases se dictan en aulas improvisadas, los laboratorios, si existen, están instalados en espacios precarios e inadecuados, no disponen de espacios de trabajo para profesores y estudiantes y los espacios destinados a las bibliotecas difícilmente pueden ser reconocidos como espacios de consulta y lectura. En un contexto semejante, está por demás señalar la ausencia de investigación, ni aun de aquella esencial ligada al mejoramiento de la docencia. Estas universidades no muestran un compromiso y capacidad para ocuparse de problemas sociales y su carácter comercial ha dado paso a una universidad “neutra”, desenraizada de su entorno social y, por lo tanto, sin ningún impacto en las realidades locales y regionales a las que debería dar alguna respuesta”.

Después de conocer este informe elaborado por el CONEA en el 2009, es fácil comparar con lo que sucede hoy para establecer con precisión si la Educación Superior en el Ecuador ha cambiado o no a raíz de la expedición de la nueva Ley Orgánica de Educación Superior (LOES), que está vigente desde el 2010.

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