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Los universos paralelos de elefantes y asnos

Por: David Brooks y J. Jaime Hernández

Tras el fin del espectáculo en las Convenciones Demócrata y Republicana, con fuegos artificiales y globos multicolores (ya se sabe que no hay Convención sin globos), los ciudadanos dentro y fuera de Estados Unidos hemos podido constatar los universos paralelos que siguen dividiendo a quienes se identifican con los elefantes y los asnos.

De un lado, tenemos el universo de los elefantes que, por un capricho de la historia, ha secuestrado Donald Trump, un magnate del sector inmobiliario que se ha reciclado como un aficionado (muy peligroso por cierto) de la política.

Durante la Convención Republicana en Cleveland, Ohio, Trump nos mostró su mundo oscuro, desesperanzado y hostil. Uno que necesita urgentemente de un líder providencial. De ese defensor de la patria, de las mujeres y los niños (blancos por supuesto) que se ha empeñado en erigir un muro en la frontera con México y, al mismo tiempo, bajarse del autobús de la globalización y los tratados comerciales para inaugurar una era de aislamiento, guerras y autarquía.

De otro lado, tenemos el universo de los asnos, donde Hillary Clinton ha sido proclamada su reina. Durante los últimos días de julio pudimos observar en Filadelfia, un mundo donde sólo se construyen puentes y donde los muros han sido desterrados (bueno, con excepción del que ya existe en el Río Bravo). Donde el día dura más que la noche, donde los niños juegan confiados en un futuro promisorio y a donde, a los inmigrantes indocumentados, todavía se les sigue prometiendo que, alguuuuuún día de estos, se convertirán en ciudadanos; que podrán ser libres de rezar al Dios de sus ancestros y sumarán su cultura y señas de identidad al gran crisol de razas que es Estados Unidos.

En los últimos días de julio asistimos, en el universo de los asnos, al nacimiento de la primera mujer que ha llegado dispuesta a disputar las riendas de la presidencia. Un hecho histórico, sin duda alguna, pero inexplicable cuando un total de 52 naciones «menos desarrolladas» que E.U. -según el World Economic Forum Gender Gap Report 2015- ya han pasado por la experiencia de elegir a una mujer como su jefa de Estado.

Con un traje blanco y una sonrisa llena de promesas, Hillary se convirtió en la heroína de la película dispuesta a enfrentar la amenaza del «lado oscuro».

Ya se sabe que las campañas presidenciales en E.U. son una puesta en escena. Y que la historia no se aprende en los libros, sino en las producciones cinematográficas de Hollywood.

De ahí la importancia de elegir bien la coreografía y la retórica adecuadas para lanzarse en esa lucha de cada cuatro años por la mente y el corazón de los estadounidenses para convertirse en el futuro inquilino de la Casa Blanca y poder izar, al lado de la bandera de las barras y las estrellas, la insignia del burro o el elefante.

Por el momento, creemos que los demócratas, es decir, los asnos, han ganado la guerra de la retórica. Y ello, gracias a la habilidad y a la astucia de Bill Clinton; a la grandilocuencia de Michelle Obama y a la vena visionaria de Barack Obama. Fue precisamente Obama el que recurrió al viejo mensaje de Ronald Reagan (sí un presidente republicano) para recordar que sigue siendo de día en Estados Unidos, mientras que en el universo de Trump es de noche.

Donald Trump, un genio de la publicidad, ha perdido en el primer asalto y en su propio terreno. Los demócratas han conseguido arrebatarle la bandera del optimismo para convertirle en el señor de las tinieblas y la desesperanza.

En 1928, el entonces candidato republicano a la presidencia, Herbert Hoover, eligió como frase de campaña: «Un pollo en cada cazuela y un coche en cada garaje». El lema se coló de inmediato entre aquellos electores acostumbrados a votar con el bolsillo, antes que con el corazón.

En 1968, Richard Nixon eligió como frase «Nixon´s The One», algo así como «Nixon el único». Ya sabemos cómo terminó la presidencia de Richard Nixon tras el escándalo del Watergate. Su megalomanía y su falta de auto control, al final, le costaron el cargo.

Eso es lo malo de los megalómanos como Nixon o Donald Trump. Al final, siempre terminan tropezando consigo mismos.

Joe Scarborough, un popular presentador de televisión de la cadena MSNBC y excongresista republicano por el Estado de Florida, lamentó que Donald Trump se siga empeñando en consumirse políticamente mientras habla de sí mismo:

«Todo se reduce a las pequeñas peleas. A lo que dicen las encuestas. A insultar a todo mundo. A hablar de sí mismo e insistir en lo grandioso que es».

¿Será capaz de cambiar Donald Trump ahora que se inicia la fase decisiva de la lucha por la presidencia?

Francamente lo dudamos porque, hasta ahora, el éxito de Trump ha sido su capacidad para incitar al odio racial, para explotar las inseguridades y las ansiedades de los ciudadanos agitando el espantajo de la desesperanza y la amenaza terrorista.

¿Significa esto que Hillary Clinton tiene la victoria en el bolsillo? La respuesta es no.

Robert Baer, exoperador de la CIA, alguna vez me dijo que el gran recurso de los políticos es el miedo: «la gente es estúpida. Y los políticos lo saben. Si asustas lo suficiente a la gente y te presentas como su salvador, muchos saldrán a votar por ti».

¿Será por eso que Hillary Clinton insistió en su gran noche de aclamación como candidata demócrata a la presidencia que, «como solía decir Franklin Roosevelt, a lo único que hay que temer es al miedo mismo»?

Veremos si acaso esta frase, que repetirá como mantra, le sirve de antídoto frente a ese amo de las tinieblas que es Donald Trump, en el inicio de la fase más crucial de la lucha por la presidencia.

Veremos cuál de los dos universos, el de los elefantes o el de los asnos, será capaz de hacer ondear su estandarte en la Casa Blanca en enero del 2017.

La Jornada, México, julio de 2016.

Nota del Director: Este artículo nos fue remitido por el Observatorio Latinoamericano www.cronicon.net, aliado de EcuadorUniversitario.Com

Clinton y Trump no convencen, dos tercios de estadunidenses alarmados

Por: David Brooks
La Jornada

Políticos destacados no desean ser oradores en la convención nacional republicana. La exsecretaria de Estado, en espera de resultados sobre uso de mail privado para asuntos oficiales.

Los dos virtuales candidatos presidenciales buscarán representar a un pueblo que hasta ahora desaprueba y desconfía de ambos. Casi dos tercios de los electores dicen estar alarmados por la elección actual.

Donald Trump continúa asombrando a su Partido Republicano. A dos semanas de la convención nacional, en la cual será coronado, casi ninguna figura prominente de esa formación política (los dos ex presidentes republicanos aún vivos, Bush padre e hijo; el anterior candidato presidencial Mitt Romney, y el gobernador del estado de Ohio, John Kasich, donde se efectuará el acto, no piensan asistir al evento) desea presentarse ante el público como orador.

Como resultado, Trump y su gente están diciendo ahora que será una convención muy diferente, en la cual los que se presentarán serán celebridades de espectáculos y deportes, y casi toda la familia Trump. Esta no será una convención típica, como en años anteriores. Él está preparado mejor que cualquier candidato en la historia para crear un programa que está fuera de Washington y puede atraer al pueblo estadunidense, dijo su vocero, Jason Miller, a la Ap.

Al mismo tiempo, Trump sigue cometiendo errores. El sábado tuiteó una foto de Clinton afirmando que era la candidata más corrupta, al lado de una estrella de seis picos sobre una imagen de billetes. Casi de inmediato fue tildada la imagen de antisemita (de hecho, su origen es de un sitio racista). Trump quitó el tuit para cambiar la foto a un círculo, pero no pudo evitar el daño. Como siempre, acusó a los medios deshonestos del señalamiento (aunque vale recordar que una ocasión tuiteó una imagen de una esvástica).

Mientras tanto, Trump está alarmando aún más a sus colegas del partido al no construir la infraestructura necesaria para la elección general. Por el momento, la campaña de Clinton tiene 10 veces más integrantes en la nómina y hasta 20 veces más fondos en el banco que Trump (100 millones).

Por el lado demócrata, Clinton ya cuenta con el apoyo de la cúpula de su partido y gozaba de ventaja, no dramática pero sustancial, en las encuestas, hasta que otra vez hubo tropiezos, algunos potencialmente graves.

Hace una semana su esposo, el ex presidente Bill Clinton, bajó de su avión y apareció en el de la procuradora general de Estados Unidos, Loretta Lynch, mientras ambos estaban en espera en el aeropuerto de Phoenix. Charlaron media hora. Todos insisten en que fue una visita social. Pero el problema es que el ex mandatario estaba en una reunión privada con la jefa del Departamento de Justicia, el cual está realizando una investigación sobre el manejo del sistema de correo electrónico personal de Hillary Clinton cuando era secretaria de Estado.

Por supuesto los republicanos no titubearon. Cuestionaron la reunión y después de una semana de intensa crítica Lynch tuvo que anunciar, el viernes pasado, que aceptaría cualquier recomendación de los fiscales y la FBI sobre el caso. O sea, fue obligada a ceder su poder discrecional sobre el asunto.

El sábado, Hillary Clinton fue interrogada durante tres horas por la FBI sobre el tema del manejo de sus correos electrónicos (asunto bajo investigación porque ella y su equipo establecieron un sistema personal no autorizado mientras fungía como secretaria de Estado, y la indagatoria tiene que ver sobre si ello puso en riesgo material oficial secreto, entre otras cosas).

Clinton y la cúpula del partido están obviamente preocupados por el anuncio de las conclusiones de la pesquisa. Se supone que la entrevista con ella implica que la FBI ya está en la fase final de la indagatoria. Algunos observadores, como Chris Cillizza, del Washington Post, dicen que la FBI anunciará los resultados antes de la convención demócrata, que comenzará el próximo 25.

La demócrata tendría que abandonar la contienda Obviamente, si la FBI presenta una acusación formal por establecer el sistema de correo privado, casi seguramente tendría que retirarse de la contienda. Aun si no hay acusación, pero sí una crítica a su comportamiento por no cumplir con lo que marcan la ley, los protocolos, eso dañaría su campaña y, por supuesto, ofrecerá municiones perfectas a sus contrincantes. Si se concluye que no cometió ningún delito, quedará anulado como tema. Pero cómo se manejará todo esto dependerá de cuándo se haga el anuncio.

Ante todo esto, a pesar de las ventajas en dinero, personal, experiencia en campaña e inversión de millones en publicidad por televisión en semanas recientes, Clinton no logra superar la percepción desfavorable de la mayoría ni dominar a Trump, a pesar de sus constantes errores.

En una encuesta difundida ayer –la más reciente–, la ventaja de Clinton sobre Trump se redujo a sólo 5 puntos (hace dos meses adelantaba por 11 puntos). La mayoría percibe desfavorablemente a ambos candidatos (53 por ciento a Clinton, 60 a Trump)
y, notablemente, 61 por ciento reportan sentirse alarmados por estos comicios.

Eso confirma tendencias constantes de semanas recientes. Un sondeo de CBS News de junio anterior encontró que 62 por ciento piensan que ella no es confiable, casi el mismo nivel que Trump: 63 por ciento consideran que no es honesto. Por otro lado, una encuesta de Fox News reveló que 58 por ciento creen que Clinton es corrupta y 45 por ciento opinaban eso de Trump.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/07/05/mundo/020n1mun