Por: Lic. Wilson Zapata Bustamante
Estamos viviendo un siglo caracterizado por los prodigiosos avances científicos y tecnológicos. Es una época en la cual sin buenos estándares de investigación y formación a nivel superior ningún país puede asegurar un grado de desarrollo que sea compatible con las necesidades y expectativas de una sociedad en la que la generación de la riqueza se ha de organizar protegiendo el medio ambiente y se ha de acompañar con la construcción de una cultura basada en la democracia, la tolerancia y el respeto mutuo.
En nuestra época de cambio tecnológico y globalización, la productividad y la competitividad se levantan sobre una economía del conocimiento. El conocimiento es la columna vertebral de las economías competitivas y el único factor que genera ventajas de orden superior como son los productos diferenciados más completos, sofisticados y útiles o tecnología de producción propia.
Pero, como se sabe, el conocimiento no cae del cielo y tampoco es barato. Tenemos que reconocer que los departamentos de investigación de las instituciones de educación superior y centros de investigación, aunque costosos son una fuente indispensable para la generación, adquisición y difusión del saber, de las destrezas e ideas estratégicas, en el contexto de una economía mundial basada en el conocimiento y el cambio tecnológico constante.
De lo anterior se desprende que para el Ecuador, conformar una sociedad orientada a la ciencia y a la tecnología, mediante la promoción intensa de la investigación y el desarrollo de la más avanzada tecnología, en los campos de oportunidad que se abren constantemente con los nuevos desarrollos científicos, debe constituir una de las más altas prioridades nacionales.
Por estas razones, trabajar para que el Ecuador logre mayores niveles de educación, ampliar y diversificar la planta material y humana dedicada a la generación del conocimiento y establecer estrategias de desarrollo científico y tecnológico de largo plazo, son objetivos altamente relevantes y pertinentes para la soberanía nacional. De ello depende la conformación de una estructura económica y productiva en nuestro país, que sea eficiente y capaz de competir con eficacia en los mercados internacionales.
Tenemos que reconocer que la educación y el desarrollo científico y tecnológico deben ser en el sentido más estricto un tema esencial y prioritario de la política económica nacional.
Estamos convencidos de las bondades de la ciencia para la construcción de una mejor sociedad. Creemos que nuestros jóvenes y en general todos los miembros de nuestras instituciones de educación superior, deberían estar cada vez más cerca de la ciencia, de la investigación y lograr una mejor comprensión de los fenómenos sociales y tecnológicos. Es por ello fundamental aproximar los bienes del conocimiento científico y tecnológico al conjunto de la sociedad, pero en especial a los jóvenes de los colegios y de las universidades.
Es importante que las universidades fortalezcan su capacidad de responder a las jóvenes vocaciones científicas, que mediante la difusión de varias actividades relacionadas con la ciencia y la tecnología encuentran una perspectiva de desarrollo profesional y personal. A ellos, están obligadas a brindarles un horizonte educativo de la mayor calidad y un ambiente de trabajo intelectual que ofrezca verdaderos desafíos a la imaginación y a la inteligencia, a la vez que refuercen su interés por las actividades relacionadas con la generación del conocimiento.
El éxito que tengan nuestros centros de educación superior en la formación de las próximas generaciones de científicos y técnicos, y su incorporación en los procesos productivos, tanto en la industria como en los servicios, será la condición para mantener nuestra independencia y soberanía como nación. Este es un gran desafío para las instituciones públicas y privadas responsables de ofrecer educación a la sociedad y de formar científicos y técnicos que se caractericen por su alto nivel de preparación.
Para atender este desafío debemos reconocer que ningún sistema de educación superior puede cumplir cabalmente su misión, si parte de su equipo académico no realiza, además de sus actividades docentes, investigación de la mayor calidad y pertinencia. La investigación en las instituciones de educación superior debe emprenderse no solo por motivos de prestigio académico, sino también como parte de la modernización de la enseñanza, el aprendizaje y las actividades de servicio público.
Es por ello urgente que el profesorado responsable de la formación de los jóvenes, cuente con la más alta habilitación profesional, lo que se alcanza con los estudios de postgrado, en especial con el doctorado, para que así esté más facultado para ofrecer a los estudiantes la mejor formación profesional posible, que no se frustren y perviertan las vocaciones científicas y fructifique el entusiasmo por el saber y el conocimiento.
Es primordial que los niños y jóvenes vean en las ciencias básicas y en las ingenierías, así como en sus diversas áreas de acción, la investigación científica y tecnológica, alternativas de desarrollo personal y profesional que son significativas y trascendentes para nuestro país. La valoración temprana del papel social del trabajo científico y tecnológico tiene una especial relevancia para la orientación del interés formativo de los jóvenes y ofrece una vía para promover una mejor valoración social de estos campos de trabajo. De este modo lograremos promover la modificación de la demanda social de estudios profesionales, para lograr que se oriente con mayor vigor hacia las carreras científicas y tecnológicas, y se modere la creciente demanda que se presenta para las carreras tradicionales.
Formar mejor a las nuevas generaciones implica entonces, reforzar nuestras plantas de profesores. Para responder al desafío que implica la formación de los profesionales que requiere el futuro, debemos hacer un gran esfuerzo como país por apoyar a las instituciones que imparten educación, pero también promover en los medios de comunicación la revaloración de las actividades científicas y tecnológicas, promover nuestros hábitos educativos y establecer un compromiso colectivo con la educación de las próximas generaciones de jóvenes y niños.