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Enfoque intercultural de salud

Por: Dr. César Hermida

La Constitución ecuatoriana exige un Sistema Nacional de Salud en el marco de la concepción del Buen Vivir o Sumak Kawsay. Pero, ¿hasta qué punto el sistema alude a ese Buen Vivir o se queda solo en la concepción biomédica de ausencia de enfermedad?

La concepción integral de salud se refiere a satisfacer las necesidades humanas en los tres dominios: físico biológico del cuerpo (la herencia animal de nutrición, sexualidad, vida de relación que en los humanos es el trabajo), cultural de las comunidades y social general con la presencia del Estado que, para la prestación de esos servicios, debe construir esa política pública. La salud es la manifestación y, al mismo tiempo, la esencia de la vida plena.

La salud es un bien, un bien de uso que sirve para el desarrollo de la persona humana en esos tres dominios señalados y no exclusivamente en el contexto económico. Los bienes materiales, sumados a la producción subjetiva cultural, deben contribuir a la salud colectiva social. E. Morin critica de Marx que “le falta la subjetividad humana, la interioridad humana: solo vio al hombre productor” (Mi camino, Barcelona, Gedisa editorial, 2010, pág. 93).

En la historia, las necesidades humanas, cuya satisfacción constituye la salud, han sido dinámicas, cambiantes, crecientes, desde las objetivas, las subjetivas culturales hasta las sociales con el rol del Estado. La fenomenología y el existencialismo (aunque cayeran en brazos del neoliberalismo) tuvieron el mérito, desde Husser, de plantear una mirada a lo subjetivo.

La concepción integral de la salud como óptima calidad de vida se sustenta en la satisfacción de las necesidades humanas, como derechos. Esta concepción sistematiza la definición de la OMS, que además del ‘bienestar físico’ agrega lo subjetivo del ‘bienestar mental’ y el ‘bienestar social’. La salud no es solamente la ausencia de enfermedad. Esta definición se juzgó poco operativa y de visión y aplicación individualista (como los derechos humanos), pero constituyó una ruptura del paradigma de la salud como ausencia de enfermedad, que la biomedicina, sin embargo, aún lo mantiene.

Otra ruptura se produciría con los aportes de la filosofía andina y con los principios del Sumak Kawsay, es decir, con un enfoque intercultural de la salud, en donde lo ancestral andino enriquezca los progresos de la biomedicina de la ciencia occidental, y abra una nueva perspectiva científica de concepción propia, cuyos detalles serán materia de otras reflexiones en esta columna.

Prohibir el boxeo

Por: Dr. César Hermida

Después de unos cincuenta años la sociedad se avergonzará de que nuestra civilización practicara, hasta las primeras decenas del siglo XXI, un deporte que consistía en golpearse la cara con los puños hasta que el adversario cayera al suelo sin poder levantarse o hasta que terminaran agotados luego de varios rounds porque ninguno había podido aniquilar al otro. Se informará que el deporte se había iniciado con los puños vacíos, pero que luego, en actitud humanitaria y piadosa, se había resuelto forrarse las manos con unos guantes que, si bien disminuían la dureza de los nudos del puño, terminaban por buscar el mismo efecto, procurar despedazar a golpes la cara al adversario, ojalá hasta que perdiera el conocimiento.

Lo más grave, se dirá, es que justamente a inicios del siglo XXI el deporte agregó, a los golpes de puño, las patadas en cualquier parte del cuerpo. La habilidad consistía en evitar los golpes ajenos y en acertar los propios. Si el adversario caía, y mejor si se quedaba sin conocimiento en la lona hasta una cuenta superior a diez segundos, con lo cual el otro ganaba, la muchedumbre partidaria del ganador gritaba festejando el triunfo con desbordante alegría. La sangre del adversario provocaba, además, expresiones de júbilo desde los graderíos. Sobra decir que el público pagaba contento para ver este agresivo y lamentable espectáculo, cuyos ingresos volvían millonarios a los boxeadores y a los empresarios.

Más grave aún había resultado que las mujeres comenzaran a practicar este deporte que buscaba dañar sus delicadas caras y cuerpos que, por otra parte, paradójicamente, eran llevados para que los mejoraran los cirujanos plásticos. Por más que la gente sensata y los médicos advertían sobre los peligros de las lesiones externas e internas, y sobre todo los efectos a largo plazo de esta práctica absurda, se había vuelto difícil prohibir este deporte. En la segunda década del siglo XXI había fallecido, con una crónica lesión neurológica, seguramente provocada por el mismo deporte, una prominente y carismática personalidad que, curiosamente, lo criticaba, aunque le había dado fama, pero a quien la gente lo admiraba porque se había negado a cumplir el servicio militar, defendía los derechos humanos y se había convertido al islam, una religión diferente a las tradicionales, por lo que había tomado el nombre de Mohamed Alí.

Por esos años, sin embargo, se había iniciado una campaña que, al igual que para prohibir las corridas de toros, buscaba la prohibición del box.

Formación médica y sistema de salud

Por: Dr. César Hermida

El Informe Flexner, preparado en EE.UU. a inicios del siglo XX, constituye el origen de la modernización de la educación médica, de su ejercicio y del desarrollo de las especialidades. Determinó las características de la carrera, incluyendo, además de la capacitación médica, la de los especialistas, para el nuevo y reditivo mercado norteamericano. El esquema planteaba comenzar con las ciencias básicas, luego pasar a las preclínicas y finalmente a las clínicas. Luego de la formación médica general se iniciarían las especialidades. Por entonces el predominio y prestigio de la biomedicina europea había cambiado de sede, pasando a radicarse en EE.UU.

En 1946, a pesar de las restricciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el partido laborista inglés logró que el Parlamento aprobara su Sistema Nacional de Salud, proponiendo una cobertura universal de servicios, sin costo directo para el usuario, financiado con impuestos (Modelo Beveridge). El sistema fue criticado como de ‘medicina socializada’ de mala calidad por la élite de los Colegios Reales de Médicos y Cirujanos de Londres y por la Asociación Médica Británica, partidarios y en ejercicio de la medicina privada respaldada por la industria (de equipos, insumos y la farmacéutica de los medicamentos con millonarios gastos en ‘publicidad científica’ para estimular su uso mediante intermediarios: visitadores, investigadores, médicos tratantes), como lo sería en EE.UU. en donde aún impera el servicio ‘privado’. “Sus ganancias (que) van más allá de lo razonable, cuando curar (‘cure’) es más caro que cuidar, pero cuidar (‘care’) es más difícil, pues incluye confortar con apoyo emocional y psicológico”, como dice Abel Brian Smith (Value for Money in the Health Services, London, Heinemann, 1976).

La medicina, utilizando un lenguaje difícil, sin consideración a la subjetividad cultural de la gente común, preocupada por lo económico; curativa y hospitalaria, ha sido desde entonces el paradigma dominante. Priorizando la enfermedad, como si la salud fuera solo la ausencia de ella. ¿Será posible cambiar este modelo para aplicar, además de la biomedicina, una nueva concepción y práctica de la salud? Salud basada en la satisfacción de las necesidades humanas, como derechos, con los principios de reciprocidad, complementariedad y correspondencia, pues sin pensamiento y sentimiento no hay vida humana, hay que cuidar a la madre tierra, entender que la vida es sana y colectiva, que debemos soñar con una vida armónica sin subyugaciones.

Natura y cultura

Por: Dr. César Hermida

Muchos aportes y debates se han dado en el campo de la salud para diferenciar los dominios de lo biológico y lo social, olvidando el campo intermedio de la cultura. Las ciencias biológicas incluyen con naturalidad dentro de ellas a la medicina, aunque las explicaciones de la determinación social de las patologías la ubican como ciencia social. La medicina, al preocuparse de las enfermedades biológicas, pertenece a este campo, pero los procesos de su determinación la ubican en el dominio social. La cultura es un dominio intermedio. Así, el concepto de salud (que no es solo la ausencia de enfermedad) tiene que ver con las concepciones del Buen Vivir o Sumak Kawsay, es decir se refiere a un bienestar en los tres dominios, el de lo físico-biológico del cuerpo humano, el de lo subjetivo colectivo de la cultura y el de lo social con la estructura y superestructura del Estado.

Esta propuesta de tres dominios trae nuevos planteamientos de carácter epistémico (los modelos de pensamiento), diferentes de la concepción tradicional de las clases dominantes que han controlado los Estados europeos u occidentales, que, convencidos que su cultura era la única, juzgaban que no había razón de pensar en otras culturas. Un ejemplo de la diferencia de concepciones lo plantea Eduardo Viveiros (La mirada del jaguar, Ed. Tinta Limón, Río de Janeiro, 2008, Ps. 17 a 27) cuando pregunta: ¿Los animales eran humanos y dejaron de serlo, o los humanos éramos animales y dejamos de serlo? Fernando Savater (Las preguntas de la vida, Ariel, Barcelona, 2010, P. 20), también pregunta: “¿Qué es el hombre sino el animal que pregunta y que seguirá preguntando más allá de cualquier respuesta imaginable?”. Que se consideraba a los animales como humanos lo muestran los mitos de la loba romana que amamantó a Rómulo y Remo, o las guacamayas que traían alimentos a los primeros padres de la cultura cañari. Todos tenían alma humana, animales, plantas, montañas. Algunos animales o personas un poco más o un poco menos humanos. Después se diría, con las concepciones occidentales del alma religiosa, que esta era una concepción ‘animista’. Con la emergencia de la cultura europea u occidental, los animales dejaron de ser humanos, y los humanos dejaron de ser animales.

Cuando Viveiros plantea: “¿Seamos objetivos? ¡Seamos subjetivos! diría el chamán, o no vamos a entender nada”, muestra la dualidad (conceptos diferentes, pero complementarios) entre la ‘natura’ ‘objetiva’ de la cultura occidental, y la ‘cultura’ nueva, emergente.

De la CIA y otras publicaciones

Por: Dr. César Hermida

En el verano de 1977 se exponían en las librerías de Londres ejemplares del libro Inside the Company (La CIA por dentro) del exagente de la misma, Philip Agee. Su lectura producía un hondo desconsuelo sobre el control que ejerció la misma sobre el Ecuador durante la década ‘post-Cuba’ o ‘anticomunista’ de los años 60. Infiltraciones en los partidos de izquierda, en los sindicatos, pagos a políticos conocidos, a periodistas, mentiras para influenciar en la opinión pública, inestabilidad política para justificar los golpes de Estado, etc.

A este desconsuelo se sumó la situación mundial que siguió en los años 78 y 79: el gobierno neoliberal de Margaret Thatcher (que intentó destruir el sistema de salud inglés gratuito), el neoliberalismo de Ronald Reagan, el capitalismo que promovía Xiaoping en China, el gobierno fundamentalista del Ayatola Komeini en Irán, el combate a la Teología de la Liberación con su política anticomunista practicada por Juan Pablo II.

Pero los desconsuelos se tornaban esperanzas cuando aparecían personas honradas y valientes que luchaban por la verdad y la justicia, como Jaime Galarza Zavala, que entrevistó en 1975 a Philip Agee, ya convertido, publicó su entrevista, tradujo la sección de Ecuador en 1977, y dio a conocer el discurso de Agee en Managua en 1983. O como Francisco Herrera Aráuz que entrevistó a Agee en La Habana en 2006. La CIA seguramente sigue apoyando a los políticos nacionales de derecha. Ya no financia a personas sino a ONG. Ya no infiltra partidos o sindicatos, sino que genera las campañas de desprestigio para derrocar a Maduro o a Dilma. Ahora el ataque es a los líderes como Lula, Evo, Rafael Correa.

En La CIA contra América Latina, caso especial: Ecuador, el exagente habla de los procesos perversos, los personajes que recibieron el dinero corruptor, pero también de su conversión y, a la postre, sobre las luchas permanentes por la verdad y la justicia.

Este libro, publicado como Cuaderno N° 2 del Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores en 2014 (época de Ricardo Patiño) es parte de las cruciales iniciativas honradas y valientes, comprometidas con la verdad y la justicia, como otras colecciones literarias e históricas, la del Ministerio de Educación (época de Raúl Vallejo) o Literatura y Justicia, con su revista, del Consejo de la Judicatura (época de Gustavo Jalkh). Todas ellas publicaciones que deben continuar, contribuyendo a la resiliencia que supere épocas negras de dependencia y colonialismo.

Eskeletra, 25 años

Por: Dr. César Hermida

Hace pocas semanas la revista Eskeletra y la editorial de su mismo nombre cumplieron 25 años. En las primeras publicaciones de aquel tiempo apareció la imagen icónica del pequeño esqueleto sentado sobre un grueso libro en la posición de reflexión o meditación, similar a la de El Pensador, de Rodin. Desde entonces los libros de la editorial se dieron a conocer por la selección de autores y temas, la cuidadosa edición de cada uno, elaborada con buen gusto desde el diseño de la carátula. Libros amigables, escrupulosamente leídos y revisados en sus contenidos y forma, que producían sugerencias y advertencias válidas que garantizaban a los escritores su calidad. Y luego su distribución nacional.

Su director, Ramiro Arias, notable escritor de cuentos y novelas, ha sido siempre un respaldo para los escritores noveles o consagrados, de todas las edades y cualidades, con su voz estimulante y su consejo sabio.

De la revista de aniversario se han publicado en las últimas semanas varios artículos de análisis, tanto sobre su material como sobre el equipo que la ha mantenido. En su lanzamiento, Juanita Neira, quien mantiene su estimulante programa radial ‘Sueños de papel’, con notable profesionalismo y audiencia, destacó los esfuerzos y logros. Raúl Serrano y el propio Ramiro Arias reflexionaron sobre la historia del grupo y el hecho de mantener viva la llama de la producción artística literaria.

La identidad ecuatoriana tiene en sus revistas y libros el material esencial de su cultura. La Editorial Eskeletra, con sus publicaciones y su revista, con la producción de Galo Galarza, René Jurado, Huilo Ruales, Ramiro Arias, escritores mayores, consagrados, ha contribuido ciertamente a la calidad de la literatura ecuatoriana, aportando su pensamiento progresista.

En ese sentido la entrevista a Borges del último número de la revista constituye un ejemplo, pues puntualiza lo descreído que era Borges: “Mi padre también estaba seguro de la mortalidad del alma… Yo creo que todo el mundo descree. Yo creo que es una especie de ficción piadosa”, pero “La vida… yo creo que por desdichado que uno sea -y todos lo somos a veces- uno debe agradecer el hecho de vivir”. “Yo diría que el concepto de Dios es la máxima creación de la literatura fantástica”.

Los expertos han opinado sobre la trascendencia de la editorial y la revista Eskeletra. Esta columna se suma a las opiniones de aficionados y especialistas de la literatura, para rendirles, con voz de aliento, un merecido homenaje de reconocimiento.

Identidad ecuatoriana, mestizos del siglo XX

Por: Dr. César Hermida

Ya se señaló que las diferencias físicas corporales no tienen ninguna importancia de carácter biológico o genético, sino que la determinación de su valor está dada por las razones sociales de la cultura dominante. Las normas de conducta, es decir la moral, están determinadas por el poder político dominante respaldado por las concepciones religiosas. Así se han fijado las leyes, con el poder militar y policial detrás.

Se señaló también que históricamente se estableció el mestizaje, a partir de la diferente situación original de las dos repúblicas, la de blancos e indios (siglo XVI) y de la formación de su mestizaje (siglos XVII y XVIII), y la aparición de la república o nacionalidad de los criollos que logra su Estado a inicios del siglo XIX. Durante el siglo XX se da el predominio de los mestizos. En el inicio del mismo los mestizos letrados consideraban que el hombre culto era el que practicaba la cultura europea. Pero a finales de dicho siglo e inicios del siglo XXI florece el reconocimiento de la pertenencia cultual mestiza en los censos, llegando en 2010 a un porcentaje superior al 75%, dejando el resto repartido en partes similares entre blancos, indígenas, afrodescendientes y un minúsculo grupo proveniente de otras culturas.

Aunque aún queda un estimado autor que valora, para este tiempo, a los grupos culturales de acuerdo a las apreciaciones antiguas de inicios del siglo pasado, y, por lo tanto, menospreciando a los mestizos como lo hacían los miembros de la cultura europea, llegando incluso a defender, con empeño, a Eugenio Espejo como pertenencia a la cultura blanca. Mientras nuestro prócer fue considerado como indio por sus enemigos políticos, ahora resulta que hay quienes se empeñan en ‘blanquearlo’.

La cultura milenaria indígena de los habitantes del Abya Yala o Nuestra América, y la cultura occidental, que no son puras, están aportando a la construcción de un nuevo paradigma cultural, fruto de las dos y de otras vertientes, alimentado por las experiencias de convivencia. Esta cultura mestiza clarificará la categoría Buen Vivir en el marco de su interculturalidad, con su pensamiento, sentimiento y vivencia, de que la tierra es la madre común, que la vida es sana y colectiva, que todos tenemos el mismo sueño de la solidaridad humana, que todo tiene una complementariedad dual, que las partes se corresponden con el todo. Es la concepción de una vida austera, en armonía entre los humanos y con la naturaleza, alejada del consumismo.

Apoyemos a los EDOC

Por: Dr. César Hermida

El Festival anual de cine documental Encuentros del Otro Cine, EDOC, se ha constituido en uno de los símbolos emblemáticos de la cultura cinematográfica ecuatoriana. El próximo 18 de mayo tendrá lugar su decimoquinta edición, para la cual el esforzado grupo que lo mantiene solicitó apoyo para que no desfallezca como otras loables iniciativas.

Los EDOC han logrado el éxito en corto plazo, por la alta calidad de las selecciones del mejor cine documental del mundo, por la presencia de los mejores directores internacionales y porque convocaban anualmente a un increíble número de aficionados que disponen de magníficas revistas informativas sobre la programación con detalles de las películas, guiones, directores, actores, aceptación en los diversos países, etc. y la circulación de un periódico con análisis de los especialistas que forman parte del grupo organizador. Todo contribuye para que los asistentes se preparen y compartan un riquísimo intercambio de conocimientos, opiniones, apreciaciones.

El festival anual ha estimulado la producción nacional de documentales largos que resultaron de enorme trascendencia y son referentes nacionales e internacionales: “Con mi corazón en Yambo”, “La muerte de Roldós”, “Alfaro vive carajo”, “El Panóptico”, “El Abuelo”, y tantas otras producciones nacionales, incluyendo los cortos de producción juvenil, que han fructificado en el contexto generado por los EDOC.

Ante la ausencia de un consistente apoyo económico del Estado, los organizadores lo solicitaron a la sociedad civil para mantener esta obra cultural. El apoyo consistió en adquirir entradas anticipadas como una manera de contribuir a financiar los gastos de las selecciones y su transporte, la movilización de los invitados, los innumerables procesos logísticos, el propio trabajo del equipo humano que lo sostiene.

La producción artística siempre ha sufrido estrecheces económicas, pero si la sociedad civil arrima el hombro seguramente garantizará que obras históricas como los EDOC se mantengan, por lo menos hasta que oídos receptivos responsables escuchen.

Apoyemos a los EDOC que nos permiten aprender, reflexionar, dialogar, sobre los problemas humanos de las diversas experiencias culturales del mundo, desnudando injusticias, atendiendo anhelos de equidad de los subyugados, mirando a un horizonte más solidario.

Sumémonos solidariamente a organizadores, directores, guionistas, actores, fotógrafos, etc. que hacen del cine, en este caso documental, la mejor contribución para la calidad cultural de la vida.

Solidaridad

Por: Dr. César Hermida

La tragedia del último terremoto, cuya noticia ha circulado por todo el mundo, ha ido acompañada de la información sobre nuestra solidaridad. Esta es la herencia ancestral que va más allá de la reciprocidad del prestamanos para los apoyos puntuales, como la construcción de una vivienda, bajo el principio de ‘hoy por ti y mañana por mí’, e incluso más allá del trabajo plural de la minga para una obra de interés comunal. La solidaridad, destacada hoy, es un valor de la identidad nacional: dar sin esperar recibir. Es colectiva y supera la emoción del momento en que las lágrimas brotan o se contienen, mirando las imágenes de cientos de hermanos atrapados que fallecieron de inmediato o permanecieron heroicamente por horas y hasta días, con sus familiares afuera, afligidos, entre los cuales se cuentan también heridos hospitalizados. La solidaridad supera esa emoción para trabajar infatigablemente retirando escombros, o viajando para ayudar a retirarlos, o llevando a los centros de acopio los alimentos y vituallas para transportarlos de urgencia a las ciudades y pueblos afectados. La solidaridad es la emoción de sentirse agrupados, trabajando para los hermanos que han sufrido la pérdida de seres queridos, o sus viviendas, o sus negocios, o su empleo y, por lo tanto, sus sueños, que se han transformado en desesperanzas y angustias.

Todos se han movilizado en torno a las instituciones del Estado central, de los gobiernos autónomos descentralizados, de las instituciones académicas, de los barrios, para afrontar la tragedia y contagiarse de la resiliencia de la reconstrucción.

Como la naturaleza humana no es perfecta y tiene sus defectos, también hay gentes sin valores que tratan de robar porque sufren la enfermedad del latrocinio (a diferencia de otros que pueden tomar los alimentos por hambre). Y hay gentes aparentemente educadas que no pueden evitar la maldad de dar informaciones falsas y alarmistas, en corrillos o por vía electrónica, y hay otros que se hacen eco de ellas. Y hay twitteros que comparten el veneno que llevan en sus entrañas mostrando su odio a las autoridades, mintiendo y criticando sin fundamento. Pero casi todos, así como compartimos la alegría de los triunfos deportivos de las selecciones nacionales, o nos sentimos felices por los logros de otros deportistas individuales, o festejamos cuando alguien se destaca internacionalmente en las letras, la música o la pintura, también sufrimos solidariamente con los hermanos que sufren. Pero juntos nos abrazamos para la reconstrucción.

Identidad ecuatoriana, blancos e indios

Por: Dr. César Hermida

La humanidad es una sola, las diferencias biológicas del color de la piel o los ojos, el largo de las extremidades y otras (antes consideradas como diferencias raciales) fueron establecidas por las relaciones de poder de las culturas dominantes para el control social. El concepto de raza fue una creación cultural y social, pues no hay diferencias científicas en la esencia biológica genética de los seres humanos. Las características físicas (el negro campeón de atletismo por las piernas más largas, el blanco de natación por el tronco más grande, además de la resistencia física) son irrelevantes. La talla está más asociada a la alimentación en la infancia que a condiciones genéticas. Los contrastes entre rubio, negro, indígena, mulato, mestizo, solo se entienden, históricamente, porque la cultura blanca dominante europea se consideraba superior y destinada a gobernar a las demás. Entonces era el poder, en manos de la cultura dominante, el que señalaba el rol de los grupos subyugados y, por lo tanto, la moral (las normas del poderoso) establecía los valores éticos y estéticos sobre la belleza de las formas y los colores de la piel, los cabellos, los ojos.

El cuencano Manuel Carrasco señala (A la sombra de Clío, Universidad de Cuenca, 2015) que ya Aristóteles decía que el físico daba, “desde el momento de nacer, la naturaleza de la que emanaba el obedecer”.

Dice Carrasco: “La mentalidad de los conquistadores y colonizadores, entre medieval y renacentista, estuvo cruzada por el concepto señorial aristotélico, de ahí que se impusiera como: ‘Cosa justa y razonable que los indios, que se pacificaren, y se reduxeren a nuestra obediencia y vasallaje, nos sirvan, y den tributo en reconocimiento del señorío, y servicio que como nuestros súbditos y vasallos deben…’”. Y sostiene, citando a Lipschutz, que “raza es, al principio, una voz que sirve para ‘discriminar’ los grupos humanos según su condición social”, y como buen historiador, Carrasco señala que, con la llegada de los españoles, se establecieron en estos territorios dos repúblicas, la de los blancos (dominadores) y la de los indios (dominados). “Y entre los dos extremos de la división social…” (sigue con Lipschutz) “le cupo al mestizo, de los más diversos matices, llenar las funciones sociales intermedias entre señor y peón”.

Hoy la consideración censal de pertenencia cultural asigna un 75% a los mestizos, mientras a blancos e indios, cuyas repúblicas desaparecieron, un poco menos del 10% a cada uno.