Por: Dr. César Hermida

Un asiduo lector solicita se escriba sobre las causas de la malnutrición, argumentando que el artículo “Diagnóstico de la desnutrición Infantil” (17 02 18) solo se refirió a los aspectos técnicos, mencionando el lamentable estado de la misma en las zonas rurales indígenas de la Sierra central ecuatoriana, pero sin explicar las causas de la misma y de la aparición de la obesidad en la población.

La malnutrición se diferencia en desnutrición o sobrepeso.  La primera es un permanente azote desde los tiempos coloniales del despojo de las tierras en nombre del rey y la iglesia.  Despojo que dejó allí la mano de obra indígena para continuar con la producción ajena, y cambió la modalidad productiva, la distribución y el mercadeo de los productos.  La población indígena rural serrana apenas se quedó con los residuos de los alimentos y aún sufre de hambre.

En la Costa la propiedad de la tierra para monocultivos tardó cierto tiempo, mientras la gente se alimentaba de la pesca y los productos silvestres.  Mientras la vivienda tenía cierta consistencia en la Sierra por razones climática y la alimentación se tornó limitada, en la Costa esta era más factible, pero las viviendas se tornaron rudimentarias.

En la República continuó el mismo modo productivo con terratenientes ricos y trabajadores agrícolas paupérrimos, con limitaciones del crecimiento físico (talla, peso) y el desarrollo intelectual.  No había seguridad alimentaria.

En la segunda mitad del siglo XX llegó al Ecuador el mercado neoliberal de consumo de alimentos que ocultó, con descontrolada publicidad, los productos ancestrales.

Los refrescos o colas, los dulces y helados, con exceso de azúcar, las hamburguesas y otros con exceso de grasa y sal, todos ellos provocaron adicciones y más ventas.  Se perdió la soberanía alimentaria.

Obesidad con personas que sufren por no tener voluntad para evitar la adicción a los alimentos.  Desnutrición con madres que sufren por no tener con qué alimentar a sus hijos.

31 de marzo de 2018

Por: Dr. César Hermida  

La andragogía es el proceso de enseñanza-aprendizaje de los adultos mayores. La pedagogía nació hace mucho para la enseñanza de niños y jóvenes, la andragogía en la segunda mitad del siglo XX para que los adultos mayores aprendan a mejorar su calidad de vida y la extiendan con la satisfacción de sus necesidades biológicas, culturales y sociales, entendidas como derechos.

Hay tres condiciones esenciales para una senectud sana: el conocimiento y sentimiento de una vida sana, colectiva y solidaria, la actividad creativa y recreativa, y el ejercicio físico cotidiano. Hay que aprender sobre una dieta sana, el afecto con los demás, continuar produciendo física y mentalmente. Es crucial aprender a crear y recrear, a ejercitar cada día los mejores pensamientos y sentimientos, y los músculos con su movimiento, como los de la risa. Evitar la soledad y la vida sedentaria. Viajar. Cuidar el ambiente. Propiciar emociones saludables.

Aprender a reflexionar y disponer de tranquilidad para contribuir a crear una cultura de paz que da el logro de las necesidades objetivas (metabolismo, sexualidad y vida familiar, trabajo) y subjetivas o culturales (pensamiento y sentimiento, identidad, creación, recreación) que se complementan con una vida sana y colectiva en armonía entre los seres humanos y con la naturaleza, sin hegemonías ni dominaciones, y sin consumismo. Aprender más sobre los seres humanos que sobre los átomos, el cosmos, las plantas y los animales.

La humanidad produce cambios acelerados, pero lo esencial es la equidad y la justicia. La equidad étnica abolió la esclavitud, aunque todavía falte; la de género reivindicó los derechos de las mujeres, aunque también falte; y la generacional apenas empieza a ser reivindicada.

La andragogía es un nuevo proceso de enseñanza-aprendizaje para la vida de los adultos mayores que contribuya a mejorar la vida de ellos y de toda la población. Para eso están los programas de la Universidad del Adulto Mayor que varias instituciones de educación superior han iniciado.

24 de marzo de 2018

Por: Dr. César Hermida

El mes pasado se presentó la nueva temporada del Grupo Jacchigua. Fue un magnífico preestreno en el acertadamente restaurado teatro Capitol de la Alameda en Quito. El Primer Patrimonio Cultural vivo ecuatoriano ratificó su calidad durante dos horas, con sala llena que aplaudió muchas veces la emocionante presentación de los bailes ancestrales.

Destacó la artística y simbólica cacería de la venada. Los artistas profesionales lucieron su belleza y regia capacidad de bailarines, con vestimentas tradicionales y vivos deslumbrantes colores. El mensaje de inclusión se practica con la participación de adultos mayores y otros grupos especiales de estratos sociales olvidados.

Impactó y emocionó hasta las lágrimas la participación de artistas con discapacidad intelectual que bailando ritmos internacionales y músicas populares de identidad nacional arrancaron los más fuertes aplausos. Asimismo se incluyó la intervención de personas con discapacidad visual, que lo hicieron con gusto y entusiasmo, como los niños y adultos mayores en una velada fantástica. Todos al final se juntaron mientras el público aplaudía largamente de pie.  ¡Viva el Ecuador, carajú!, era el pensamiento y la sensación de los asistentes.

El proceso de reclutamiento, libreto y musicalización, ensayos y presentación final está liderada, presentada y explicada por Rafael Camino Collantes, que pone el mensaje de identidad nacional, de inclusión y de paz. Jacchigua, que quiere decir el milagro de la cosecha, es el Ecuador. Velada trascendente que ojalá el mayor número de ecuatorianos lo disfruten, e incluso contribuyan para que quienes actúan reciban modestas retribuciones que les permitan ensayar, mostrar sus valores y sobrevivir.

Iván Égüez sugiere que todos los escolares y colegiales del país deben admirar las obras de producción artística ecuatoriana, música, danza, pintura, literatura, cine. Todo estudiante tiene que verlos, escucharlos, emocionarse con la identidad y contribuir con modestos aportes a su financiamiento, ya que otras fuentes resultan limitadas.

Son obras cruciales de seres excepcionales, como Rafael Camino o Édgar Palacios con Sinamune. Bien por ellos y por el país.

Por: Dr. César Hermida

El Ecuador ha anunciado que entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, de Naciones Unidas, la Mortalidad Materna, MM, está en decline. La MM es aquella por causas del embarazo, parto y puerperio.  Hasta el año 2015 el Ecuador debió cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ODM, pero el único que no alcanzó fue este de la MM.

El Indicador de MM es el número de estas muertes sobre el total de nacimientos vivos en el año (No es una tasa porque en esta el numerador pertenece al denominador, por ejemplo, la Tasa de Mortalidad Infantil es el número de muertes de menores de un año sobre los nacidos en ese año). La MM tiene como denominador solo los nacidos vivos inscritos (no se cuentan abortos o los que fallecieron al nacer).

Pero mientras en los países desarrollados los niños son inscritos inmediatamente después de nacer, en los nuestros las inscripciones se hacen con atraso de días, semanas, meses o hasta años.  El Instituto Nacional de Estadística y Censos, INEC, informa los nacimientos “inscritos en el mismo año” (y también los de inscripción tardía). Los tardíos han sido de tal magnitud que llegaban hasta el 20% del total de inscritos en el mismo año.

Si se toma del INEC el número de nacidos inscritos el mismo año, por ejemplo 300.000 se ignoran los tardíos, unos 60.000. Si mueren 150 madres en el año, para 300.000 da una MM de 50 por 100.000. Pero si se suman 60.000 inscripciones tardías (estimadas), la MM es de 41,6.

La diferencia en el uso del denominador cambia el Indicador de MM.  Por eso es indispensable señalar cuál es el denominador.  Los inscritos en el año más las inscripciones tardías (estimadas) es el dato válido (fácil de obtener proyectando las cifras del INEC).

Esta precaución, favorable al decline (y acaso el Ecuador sí cumplió con el ODM del 2015), da la información verdadera, de base científica.

10 de marzo de 2018

Por: Dr. César Hermida

En la percepción humana el tiempo parece ser una ilusión, pues el pasado ya se fue y el futuro aún no viene.  El presente se convierte en pasado de inmediato, es tan fugaz como fruto del pasado o regalo del futuro que prácticamente no existe. A la materia, que sustenta el tiempo y el espacio, ahora los físicos la cuestionan asegurando que, como masa, no existe, que todo es energía, que los corpúsculos y las ondas atómicas son pura energía.

Todo esto nos dice el pensamiento, la razón, alimentada por la ciencia. El aprendizaje de que la vida biológica humana estaba nutrida con la energía del Sol, que nacía, se reproducía, se relacionaba con el medio y moría, terminando su tiempo, ha caracterizado a los humanos como dueños del pensamiento, olvidando a los afectos. Pero el saber no es todo, está también el sentimiento que nace de la pareja y la relación con los demás, pues la vida es colectiva y tiene dimensión subjetiva, cultural. Y hay otra dimensión, la social, entre varias culturas, con un Estado y un mercado que ha marcado las diversas formaciones de la historia humana.

Al tiempo que en lo humano es historia individual, grupal y social, no se debe solo pensarlo, sino sentirlo. Tan importante como filosofar sobre él y la materia, es sentirlos, pues no es como Platón (428-347 a.C.), que aseguraba que la realidad sensible se reducía a espectros, fantasías o sombras proyectadas al fondo de una caverna, creando en los hombres la ilusión de la verdad. Al tiempo es menester disfrutarlo individual y colectivamente, tanto con el pensamiento como con los placeres y vivencias de los cinco sentidos. Sentirlo es volverlo vivo.

Tanto como filosofar sobre el tiempo es necesario apreciarlo y utilizarlo a cabalidad en la vida cotidiana, como sustento de los placenteros afectos entre parejas, familias, comunidades. Para eso han venido a este mundo los seres humanos, desde el nacimiento hasta la partida individual definitiva.

03 de marzo de 2018

Por: Dr. César Hermida

Cuenca es ciudad de vida tranquila. La tranquilidad, sentimiento más permanente, hace posible la felicidad, que es emoción transitoria.

Un estudio norteamericano ha mostrado que “no era la inteligencia ni el éxito alcanzado lo que hizo (a la gente) felices, sino las relaciones, y cuán fuertes y felices fueron con ellas. La soledad mata. Es tan potente como el tabaquismo o el alcoholismo. (…) Las buenas relaciones, que las personas cuenten con los otros y sean valoradas dentro de ese espacio, es lo fundamental. Las relaciones de pareja, amistad y con la comunidad, más que el ADN, el dinero o la fama, protegen a las personas de la vida y sus avatares. La receta es el balance y el equilibrio. No pecar ni en exceso ni en deficiencia. La fama, el dinero y el honor solo sirven como medios, nunca como fines. La felicidad está en el camino y no en el destino” (Anamaría Correa 1-800-felicidad, Mundo Diners, N° 426, nov. 2017).

Mientras más se satisfacen las necesidades objetivas (alimento, sexualidad y vida familiar, trabajo) y subjetivas (pensamiento, sentimientos, equidad étnica, de género, generacional) y los servicios estatales (agua, electricidad, vías y medios de comunicación, salud, educación, vivienda), más exigente se vuelve la población, pero una vida austera da tranquilidad; y con ella, la felicidad siempre es posible.

Cuenca cuida la naturaleza, es dueña del Macizo del Cajas (Reserva de la Biosfera, Unesco, 2013), del humedal de importancia internacional (Ramsar, 2002), con área de conservación de aves (IB, Birdlife International, 2003), sede parcial del Qhapaq Ñan (Sistema Vial Andino Patrimonio Mundial de la Humanidad, 2014), y tiene destacados sistemas lacustres.

Pero sobre todo es Patrimonio Cultural de la Humanidad (Unesco, 1999) por el cuidado de su ciudad, sus viviendas y su vida cotidiana. Tiene óptimas prácticas seccionales (AME, 2007), amigables y pintorescas rutas parroquiales y un alto Índice verde urbano por estar rodeada de un cinturón verde. Y por su cultura y el trato amigable de su gente, es sitio predilecto como ciudad tranquila.

Por: Dr. César Hermida

La desnutrición infantil es todavía un problema lacerante en las poblaciones rurales pobres indígenas del centro de la Sierra. Es el fruto de la injusticia social.  Paradójicamente, la preocupación institucional pública gira actualmente en torno al problema del sobrepeso, que es fruto del descontrol del mercado de alimentos y su publicidad, es decir de la falta de promoción de la salud.

El problema es más grave tratándose de niños menores de dos años, pues hasta esa edad se desarrolla la capacidad cerebral y las deficiencias afectan definitivamente para el resto de la vida. Por esto es acertado el programa promocional de cuidado denominado ‘Mil días’, referido al período que va desde la concepción hasta los dos años de edad.

Tanto la desnutrición como la obesidad se diagnostican mediante cuatro variables: edad, sexo, peso y talla. Esos datos y medidas se comparan con los valores de los parámetros de referencia de una población sana recomendada por la Organización Mundial de la Salud. El límite que señala la normalidad y la franja de la desnutrición o el sobrepeso se establece con el valor estadístico denominado Desviación Estándar.

Si está por debajo de dos desviaciones estándar se considera desnutrición y dos arriba sobrepeso. Para el efecto existen curvas de acuerdo a la edad: una para mujeres, otra para varones, una para el peso y otra para la talla. Es decir varios gráficos. Hace unos años se propuso en el país un solo instrumento científico denominado Auxograma, pero como entonces no se valoraba la creación nacional, como ahora, la propuesta quedó en el olvido.

También existe el Índice de Masa Corporal: dividiendo el peso en kilos, para la talla al cuadrado en metros. Así se obtiene un valor, normal de 20 a 25, menor de 20 peso bajo, superior a 25 sobrepeso, obesidad si pasa de 30. Por ejemplo, para una niña de 12 años, de 41,5 kilos de peso y 1,42 metros de talla, el valor será 41,5/1,42 x 1,42, o sea 41,5/2,01 = 20,6.  Normal.

Por: Dr. César Hermida

Los resultados de la consulta popular del 4 de febrero ponen al presidente Moreno en una encrucijada que no le favorece. Pasados los festejos de los nuevos “aliados” del Gobierno por el triunfo del Sí, empiezan las exigencias frontales de parte de la derecha que ahora lo apoya: giro de 180 grados en política internacional, cambio de modelo económico, flexibilización laboral y tributaria, acuerdo comercial con EE.UU., reducción del Estado y respuesta inmediata a los intereses de las élites y la banca.

Algunos “analistas” temerarios se atrevieron, incluso, a sugerir que la ausencia de una “base militar norteamericana” es la que habría propiciado el atentado en San Lorenzo en días pasados. Todo esto dicho en las primeras horas posteriores al anuncio de resultados del conteo rápido del CNE, en canales de televisión pública y privada, antes de que los representantes del Gobierno pudieran decir nada.

El único “festejo” que no tuvo acogida, por otra parte, fue el de la sede de Alianza PAIS, en la Avenida de los Shyris.  Triste señal para un movimiento que, hasta el 2 de abril, gobernó con apoyo popular mayoritario durante diez años.

¿Cómo va a gestionar Moreno las exigencias de la derecha y de los partidos que lo “apoyaron” sin perder lo que le queda de su base original?

Para complicar aún más el escenario, el informe de los observadores de la OEA y la solicitud de medidas provisionales remitida por la CIDH ponen la consulta y al Gobierno en entredicho a nivel internacional.  Escenario nada favorable para un gobierno que empieza.

¿Moreno cederá a la presión de la derecha? ¿Hará pactos prebendarios con la partidocracia a la que revivió? ¿Intentará acercarse a los antiguos hermanos a los que traicionó? ¿Se quedará solo? En cualquier caso, el respaldo popular a la Revolución Ciudadana, con el No a la consulta, no fue menor y eso permite pensar que podría volver a triunfar, no solamente en Manabí.

Por: Dr. César Hermida

Leer es la conjunción del mundo subjetivo y objetivo del libro y su autor, con el subjetivo y objetivo del lector. Es la relación intercultural entre las dos personas y sus dos mundos. Es difícil saber cuánto de lo ilusorio y real del autor influye en la realidad del lector, pues es un aporte esencial, no solo lúdico.

Ricardo Piglia, en El último lector (Anagrama, Barcelona 2013), dice que “en Borges, el acto de leer articula lo imaginario y lo real. Mejor sería decir, la lectura construye un espacio entre lo imaginario y lo real, desarma la clásica oposición binaria entre ilusión y realidad. No hay, a la vez, nada más real ni nada más ilusorio que el acto de leer”.

Efectivamente la lectura fusiona lo ilusorio del autor con la realidad del lector, no solo en Borges. La vida es la fusión dual o complementaria de lo subjetivo y lo objetivo. La dicotomía, la separación, es artificiosa, falsa, como señala Piglia, y es tan antigua como la separación del alma del cuerpo. La lectura, como la vida humana, es la conjunción de lo subjetivo y lo objetivo.

Borges y muchos intelectuales han tratado de separar lo imaginario de lo real, como el alma del cuerpo, el espíritu de la materia, el hombre de la mujer, el pensamiento del sentimiento. La realidad tiene de las dos. La lectura es la vivencia subjetiva y objetiva del lector con similar aporte del autor.

Para Piglia, la lectura construye la relación entre los dos y desarma la artificiosa diferencia. El pensamiento, como ilusión, también es realidad. No existen separadas. En la lectura, la realidad es la ilusión, esta es fruto de la primera, y la realidad se construye con el alimento de la ilusión.

La lectura es realidad e ilusión, pensamiento y sentimiento, los dos reposan, juntos, en el cuerpo material y en el mundo subjetivo del cerebro y del corazón.

Rodrigo Yépez Miño
Por: Dr. César Hermida

La educación médica latinoamericana ha perdido a uno de sus más prominentes valores, la figura trascendente de Rodrigo Yépez Miño. Fue presidente por varios años de la Asociación Latinoamericana de Facultades de Medicina (Alafem), la cual se organizó cuando dirigía la Asociación de Facultades Ecuatorianas de Medicina (Afeme), que tanta relevancia internacional tuviera. La Universidad Central (UCE) ha reconocido sus aportes, la Técnica Equinoccial (UTE) lo ha distinguido. Las facultades de Medicina de Quito, Guayaquil, Cuenca y Loja lo recordarán por siempre. Sus cualidades humanas y académicas servirán de ejemplo. Fue dirigente estudiantil en los años 60, cuando eran necesarios sacrificios para coronar la carrera y para las luchas políticas. Una vez graduado se especializó en bioquímica en Estados Unidos, con cuyos conocimientos dirigió esa cátedra por muchos años. En su actividad científica y docente efectuó varias publicaciones de notable aporte. En Afeme inició los posgrados clínicos y quirúrgicos pioneros en Ecuador. Fue director de la Escuela y varias veces decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCE, en la cual fundó los Institutos de Investigación, de Medicina Rural y otros. Dirigió el Instituto Nacional de Investigaciones Nutricionales y Médico Sociales (Ininms) del Ministerio de Salud, el Instituto Ecuatoriano del Seguro Social y la UCE. Fue fundador y presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Ciencias de la Alimentación y Nutrición (Seciam). Y fundador, director y presidente de la Fundación Internacional de Ciencias Sociales y Salud, Instituto Juan César García, de significativa trascendencia nacional e internacional por sus publicaciones y reuniones.

Como consultor de la Organización Panamericana y Mundial de la Salud, Rodrigo Yépez hizo aportes en universidades y escenarios internacionales, destacándose por su sapiencia y don de gentes. Fue hombre de principios democráticos, de gestión firme y gran capacidad organizativa.

Persona generosa, gran anfitrión, referente científico y humano. Deja una profunda tristeza su partida, mas queda su familia, su ejemplo, su aporte docente, las instituciones que fundó y dirigió, sus libros, su fecunda obra.