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El primer acto de corrupción

Por: Dr. César Montaño Galarza PhD.
Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar

Ser candidato sin credenciales suficientes puede ser quizá el primer acto de corrupción. “Zapatero a tus zapatos”, este dicho popular da a entender que, si la persona no está preparada para asumir una responsabilidad, no debería hacerlo. La solvencia para cumplir un encargo es necesaria, requiere no solo ánimo para hacer, sino, además, conocimiento, experiencia, criterio y visión adecuadas. Muchos personajes buscan el voto popular sin más carta de presentación que su arrogancia y discurso demagógico. Al Ecuador le está pasando esto.

Sucede lo dicho porque muchos que sufren necesidades también carecen de educación y cultura política, por lo que son susceptibles de caer en las trampas de cualquier populista que con discurso calculado y emocional les dice lo que quieren oír -viene a mi mente la ahora señorita Megan-. Luego, llega la decepción con daños graves a la dignidad y libertad… y el ciclo puede repetirse.

Quien pretenda dirigir al país, ser asambleísta u otra autoridad pública electa debe asumir y practicar valores democráticos, conocer en profundidad las necesidades de la gente, con quienes la conexión será permanente, fluida y sin exclusión; necesita comprender la lógica del Estado y sus instituciones, el valor de la Constitución, los tratados y las leyes; debe rodearse de los mejores ciudadanos para trabajar eficientemente. Todo candidato debe ser consciente de que la disputa política no es como un reality show, y que la función pública es de una sola vía, para servir a la sociedad.

En “El sentido de la realidad” Isaiah Berlin sostiene que, vivir es actuar, y que actuar es, entre otras cosas, elegir, tomar posición. Como el voto popular posee el poder de transformar, es útil también para depurar la política y castigar a figuras improvisadas, puestas a dedo, ignorantes que con audacia descarada y obtusa pretenden gobernarnos. Ahora tenemos la oportunidad de tomar posición para cambiar el rumbo y nuestro destino.

 

El país de las últimas cosas

Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar

Una visión apocalíptica trae la novela “El país de las últimas cosas”, del formidable escritor norteamericano Paul AusterLa historia discurre en una ciudad enferma que se derrumba inevitablemente, que cada vez sirve menos para la convivencia y la cooperación ciudadana, donde el lenguaje, los escritos, los libros y la ley carecen de valor para acercar a la gente; un escenario donde los pilares de la civilización van perdiendo centralidad, para acunar caos. Lo preocupante es que algunos episodios de la obra se parecen mucho a la vida real de innumerables lugares del mundo, incluido nuestro país.

Si la realidad se parece cada vez más a lo distópico y espeluznante que han escrito grandes exponentes de las letras, debe surgir la preocupación que nos impulse de una vez por todas a mejorar las cosas. Por esto, no estaría nada mal ordenar las prioridades para transformar nuestra efímera existencia.

Así, la educación y el conocimiento crítico a lo largo de la vida deben ser innegociables; las mentes estarán aptas para practicar valores y principios universales de la humanidad que mejoren la experiencia social con democracia y equidad. Nadie debería quedar al margen del circuito de la conectividad y la información como bienes generalizados. Elevar la conciencia ética y cívica ciudadana tiene que ser otra prioridad, para que la convivencia, el manejo de la cosa pública y el servicio se cumplan con transparencia. Todo está conectado, así que deberíamos propender a una relación más respetuosa y corresponsable de cada uno con los demás, con el planeta y con todas las formas de vida.

Al cerrar el 2020, año cruel y revelador, llega la hora de demostrar que el poder radica en la voluntad, y en nuestra natural resiliencia para afrontar retos complejos que eviten la decadencia; no necesitamos rutas de evacuación, sino de adaptación y cambio positivo. Que el 2021 conjure la pandemia, y arribe colmado de certezas y oportunidades para todos.

Quitar la paja del grano

Por: Dr. César Montaño Galarza PhD.
Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar

Con el voto de febrero 2021 están en juego salir de la crisis o caer en una tragedia similar a la venezolana. Por esto, pese a las actuales circunstancias, la ciudadanía debe comprender, sobre todo, las propuestas de los candidatos, desde aquellas serias y posibles, hasta las populistas y falaces. Al efecto, los medios de comunicación y la opinión pública jugarán un rol central en las próximas elecciones.

Conviene hacer una trilla política con lo que nos transmitan los medios y la opinión pública, quitar la paja del grano, para quedarnos con lo positivo de las ofertas de campaña, propuestas viables para recuperarnos y seguir construyendo el país tantas veces ofrecido, pero lamentablemente, aún lejano.

Debemos exigir claridad en temas de fondo: régimen democrático y separación de poderes; tamaño del Estado; justicia; dolarización; derechos sociales, salud, trabajo, alimentación y educación en todos los niveles; investigación; interculturalidad; género y diversidad; modelo económico y aprovechamiento de los recursos naturales; economía digital y tecnología; descentralización; simplificación y racionalización del régimen tributario para recuperar la economía y generar condiciones favorables a la inversión y producción; seguridad ciudadana; política exterior en materia de integración regional, y relaciones de cooperación y comerciales con el resto del mundo. Los candidatos también deben decir su posición sobre una eventual nueva constituyente, y acerca de reformas a las principales leyes de la república.

Como el tiempo de campaña será muy corto, y existen limitaciones para mítines, caravanas y recorridos a pie, la comunicación política puede usar las peores armas para captar votos; por lo que corresponde orientar, educar e informar al electorado. Que fracasen los mercachifles de la política, los que manipulan con propuestas pobres para la pobreza; que triunfen quienes planteen ideas inteligentes, viables y acordes a la realidad.

Nuevo hito por la vida

Por: Dr. César Montaño Galarza PhD

Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar

El planeta nos lanza alertas permanentemente; la sobre explotación de recursos naturales y la contaminación que generamos amenazan gravemente con romper para siempre los finos equilibrios de la vida en la tierra, poniendo en riesgo la supervivencia de todas las especies. La pandemia y otros eventos catastróficos universales emiten mensajes inequívocos para que reaccionemos en acción global. Todos tenemos una responsabilidad compartida con tareas urgentes en cada ámbito de incidencia.

A nivel subregional los cancilleres de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, miembros de la Comunidad Andina (CAN), aprobaron el 1 de diciembre la Carta Ambiental Andina, instrumento multilateral enmarcado en importantes instrumentos internacionales, en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.

Esta declaración impulsa a coordinar y cooperar; decantará acciones para “hablar el mismo idioma” sobre la materia, logrando acercar políticas y normativas supranacional y estatal; contiene principios, objetivos comunes y ejes temáticos: gestión integral de recursos hídricos; conservación y uso sostenible de la biodiversidad; prevención y atención de desastres; lucha contra la minería ilegal y sus delitos conexos; promoción de la economía circular; fortalecimiento de la gestión ambientalmente racional de sustancias químicas y desechos.

La Carta resalta el vínculo primordial entre salud humana, medio ambiente, ecosistema y bienestar; aplica enfoque holístico para proteger la biodiversidad, luchar contra el cambio climático, lograr desarrollo sostenible, para beneficiar los ecosistemas y pueblos. Este hito histórico se suma al de 2002, cuando la CAN adoptó la Carta Andina de Derechos Humanos.

Los tiempos de la dinámica internacional suelen ser pausados, dependen, especialmente, de los cambios periódicos de gobiernos; sin embargo, ya contamos con hoja de ruta para los años próximos en provecho de la presente y futuras generaciones.

 

El comercio internacional como oportunidad

Por: Dr. César Montaño Galarza PhD.
Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar

Mucho del éxito de la política consiste en que ésta debe actuar sobre la realidad. Un frente de gran preocupación de los ecuatorianos es el económico, que incluye lo fiscal, lo monetario y lo comercial, ámbitos fuertemente conectados. Arista sensible de la dolarización es precisamente la del comercio internacional, por lo que resultan importantes los avances para concretar un acuerdo con los Estados Unidos de Norteamérica (EE. UU.), principal socio comercial del Ecuador, que supere el limitado Sistema General de Preferencias Arancelarias.

El intercambio de productos ha sido nexo de los pueblos desde el origen de los tiempos, luego el comercio organizado y controlado ha permitido gran adelanto económico en países de todos los continentes. Es vital comprender al comercio y sus virtudes, pero sin sesgos ideológicos. Los acuerdos de comercio son instrumentos que llevan la voluntad soberana de los estados, de allí que los mitos y las verdades sobre ellos, dependen enteramente de las cláusulas que se negocian.

Nos gusta el multilateralismo, actualmente contamos con acuerdos que permiten exportar al Asia, la Unión Europea, el Mercosur, la Comunidad Andina. De EE. UU. interesa su mercado de alrededor de 330 millones de habitantes; conocimiento científico, tecnología e industria, conectividad, amén de otros campos que podrían decantar interesantes acciones de cooperación; también importa el arribo a los mercados de Canadá y México por vía del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Ahora mismo, la canasta exportable a EE. UU. la conforman 1400 productos.

La realidad manda recuperar el tiempo perdido, afinar algunas políticas, apuntalar la dolarización con entrada de divisas, nuevas inversiones productivas, desarrollo empresarial de todo tamaño, y creación de fuentes de trabajo dignas. Un acuerdo comercial negociado adecuadamente y en el marco de la Constitución, podría ser una gran oportunidad en momentos de crisis.

Mi plan, tu plan, nuestro plan

Por: Dr. César Montaño Galarza PhD.
Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar

Planificar es importante, pero más importante es tener previamente claridad en la visión estratégica y contar con los grandes acuerdos sobre lo que necesitamos y queremos. Esta difícil hora exige preguntarnos ¿Cómo será la planificación para el desarrollo en el próximo gobierno? En el modelo constitucional vigente la planificación es herramienta fundamental del quehacer estatal, que por las circunstancias actuales debe servir efectivamente para superar la crisis.

Lo lógico es que un amplio acuerdo sea la base de las principales políticas de Estado -no de gobierno-, que solo después son puestas en práctica con planes, programas, proyectos, actividades y tareas. Pero sucede lo contrario en nuestro caso, el artículo 280 de la Constitución determina que el Plan Nacional de Desarrollo preside las políticas, el funcionamiento del aparato público, la programación y ejecución presupuestaria, la inversión y entrega de recursos, hasta “coordina” las competencias exclusivas entre el Estado central y los gobiernos autónomos descentralizados.

Así, el Plan es la “guinda del pastel” de una estructura concentradora de poder que tarde o temprano debemos cambiar; de esta forma, cuatro iluminados del gobierno de turno definen con su limitado enfoque el funcionamiento del Estado, reparten la plata y nos hacen degustar el buen vivir. La participación ciudadana solo queda en el papel, aplastada por la pomposa “socialización”, simple exigencia burocrática para difundir a medias lo planificado, para gastar ingentes recursos movilizando adeptos que aplauden sin que importe lo sustancial.

Tarea inicial del nuevo gobierno será buscar un gran acuerdo nacional que posibilite arribar a políticas que delineen “nuestro plan”. Hasta eso, como ciudadanos responsables debemos enterarnos sobre los planes de gobierno de los candidatos y contrastarlos con sus discursos, para no caer en las trampas de ciertos indeseables ilusionistas de la política criolla.

Gloria a Loja, procure el lojano

Por: Dr. César Montaño Galarza  PhD.
Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar

Reminiscencias de la Loja sureña no me faltan cotidianamente; como hilo interminable la memoria enlaza lugares, escenas y personajes de esa ajada y paradisiaca tierra, todavía postergada en muchos sentidos, pero muy presente en la nación ecuatoriana. 200 años pasaron desde que, gracias a un movimiento revolucionario popular al mando de Ramón Pinto, Nicolás García, José M. Peña, Manuel Zambrano y José Picoita, la provincia de Loja proclamó su independencia el 18 de noviembre de 1820.

Caminar por las orillas de los juguetones riachuelos de su capital; divisar el Villonaco, los ceibos y los guayacanes florecidos; visitar los valles encantadores de Catamayo, Malacatos, Puyango, Vilcabamba; saborear su gastronomía; deleitarse con su cultura, letras y música, son placeres incomparables. “Si usted nunca ha ido a Loja, no conoce mi país…”. Loja ha sido cuna de políticos, juristas, maestros, escritores y artistas de gran valía. Está situada a un paso del oriente, de la costa y de la sierra central; vínculo latente con el Perú; ha jugado papeles destacados en grandes definiciones de la historia nacional, un capítulo de orgullo es el gobierno federal de 1859 al mando de Manuel Carrión Pinzano, que con determinación defendió justas aspiraciones y concretó la autonomía local.

El pueblo lojano lucha y emprende; engrandece lo propio, sin desentenderse del resto del país y el mundo; es muy consciente de que de su esfuerzo depende su adelanto. Aún falta mucho por hacer, por ejemplo, en: descentralización; aprovechamiento racional de recursos; interconexión; educación, turismo, industria y comercio; desarrollo del agro e integración productiva con otras regiones y con el vecino del sur. Esta no debe ser una celebración más, con unidad y visión hay que prepararse para el futuro, reafirmando el valor de esta tierra y de su gente, sin decaer en la defensa de lo que le corresponde como centinela digna y emancipada desde hace mucho tiempo.

Reformas tributarias post pandemia

Por: Dr. César Montaño Galarza PhD.
Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar

La pandemia no ha terminado ni sabemos cuándo ocurrirá eso, sin embargo, con creatividad ya debemos preparar las próximas reformas fiscales y tributarias, más allá de la coyuntura, para superar la crisis y recuperar el ritmo de crecimiento; atender prioritariamente alimentación, salud, vivienda, educación; incentivar la producción y el empleo; y, honrar las deudas. Comparto algunos insumos para lo tributario:

  • Racionalizar y simplificar el régimen vigente -con sello verde-, además, relacionar la tributación nacional con la local para concretar la descentralización fiscal; están vigentes más de 100 impuestos e innumerables tasas y contribuciones, muchas de esas cargas son ineficientes. 2) Implementar mecanismos para dar oxígeno al contribuyente, se puede aplicar rebajas, facilidades y aplazamientos de algunos pagos. 3) Optimizar el gasto tributario, es decir, lo que no se recauda por la concesión generosa de ciertos beneficios, exoneraciones, deducciones. 4) Generar seguridad jurídica para atraer inversión, incentivar la producción y el empleo con apoyo efectivo a emprendedores, pequeñas y medianas empresas. 5) Discutir seriamente sobre el IVA, gravamen regresivo porque no considera la capacidad económica del contribuyente; podría implementarse un IVA con tarifas diferenciadas, para cuidar el bolsillo de las grandes mayorías; por cierto, eliminar la exención del IVA a las universidades sería privarlas de sus rentas. 6) Profundizar el análisis de la economía digital que presenta grandes oportunidades para generar ingresos al fisco: comercio electrónico, servicios, internet de las cosas, software. 7) Reforzar la Administración Tributaria para nuevos retos, luchar contra la evasión y elusión, mejorar la gestión evitando conflictos que generan pérdida de recursos de todos.

Hemos reaccionado como se ha podido al calor de la pandemia, pero es hora de diseñar los cambios para una nueva época que deje atrás la pesadilla.

Candidatos y la madre de todas las crisis

Por: Dr. César Montaño Galarza PhD.
Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar

Las pandemias han estado presentes en la historia como algo connatural a la existencia, cobran millones de vidas poniendo en aprietos incluso a naciones poderosas. Teatro, ópera, cine, literatura han tratado de pestes terribles sufridas por el ser humano. En “Plata quemada”, obra de Ricardo Piglia, Malito “A veces se imaginaba a las mujeres y los chicos por la calle con guantes de cirujano y caretas antigérmenes, todos enmascarados en la ciudad, para evitar las enfermedades y el contacto”. La ficción cada vez es más la realidad, y el mundo lo siente.

A diferencia de antaño, gracias a los avances de la ciencia y la tecnología conocemos numerosas aristas de estos episodios que se repiten cíclicamente dejando graves secuelas, por lo que, en teoría, podremos prepararnos mejor para hacer frente a nuevos eventos. Pero eso no ocurrirá automáticamente, solo porque el miedo cunda en el planeta lacerando las fibras más delicadas de la gente, por lo que es obligatorio aprender la lección y enfocarnos en asegurar el porvenir, cuestión que dependerá en alto grado de definiciones urgentes a cerca del rol del Estado en materia de salud, infraestructura y equipamiento, formación del personal, e investigación científica.

Por responsabilidad conviene preguntarnos: ¿Qué dicen y ofrecen los candidatos al respecto, más allá de sus variopintos planes de gobierno escritos y de sus discursos prefabricados? La solución a estos problemas requiere decisiones, inteligencia plasmada en proyectos realizables, e ingentes recursos económicos, pero, ante todo, voluntad política de las autoridades. Así que ojo, en 2021 no entregaremos el poder a cualquiera, sino a quien tendrá el deber de administrar “la madre de todas las crisis”, que ahora golpea al país en lo moral, social, económico y sanitario. De paso hagámonos un favor, castiguemos con el voto a los aventureros de la política, expertos en medrar del populismo y la angustia colectiva.

Lecciones de la experiencia boliviana

Por: Dr. César Montaño Galarza PhD.
Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar

«La experiencia fresca aún del país altiplánico alerta que lo mejor sería que los candidatos siempre se esfuercen para sumar apoyo a sus opciones políticas».

Una suma de factores diversos incidió para que el Movimiento al Socialismo (MAS), con Luis Arce a la cabeza, obtenga el 55,1% de votos para reinstalarse en el poder el mes próximo en Bolivia; algunos de ellos deben ser tomados en cuenta en el proceso electoral de nuestro país, si no queremos que vuelvan a gobernar aquellos personajes de las supuestas “mentes lúcidas, manos limpias y corazones ardientes”.

La experiencia fresca aún del país altiplánico alerta que lo mejor sería que los candidatos siempre se esfuercen para sumar apoyo a sus opciones políticas, coloquen en el centro el interés nacional, y desechen el triunfalismo. El éxito en política es cuestión de sumar antes que de alejar o dividir, esto significa acercar a diferentes fuerzas y organizaciones políticas por pequeñas que parezcan, para ofrecer al elector una opción sustentada en amplios consensos, no centrada en atacar a los otros, sino en convocar a un gran acuerdo nacional representativo de intereses compartidos.

Los objetivos centrales de campaña deben enfocarse en atender necesidades impostergables de muchos sectores, a tal punto que representen en la mayor medida posible, los deseos de la nación, antes que de un puñado de grupos. Como todo puede definirse el propio día de la votación, los candidatos deben dejar el espacio de confort y trabajar por su propuesta como si partieran de cero, sin subestimar a ninguna otra opción de la lid electoral.

Enrumbados a las elecciones de 2021, sobre una base de reconocimiento de nuestra dura realidad, los candidatos deben esforzarse para unir y generar certeza, con planes de gobierno viables, superadores de los graves desaciertos, absurdos y novelerías de un libreto revolucionario deplorable.

Además, en contexto de pandemia, la campaña debiera ser novedosa, positiva y transparente, antes que manipuladora. Para avanzar, Bolivia y Ecuador estamos conminados a asimilar las duras lecciones del pasado reciente.